El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue dado de alta este domingo, cuatro días después de ser ingresado con graves problemas intestinales.
Bolsonaro, de 66 años, había estado sufriendo hipo persistente durante 10 días.
Desde entonces, en su país ha habido una creciente preocupación por la salud del líder de extrema derecha, quien fue apuñalado en los intestinos mientras hacía campaña en 2018.
Bolsonaro resultó gravemente herido en el ataque y perdió el 40% de su sangre y, desde entonces, ha tenido que ser operado en varias ocasiones.
En esta ocasión, los médicos determinaron que el hipo se debía a una obstrucción en el intestino, que no requirió cirugía.
Bolsonaro había dicho que estaría de regreso en su oficina el lunes por la mañana.
"Solo Dios puede sacarme de esa silla", dijo al salir del hospital, en referencia a la presidencia.
"Quería irme desde el primer día, pero no me dejaron. Espero que en 10 días esté comiendo costillas asadas, comiendo cualquier cosa", agregó.
Acusaciones en su contra
El mandatario también rechazó las recientes acusaciones de corrupción contra su exministro de salud, señalado como parte de un esquema para comprar vacunas contra el coronavirus a un precio excesivo.
Las acusaciones son parte de una importante investigación del Congreso sobre la respuesta del gobierno brasileño a la crisis por el covid-19.
Después de dos años y medio de una presidencia controvertida, Bolsonaro está bajo una presión creciente por su manejo de la pandemia.
A principios de mes, decenas de miles de personas salieron a las calles para protestar tras las acusaciones de corrupción.
El líder brasileño ha sido fuertemente criticado por la falta de una respuesta nacional a la crisis y su escepticismo hacia las vacunas, las cuarentenas y el uso de mascarillas.
El mes pasado, las muertes por covid-19 superaron las 500.000, la segunda más alta del mundo después de Estados Unidos.
El propio Bolsonaro se enfermó de coronavirus hace un año, pero se ha recuperado por completo.