Bielorrusia y Polonia son culpables de "graves violaciones de los derechos humanos" contra migrantes y personas que solicitan asilo en su frontera común, declaró el miércoles la ONG Human Rights Watch.
Según su informe, los dos gobiernos "tienen la obligación de impedir nuevas muertes, garantizando un acceso humanitario constante a las personas bloqueadas en esta zona fronteriza".
Los investigadores de HRW indican que mantuvieron encuentros con 19 personas cuyos testimonios muestran que algunas de ellas fueron "obligadas a retroceder, a veces violentamente, por los guardias fronterizos polacos".
HRW subraya que estos rechazos, "violan el derecho de asilo previsto por la ley europea" y por ello pide a la Unión Europea (UE) que "comience a mostrar solidaridad con las víctimas a ambos lados de la frontera, que sufren y mueren".
En Bielorrusia, prosigue la ONG, la "violencia, el trato inhumano y degradante, así como la presión ejercida por los guardias fronterizos bielorrusos son algo habitual".
Estos comportamientos han llegado "en algunos casos a ser actos de tortura, lo que implica una violación de las obligaciones jurídicas internacionales de Bielorrusia".
"Bielorrusia creó esta situación sin preocuparse de las consecuencias humanas y Polonia comparte la responsabilidad del sufrimiento agudo en esta zona fronteriza", declaró en un comunicado Lydia Gall, experta para Europa y Asia central en HRW.
El informe señala que tres personas acusaron a los guardias fronterizos polacos de haber separado a sus familias, incluyendo a padres de sus hijos, llevando al hospital a quien necesitaba cuidados y expulsando a Bielorrusia al resto.
Gall pidió a los dos países que "pongan fin a estos rechazos que son una especie de ping-pong y permita a los observadores independientes, sobre todo a periodistas y defensores de derechos humanos, acceder a estas zonas".
Según informaciones publicadas por la prensa, al menos 11 personas murieron a ambos lados de esta frontera en las últimas semanas.
La UE y Estados Unidos acusan a Bielorrusia de orquestar la crisis migratoria, en respuesta a las sanciones europeas contra el presidente Alexander Lukashenko, que lleva casi tres décadas en el poder. El dirigente fue reelegido en 2020 en una comicios controvertidos que se vieron seguidos de multitudinarias manifestaciones opositoras violentamente reprimidas.
Según Bielorrusia en estos momentos hay unos 7.000 migrantes en su territorio.