Juan Urrutia Zúñiga tenía 58 años en el momento que fue asesinado al interior de un bus del sistema RED cuando intentó defender a un joven que era asaltado.
Urrutia se trasladaba hacia la comuna de Estación Central para celebrar el cumpleaños de su hijo, e incluso iba con una torta, cuando lo atacaron con un arma blanca.
11 días después de ese trágico hecho, el hermano de Juan, Robinson Urrutia, sufrió una encerrona al salir de la casa de sus sobrinas. “Paré en la esquina de Ictinos con Grecia (Peñalolén) por la luz roja. No me di cuenta cuanto tenía a cuatro cabros chicos arriba de mi auto”, relató a LUN.
“Eran puros cabros chicos. Una niña que no tenía más de 14 y tres muchachos de 16 y 17. Ni siquiera me pidieron que bajara del auto. No comprendí su nivel de agresividad. Uno de los cabros se sentó atrás, me agarró del cuello y me puso una pistola en la cabeza”, explicó.
Urrutia relató que otro “se sentó en el asiento del copiloto, sacó un punzón y me atacó en el pecho. Atiné a levantar mi brazo derecho. Recibí seis estocadas en el pecho y en el brazo”.
“Mientras me asaltaban me acordaba de mi hermano apuñalado en la micro y pensaba 'no quiero morir'. Me di cuenta de que a estos cabros no les importa la vida. El objetivo era hacerme daño, matarme. Al final el que estaba atrás me pegó un cachazo en la cara con la pistola. Ahí logré bajarme”, agregó Urrutia.
Tras varios días encontró su auto a diez cuadras de donde sufrió el robo, estaba sin la rueda de repuesto y sin sus documentos. “Los cabros salen a robar por la adrenalina. Yo pienso que ellos sienten que están en un videojuego. Tampoco tenían caras de malandra. Parecían adolescentes normales”, afirmó.