Al parecer la magia que existe cuando se produce la fecundación no es sólo una metáfora: en el momento en que el espermatozoide logra entrar en el óvulo, saltan miles de millones de chispas de átomos de zinc.
Este proceso, que ya se había observado en roedores, fue detectado por primera en un óvulo humano por científicos de la universidad de Northwestern, en Estados Unidos.
Y lo que es más, el tamaño de la erupción está directamente relacionado con la salud del óvulo y su habilidad para desarrollarse en un embrión viable.
Utilizando un microscopio fluorescente, los investigadores pudieron filmar la luz que se emite durante la fecundación.
Esto podría ayudar a los doctores a escoger los mejores óvulos para la fertilización in vitro (FIV).
"Puedes ver cómo brilla el zinc al momento de la fertilización, lo que nos permite saber inmediatamente cuáles son los óvulos buenos para transferir por FIV", comentó la doctora Teresa Woodruff, una de las autoras del estudio publicado en la revista Scientific Reports.
Para lograr ver estas chispas, el equipo de investigadores activó la célula sexual inyectando una enzima de esperma que activa el calcio que aumenta el tamaño del óvulo y libera el zinc que vemos en la imagen.
Embriones "buenos"
Si bien en el pasado los expertos habían logrado captar este proceso en ratones, por regulaciones estadounidenses sobre estudios en humanos, para este trabajo utilizaron solo la enzima del espermatozoide y no uno completo.
Y con esto los especialistas incluso pudieron ver rayos de luz.
"Toda la biología empieza en el momento de la fertilización y -aun así- es poco lo que sabemos sobre los eventos que ocurren en los humanos", señaló Woodruff, experta en biología ovárica de la universidad estadounidense.
"Estos estudios de microscopía fluorescente establecen que en la biología del óvulo humano también ocurren chispas de zinc, y se pueden observar fuera de la célula", dijo por su parte el profesor Tom O'Halloran, del Instituto de Química de Procesos de Vida de la Universidad Northwestern.
Para la doctora Eve Feinberg, quien se encargó del cuidado de las voluntarias que donaron células sexuales, "este es un descubrimiento importante porque nos ofrece una forma fácilmente visible y no invasiva para evaluar un óvulo y eventualmente un embrión antes de ser implantado".
"Actualmente no existen herramientas que nos indiquen su calidad", explicó Feinberg en el sitio de la universidad.
"Con frecuencia no sabemos si un óvulo o un embrión es viable hasta que vemos si se ha producido el embarazo; esta es la razón por la que (este estudio) es tan importante; si tenemos la habilidad de ver antes qué óvulo es el bueno, nos ayudará a saber cuál es el embrión que debemos transferir y así conseguir que se produzca el embarazo más rápido".