Por Paula Comandari y Esteban González
Jueves 26 de marzo. Son cerca de las 18.30 horas, y un auto se desplaza de oriente a poniente por la Costanera Norte. Al igual que los últimos días, en la autopista penas las ánimas, y el pórtico PE de La Concepción marca $1.498 pesos. Tarifa saturada, la más alta de todas, tres veces el valor de la que las empresas cobran en tarifa fuera de punta, pese a que no hay tráfico ni menos congestión en la autopista. La pregunta, entonces, surge automáticamente y ya es motivo de debate entre los técnicos: ¿Es legítimo que la compañía siga cobrando, en plena crisis del coronavirus, lo mismo que en jornadas normales, como si las calles estuvieran colmadas?
“En estos tiempos en que no hay congestión en las autopistas por lo que acabamos de mencionar, la verdad es que esas tarifas por congestión no tienen ninguna razón de ser y si siguen cobrando es porque quedaron muy mal estipuladas en los contratos que la autoridad firmó con esas concesionarias”, señaló a Teletrece Juan Carlos Muñoz, Ingeniero en Transportes UC. “El problema es que como esos son los contratos que se firmaron, la única manera de modificarlo, sería inyectar dineros estatales y claramente esto no está dentro de las prioridades que debe tener, en el caso de una pandemia, el gobierno de Chile”, sostiene en tanto Franco Basso, académico de la PUCV, también en conversación con Teletrece.
El debate también ha llegado a oídos de las empresas concesionarias, quienes en privado ponderan un nuevo escenario marcado por la brusca caída del tráfico. “En las condiciones actuales estamos enfrentando una situación crítica, porque el flujo ha bajado en más de 90% en algunas autopistas los últimos días de marzo, y en otras una cifra muy considerable”, se lamenta un alto ejecutivo, quien declara su desconcierto ante las exigencias de bajar precios que están establecidos por contrato y más aún en “el momento sumamente delicado”, que según su visión, viven las compañías del rubro.
Hasta ahora, en el sector de las concesionarias no ha surgido una solicitud de apoyo económico de parte del Estado, como si fue planteado hace un par de semanas, por ejemplo, desde al área aeronáutica. Sí afirman que la situación es “precaria” y que ya vislumbran un escenario donde surja la necesidad de mayor liquidez por parte de los accionistas para paliar esta crisis. Ante los cuestionamientos, defienden el argumento que “paga el que la usa”, y en estos escenarios en que la mayor parte de la población tiene prohibición de salir, afirman que hay total libertad para que quien no quiera desembolsar dinero, utilice las calles aledañas y no las autopistas, cuyos bloques tarifarios fueron establecidos en los contratos durante el gobierno de Ricardo Lagos, aún cuando existe una tarifa, la dinámica, que varía cada seis meses o todos los años, según lo que se estipuló para cada una de ellas, y que debe discutirse y ser aprobada por el Ministerio de Obras Públicas, al cual muchos critican haber sido demasiado condescendiente.
Números rojos
En el MOP ya manejan cifras oficiales respecto a la caída del flujo en las carreteras concesionadas durante marzo en comparación al mismo mes del año 2019 y los retrocesos son importantes: en la radial Nororiente, por ejemplo, la caída se disparó a 73%, y en Costanera Norte la baja fue de un 68%, mientras que el Acceso Vial AMB, que es la que se utiliza para llegar al Aeropuerto, la reducción del tráfico es del 70% (ver gráfico).
También hay ejemplos puntuales. El domingo pasado, Costanera Norte tuvo un flujo 90,2% menor que el domingo 31 de marzo de 2019. En el mismo paralelo, en Vespucio Sur la cantidad de autos disminuyó un 71,3%; la Radial Nororiente bajó un 90,9%; el trazado que une a la Región Metropolitana con Algarrobo 85% menos de flujo; y el acceso al Aeropuerto disminuyó su movimiento un 86%.
Algo similar ha ocurrido en días laborales, aunque ahí entran a tallar otras variables. Por ejemplo, en Vespucio Sur se redujo el flujo en sólo 39,4% en la carretera que une a Américo Vespucio, entre Grecia y la Ruta 68, por tratarse de una zona industrial, donde muchas operaciones siguen funcionado. Lo mismo ocurre en la que desemboca en el Aeropuerto, cuando la baja fue de un 72%, algo menor que el domingo previo, porque todavía hay movimiento de Latam, DGAC, y porque la carga en Arturo Merino Benítez sigue funcionado.
“Estos niveles de flujo no nos permiten ni siquiera cubrir los costos operacionales. Y nos obliga a cambiar nuestras proyecciones, los números que soñábamos. Los flujos van a ser dramáticamente distintos en el futuro”, recalca otro ejecutivo, quien asegura que para enfrentar este momento, requerirán del respaldo de la banca, algo que también está sucediendo en países como Italia y Francia.
En el gobierno saben que la situación es delicada, aunque afirman que se trata de una industria “de largo plazo y éste es un shock transitorio”, por lo que apuestan a que los bancos concedan los recursos que requieren para los pagos de este año.
En Palacio subrayan que no ven problemas en estas empresas y que si los hubieran, en algún caso muy particular, tendría que concretarse un cambio de propiedad, como ya ha sucedido en varios casos a lo largo de las últimas décadas. Todo, para dejar en claro que no hay espacio para concretar, al menos en este momento, algún respaldo estatal, como algunos sugieren.
Con todo, varias de las compañías, por contrato, tienen garantizados Ingresos Mínimos Garantizados, lo que obliga al Estado a devolver la diferencia a las compañías si no se alcanza el piso pactado. Pero desde el Ejecutivo ponen paños fríos y afirman que “en las carreteras urbanas hay muy pocas bajo este sistema y que solo la Radial Nororiente podría estar bajo ese mínimo, requiriendo algún pago del Fisco”.