por Pedro REPARAZ
Ciento ochenta títulos, 60 trofeos en torneos Masters 1000 y 37 en Grand Slams entre ambos... la rivalidad histórica entre Rafael Nadal y Roger Federer no pudo vivir su episodio número 39 este sábado en semifinales del Masters 1000 de Indian Wells luego de que el español se retirara por una lesión en la rodilla derecha.
"Me levanté esta mañana sintiendo que mi rodilla no estaba suficientemente bien como para jugar unas semifinales de un evento como este", dijo cabizbajo en conferencia de prensa minutos después de que la organización anunciara su baja.
"A veces me siento triste porque me siento en desventaja contra el resto de mis oponentes, en términos de preparación, de prácticas y a veces de competición. Pero por otro lado he vivido grandes momentos así que voy a seguir hacia adelante, haciendo las cosas que funcionan bien para mí", explicó.
Nadal había sufrido molestias el viernes en su partido de cuartos contra el ruso Karen Khachanov, al que derrotó 7-6 (7/2), 7-6 (7/2), y decidió retirarse este sábado con la temporada de tierra batida como objetivo para su vuelta.
La segunda raqueta mundial explicó que desea regresar para el torneo de Montecarlo, que se disputa del 15 al 21 de abril.
El español, que reconoció haber sentido "dos pinchazos" en la víspera, sufre una tendinitis en la rodilla derecha que lo acompaña desde hace años y que ya provocó su abandono en las semifinales del Abierto de Estados Unidos, cuando perdía dos sets a cero con el argentino Juan Martín del Potro.
"Tengo esto desde hace mucho tiempo. Algunos momentos son mejores, otros peores pero siempre está ahí. Siempre me limita a practicar menos de lo que querría y a jugar menos de lo que querría", agregó ante los medios.
"Yo tengo problemas en mi rodilla siempre, tengo dolor en mi rodilla casi siempre. Estaba en un momento más o menos bueno. Estaba feliz de la manera en la que estaba respondiendo mi cuerpo. No es que esté cojo, es que no tengo la confianza", profundizó sobre su dolencia.
Un duelo histórico... para otro moment
Hablar de tenis es hacerlo de los duelos entre Nadal y Federer, que forman ya parte del Panteón del deporte por méritos propios.
Como ellos mismos se han encargado de repetir a lo largo de los años, han mejorado y crecido gracias al otro. Se han retroalimentado a través de su competitividad. Han superado barreras y derribado muros viéndose jugar.
Amigos fuera de la pista, dentro han protagonizado algunos de los encuentros más brillantes de la historia, como aquella final de Wimbledon en 2008, el para muchos mejor choque de siempre. Ganó Nadal, pero, sobre todo, ganó el tenis.
La baja del español evitó el trigesimonoveno duelo entre los dos, con un balance de 23 victorias para el español y 15 para el suizo, que se mantuvo al no haber llegado a saltar a la pista.
"Ha sido un gran viaje al lado de Rafa", había dicho el viernes Federer.
Un viaje que los llevó a alternarse el primer puesto de la ATP durante 506 semanas o, lo que es lo mismo, compartir casi 10 años de hegemonía en lo más alto del circuito.
Federer se enfrentará ahora en la final al ganador del choque entre el canadiense Milos Raonic y el austriaco Dominic Thiem, que juegan ya en el estadio central del torneo del desierto californiano.