Hace más de dos meses que Fahrid y Bryce abandonaron Guinea, en el centro de África, para buscar un mejor país donde vivir.
Viajaron en avión hasta Brasil, y de allí emprendieron un periplo por autobuses, botes y a veces caminando, entre Perú, Ecuador, Colombia, Centroamérica y el sur de México.
Ahora en Tapachula, Chiapas, ciudad fronteriza con Guatemala, descansan en un hotel mientras consiguen dinero para viajar a Ciudad de México, y de allí a Estados Unidos.
"Salí de mi país por problemas políticos, estaba en un partido de oposición. Ahora estamos buscando un lugar donde podamos vivir mejor", le dice Fahrid a BBC Mundo.
Los jóvenes forman parte de una silenciosa oleada de migrantes africanos que desde hace varios meses llega a México.
No se sabe cuántas personas de esa región cruzan la frontera.
Un vocero del gubernamental Instituto Nacional de Migración (INM) le dice a BBC Mundo que no han detectado "una presencia importante" de africanos.
Pero el número va en aumento. En 2013 el Instituto detuvo a 545 personas provenientes de África.
Dos años después, en 2015, la cifra aumentó casi cuatro veces: los capturados fueron 2.045, en su mayoría somalíes.
La cifra se cuadruplica
Tapachula es uno de los principales puertos de entrada de migrantes a México, y por lo mismo en varias ocasiones recibió africanos.
Pero su llegada era esporádica, y casi siempre se trataba de personas que viajaban solas o con un acompañante.
Ya es distinto, le dice a BBC Mundo Claudette Walls, representante de la Organización Internacional para las Migraciones en Tapachula.
Antes, cuenta, detectaban "uno o dos casos", pero ahora el fenómeno se extendió.
La mayoría de los migrantes que cruzan por México hacia Estados Unidos son centroamericanos. En la imagen, emigrantes en el tren de carga conocido como "La Bestia".
Las personas que llegan de esa región mantienen un patrón distinto al de la mayoría de los centroamericanos que ingresan al país sin documentos migratorios.
Muchos se entregan al INM para conseguir un oficio de salida.
El documento les permite quedarse en México durante 30 días, sin riesgo a ser deportados y mientras consiguen la forma de abandonar el territorio.
Otros permanecen unos días en hoteles de la ciudad, y luego se trasladan en autobuses o avión hacia la frontera con Estados Unidos.
La presencia de africanos llama la atención de especialistas y organizaciones civiles.
"La visibilidad más fuerte es en la estación migratoria", explica Claudette Walls. "Nos damos cuenta que hay una fuerte migración extra continental de África pasando por acá".
Ruta compartida
La ruta que siguieron Fahrid y Bryce es una de las más utilizadas por los migrantes africanos.
Hay varias razones: la histórica cercanía de Brasil con África, y la decisión de algunos países como Ecuador que en 2008 decidió no solicitar visa a ciudadanos de ese continente.
Pero también es el camino que utilizan los grupos internacionales de tráfico de personas.
Los migrantes africanos se concentran en Tapachula, Chiapas. En la image, un inmigrante de Somalia lee el Corán en un albergue de esa ciudad.
De acuerdo con especialistas las bandas suelen trabajar de manera similar a las grandes compañías legales, es decir, establecen alianzas y acuerdos con organizaciones locales.
Así, un grupo se encarga de sacar a las personas de África, otro de trasladarlos por Sudamérica y uno más de su recorrido por la región central del continente.
Cuando llegan a México la misma red se encarga de llevarlos por el país hasta ciudades fronterizas, especialmente Tijuana o Ciudad Juárez.
En el territorio mexicano las bandas suelen pagar a grupos como Los Zetas, y en el último año también al Cartel Jalisco Nueva Generación.
El periplo cuesta entre US$5.000 y US$10.000 según la región de origen del migrante.
Ayuda
Es una de las características de la diáspora africana, señala Claudette Walls.
"No cualquiera puede costear el viaje, son dos o tres meses de tránsito", explica.
Son personas con más recursos económicos que los migrantes promedio, y en muchos casos también con un mayor nivel de estudios.
También cuentan con familiares o amigos en sus países de destino, como Estados Unidos, quienes les ayudan a integrarse en sus comunidades.
Una ventaja que no tienen otros flujos como los centroamericanos, donde la mayoría son jóvenes sin dinero o que huyen de la violencia de pandillas Maras.
Sin embargo, el largo y accidentado viaje no deja de ser toda una odisea.
Hashed (izquierda), de Eritrea e Ismael, Somalí, se conocieron en Panamá y viajaron juntos hasta México. Foto cortesía Animal Político.