Quiero arreglar todo lo que hice mal

Todo lo que escondí hasta de mí.

La canción se llama “El Salmón” y está incluida en el disco quíntuple del mismo nombre en el que Andrés Calamaro juntó un centenar de canciones para darle la bienvenida al tercer milenio. La letra habla de excesos y arrepentimientos y viene firmada por Calamaro y Marcelo ‘Cuino’ Scornik, un compositor fundamental de la música argentina que acompañó al intérprete de “Flaca” en su época más intensa.

Andrés Calamaro cierra este fin de semana una serie de conciertos en varias ciudades de Chile, visitando parte de su repertorio de fines de los 90. En el setlist, incluye canciones como “Estadio Azteca” y “Clonazepan y Circo”, que tienen coautoría de Scornik

La relación entre Calamaro y Scornik comenzó mucho antes del éxito musical y en esta entrevista con T13.cl es el propio “Cuino” el que cuenta la historia. “Nos conocimos en la escuela primaria, si bien él es un poco más chico que yo, era una escuela muy chica, pero no éramos amigos, por ahí un saludo circunstancial”.

Según el relato, a él y Calamaro “nos acercó la circunstancia de que él vivía con su familia en el mismo edificio donde yo tenía una tía”. La relación aún no era directa y sólo se reactivó una vez que Scornik volvió desde México, donde estuvo exiliado y comenzaron a reunirse en torno a la música con amigos en común: “Empezamos a juntarnos a hacer canciones que nunca tuvieron existencia real (...) inventábamos bandas que nunca existieron para adjudicarles la autoría de tal o cual canción”.

“De ahí en adelante es todo más o menos conocido, al menos lo que se puede contar”, advierte el Cuino.

El día en que cantaron con Maradona

A comienzos de la década de los ‘80, apareció la primera co-autoría oficial entre ambos en el primer disco solista de Andrés, “Hotel Calamaro”. Ahí viene incluida “No me pidas que no sea un inconsciente”, que luego fue versionada por Niña Pastori.

La dupla creativa siguió con buena salud y luego firmaron canciones como “No te bancaste” o “Mil horas”, en lo que Cuino describe como “una autoría, no en partes iguales, pero una coautoría” para el legendario grupo “Los Abuelos de la Nada”.

Para el disco “Honestidad Brutal”, que tiene un rol protagónico en los conciertos actuales de Calamaro, Scornik tiene su firma en algunas canciones como “Clonazepan y Circo” y “Hacer el tonto”, que cantaron junto a Diego Maradona y el autor señala como “una canción poco conocida, pero para mí y me atrevo a hablar por Andrés también, inolvidable”. 

“Estadio Azteca” y “Doce pasos” también son de Calamaro/Scornik. Otra experiencia conjunta fue la canción “Nena”, que si bien fue escrita íntegramente por el Cuino para el único disco bajo su firma (‘Basta Cuino’), “yo siempre digo que el intérprete aunque aunque no tenga una una firma en la en la Sociedad de Autores, se mete en el en el corazón de la canción. Si bien la canción es letra y música mía, una vez cantada por Andrés como que como que ya es, es una parte de él”.

“No tengo la costumbre de escuchar música”

Consultado sobre qué exponentes actuales le llaman la atención, Marcelo Scornik sincera a través de videollamada que "la gente se sorprende en general, pero escucho poca música. No sé por qué, seguro debería”. De manera semanal, Scornik conduce con Marcelo Gasió un programa de radio semanal donde reconoce donde se enfocan en escuchar la música que les gusta, de los 60 o 70.

“No tengo la costumbre de estar en mi casa y escuchar música”, repite.

Pero volvamos a “El Salmón”, un período que Scornik define como “muy tóxico”.

En los últimos días, Marcelo Scornik ha utilizado su cuenta de X (antes Twitter) para establecer una especie de juego con sus seguidores en que comenta los significados o anécdotas que rodean a algunas de las canciones que ha escrito tanto para Calamaro como para otros artistas.

Sobre el disco se ha hablado bastante. Era fin de siglo y ambos protagonizaban extensas jornadas de composición y grabación. Sobre la canción, en X el Cuino confesó este mes que “cuando escribí la letra de "El Salmón" no me di cuenta que era una historia re densa, casi un horror”.

El momento tóxico de “El Salmón”

La letra de esta canción rock parte con ínfulas de redención, pero luego empieza a relatar situaciones más sombrías. La bipolaridad de la canción queda retratada en los dichos de Scornik a T13.

“El momento de escribir El Salmón fue un momento alegre en una época donde la alegría no era tan fácil. Era un momento muy, muy tóxico.

-¿Personalmente?

“No, hablo de sustancias”.

“La alegría a veces se ve un poco condicionada. No es que estuviéramos tristes, pero no es lo mismo, no es lo mismo una alegría natural, que la alegría de estar recontra pasado y duro como una tabla. Ese fue un momento distendido, “El Salmón” tiene una característica, la hicimos al mismo tiempo. Mientras Andrés componía la música y armaba la melodía, yo iba escribiendo la letra sin saber uno lo que hacía otro”.

Patadas en el culo y un intercambio siniestro

Al hablar de “El Salmón” -que también sirve como apodo de Calamaro-, el Cuino llega rápidamente al elogio. Contando sobre la forma en que se escribió la canción, describe lo que es “el gran arte de Andrés de hacer que una letra sea dócil hacia la melodía y hacia su deseo de cómo interpretarla”.

“Yo siempre digo que Andrés tiene el don de que cuando parece que hay una línea de letra no entra en la en la métrica planteada, él le da un par de patadas en el culo y entra”, resume.

Respecto al “denso” significado de la letra de “El Salmón”, Scornik insiste en que hay cosas que se dan con el tiempo. “Yo nunca me planteo voy a escribir sobre esto, voy a hablar sobre esto, excepto algunas algunos casos particulares y yo me fui dando cuenta de que “El Salmón tiene en su letra estas cosas muchas cosas pesadas, heavy, habla de pasta base, habla de (...) esto es muy personal, pero tiene que ver con un asesinato político que hubo acá en Argentina de un periodista, sería muy largo de explicar”.

Luego, al igual que la letra de la canción, la explicación del Cuino Scornik, uno de sus autores, se vuelve más sombría: Tiene que ver con el desencanto amoroso más profundo y termina proponiendo un intercambio realmente siniestro, que es amor por horror”.

Dame, dame, dame

Un poco de tu amor

Yo a cambio te ofrezco

Una montaña de horror

Publicidad