En una era en la que cualquiera puede acceder a casi cualquier cosa en Internet, los jóvenes blancos en Estados Unidos parecen estar particularmente en riesgo de verse expuestos a ideologías radicales en la web.

Efectivamente, muchos de los sospechosos de cometer tiroteos masivos en ese país tienen tres cosas en común: son jóvenes, blancos y hombres.

Se cree además que el sospechoso detrás del reciente tiroteo en El Paso, Texas, que dejó 22 víctimas mortales, publicó un manifiesto racista en la web, antes de cometer sus crímenes.

Y al día siguiente a este ataque, otro similar tuvo lugar en Dayton, Ohio. La policía que investiga lo ocurrido asegura que el atacante había estado influenciado por una "ideología violenta", aunque los motivos detrás del ataque no han sido revelados.

Los peligros de internet no son un tema de conversación nuevo entre padres y maestros.

Sin embargo, las más recientes tragedias han provocado un debate renovado sobre lo que las familias pueden y deben hacer al criar niños blancos en Estados Unidos.

Y en un post que se volvió viral, una madre estadounidense expresó recientemente su preocupación por el contenido extremista que envenena las mentes de los niños a través de internet.

Su opinión es que existen señales de advertencia a las que los padres deben prestar atención.

Memes sexistas, racistas y homófobos

"Las señales de advertencia comenzaron a aparecer ante nosotros cuando, hace aproximadamente un año: nuestros hijos comenzaron a hacer preguntas que parecían venir directamente de la ideología de supremacistas blancos", dice Joanna Schroeder, una periodista de Los Ángeles, quien es madre de tres hijos.

Schroeder le cuenta a la BBC que uno de ellos comenzó a compartir "posiciones de supremacistas blancos en tono 'de broma", haciendo preguntas como por qué los negros podían "copiar la cultura blanca pero los blancos no podían copiar la cultura negra".

La periodista comenzó a darse cuenta de que otros niños de su edad compartían memes sexistas y racistas, que probablemente provenían de foros digitales.

Y la semana pasada, los tuitsde Schroeder sobre como criar a los niños blancos en un mundo con tan fácil acceso a puntos de vista extremistas monitoreando sus redes sociales y a través de la enseñanza de la empatía, se convirtió en un tema de conversación generalizado.

"No todos los chistes indican que tu hijo está adoptando una ideología peligrosa", explica Schroeder.

"Pero la pregunta más importante que deben formular los padres cuando sus hijos hacen bromas racistas, sexistas u homofóbicas, es si sus hijos comprenden las implicaciones de lo que dicen", agrega.

Sus opiniones en Twitter rápidamente acumularon casi 180.000 Me Gusta, 8.500 comentarios y muchos usuarios las compartieron en otras plataformas.

Algunos, sin embargo, desestimaron sus sugerencias de rastrear las redes sociales de los adolescentes, argumentando que esto es una violación de su privacidad y una exageración.

Otros dijeron que estos argumentos no solo debían aplicarse a los niños blancos, y que centrarse en una raza hacía del problema algo menos inclusivo.

Y otros también señalaron con el dedo a los principales medios de comunicación por vincular opiniones y valores conservadores o no liberales con intolerancia y supremacía blanca.

Propaganda digital

Según expertos, los algoritmos de las redes sociales están alimentando un aumento de los puntos de vista extremistas en todo el mundo al crear cámaras de eco en internet.

Y aunque ciertamente no son solo los adolescentes los que se ven afectados por la propaganda digital, al menos en Estados Unidos parece que está impulsando especialmente a los hombres jóvenes a reaccionar más violentamente.

Un adolescente que respondió al tuit de Schroeder dijo: "He visto que esto le sucede a la gente que asistía conmigo a la secundaria. Noté cómo se formó una división entre los que se vieron muy afectados por esto y los que no".

Y Tom Rademacher, un maestro de octavo grado en Minnesota, cree que las escuelas pueden hacer más para intervenir e "interrumpir parte de esta radicalización", sin atropellar a ningún grupo político o ideológico en particular.

"Deberíamos enseñar pensamiento crítico y empatía. No deberíamos decirles a los niños qué pensar, pero sí podemos enseñarles a escuchar a las personas que piensan de manera diferente a ellos".

La propaganda digital toma diferentes formas. Un video de juegos en YouTube, por ejemplo, podría incluir una sugerencia de algo político.

"Y es probable que sea un contenido cuidadosamente seleccionado para atraer a hombres jóvenes", advierte Schroeder. "Y después de ver uno de esos, los próximos videos pueden volverse cada vez más extremos".

El problema no es además exclusivo de EE.UU.

A principios de este mes, The New York Times publicó una investigación sobre las formas en que YouTube ayudó a empoderar a la extrema derecha de Brasil al recomendar sistemáticamente canales de conspiración y contenido de extrema derecha a sus usuarios.

El periódico informó que en las escuelas brasileñas se han apreciado los efectos de este fenómeno, y que también se puede apreciar en su sistema de salud pública y, por supuesto, en la política.

De hecho, antes de resultar electo, el presidente brasileño Jair Bolsonaro era una estrella en la comunidad de extrema derecha de YouTube, en Brasil.

Hablando de raza

La motivación detrás de los tiroteos masivos puede variar enormemente, y a veces la policía es incapaz de encontrar las razones por las que se cometen estos crímenes.

Pero el FBI está cada vez más inclinado a clasificar tales ataques como "terrorismo doméstico", como sucedió recientemente con El Paso y la tragedia del festival del ajo en California.

Esto significa que el organismo considera que existen conexiones con un grupo dentro de Estados Unidos que promueve este tipo de ideología.

En julio, el director del FBI, Christopher Wray, dijo al Senado estadounidense que la mayoría de los casos de terrorismo doméstico estaban "motivados por alguna versión de lo que podríamos llamar violencia de supremacismo blanco".

Y Margaret Hagerman, una profesora de sociología de la Universidad Estatal de Mississippi pasó dos años estudiando a un grupo de familias blancas ricas y la forma en que discutían y enseñaban el tema de la raza, dice que se sorprendió al aprender que muchos de estos padres creían que sus hijos no tenían prejuicios raciales..

"Cuando pasé tiempo a solas con los niños o cuando los observé mientras andaban con amigos, era muy evidente que tenían todo tipo de ideas sobre la raza, el racismo y la desigualdad", dice.

La socióloga opina que los padres deberían pensar en cómo construyen la educación de sus hijos, y cómo vivir en un vecindario mayoritariamente blanco e ir a una escuela mayoritariamente blanca, por ejemplo, podría "transmitir mensajes particulares" que dejen a los niños sin preparación para enfrentar cosas como la propaganda de los supremacistas blancos en internet.

"A menudo escucho a los padres decirme que se sienten incómodos al hablar sobre el racismo con otros adultos. Eso me sorprende, porque si los adultos blancos no pueden tener conversaciones sobre el racismo en Estados Unidos con otros adultos blancos, no entiendo cómo piensan ellos que están preparados para tener esas conversaciones con niños", dice Hagerman.

Profundos cambios culturales

El profesor Rademacher le contó a la BBC sobre un grupo de niños blancos que, durante sus clases, se burlaba repetidamente de la raza, el género y la sexualidad de una manera que él cree que provenía de foros digitales.

Regañarlos no logró frenar este comportamiento, por lo que el profesor los invitó a una charla durante el almuerzo.

Un estudiante le dijo que "como niños blancos, estaban tan constantemente preocupados por ser llamados racistas que se hacían bromas entre ellos dentro de su chat grupal privado casi como una forma de humor negro, para jugar con lo que más les daba miedo y por lo que se sentían más atacados".

Rademacher dice que después de una conversación sobre cómo compartir sus sentimientos, algunos de los niños incluso se unieron al grupo de liderazgo antirracista de la escuela.

"Todavía son niños pequeños", enfatiza Rademacher. "Están tratando de averiguar dónde quedan los límites. Por qué algunas cosas son divertidas y por qué otras cosas son ofensivas".

El profesor piensa que los adolescentes blancos son más vulnerables a la "radicalización" debido a los profundos cambios culturales que están viviendo, como los memes, los videojuegos y la cultura nacionalista blanca.

Todo esto, opina, pueden superponerse frente a ellos, haciéndoles demasiado fácil comenzar en un lugar y deslizarse hacia el otro sin darse cuenta.

Posibles soluciones

Schroeder, por su parte, dice que los padres deben intervenir, ya que los niños no suelen detenerse a examinar críticamente los argumentos que escuchan en internet.

Y la periodista sugiere que los padres pregunten dónde escucharon una determinada idea y que pidan a los jóvenes interpretar su contexto.

"Siempre trato de comenzar con: 'Sé que no tienes intención de lastimar a nadie, así que quiero explicarte por qué esa broma no es apropiada y por qué es hiriente. De esa manera sabrás por qué no debes decir eso de nuevo'", explica Schroeder.

Rademacher, sin embargo, dice que también es importante que los maestros tengan en cuenta que los padres también pueden ponerse a la defensiva si se les habla mal de sus hijos.

"Enviar un correo electrónico a un padre y decirle que creo que su hijo será un nacionalista blanco, es una irresponsabilidad", advierte.

Pero muchos padres están preocupados por lo la información a la que sus hijos tienen acceso en línea.

"Los errores tontos que solíamos cometer son ahora los mismos por los que puedes salir en las noticias durante una semana. Entonces, si puedes hacer que los padres colaboren en este sentido, es mucho mejor", sostiene Rademacher.

El maestro dice que implementar algunas de estas ideas en un plan de estudios de un año sería una manera fácil de abordar la radicalización de internet. Y que los padres que temen que se trate de un programa "anti-blancos" están equivocados.

"Lo que quiero decir es que el aula puede ser un lugar donde los niños pueden explorar, sin necesidad de avergonzarlos. Cuando caemos en esto, los estamos empujando hacia un camino mucho más negativo".

En palabras de Schroeder: "Nuestros hijos necesitan saber que esperamos que sean amables, respetuosos y honestos, no porque pensemos que ya no son esas cosas, sino porque sabemos que tienen una bondad innata dentro de ellos".


 

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