Los resultados de un estudio publicado esta semana desataron un debate sobre nutrición que sigue ardiendo.

Resulta que durante la década de los años 70 y 80 empezó una insistente campaña para que evitáramos las grasas saturadas, pues se dijo que eran malas para el corazón.

Pero ahora parece que el movimiento contra alimentos como el queso y la mantequilla -que le hizo tanto bien a la industria de los productos bajos en grasa- estaba basado en supuestos erróneos.Main

Un grupo de científicos revisó toda la información que existía cuando se hicieron esas afirmaciones y escribió en la revista Open Heart que "los resultados del metaanálisis apoyan la hipótesis de que las (pruebas controladas aleatorias) disponibles no respaldaban la introducción de recomendaciones sobre las grasas en la dieta para reducir el riesgo (de enfermedad cardíaca coronaria) o mortalidad relacionada".

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El estudio añade: "Ese asesoramiento nutricional no requiere meramente de una revisión; no debió haber sido introducido".

¿Será hora de que abandonemos los yogures bajos en grasa (pero llenos de azúcar), las seudomantequillas y demás productos que nos hemos acostumbrado a elegir pensando que son más sanos, a pesar de que a menudo tienen ingredientes agregados para compensar lo que se pierde en sabor?

Quizás no: desde la publicación de los resultados del estudio, varios expertos han salido a defender las recomendaciones originales.

De hecho, en la página editorial de la misma revista, Rahul Bahl, del Royal Berkshire NHS Foundation Trust, en Reino Unido, pidió cautela.

"Es cierto que hay un sólido argumento respecto a que designar a la grasa saturada como el principal villano de la nutrición nos ha distraído de los riesgos que suponen otros nutrientes, como los carbohidratos. Pero reemplazar una caricatura por otra no parece ser la solución".

Para Christine Williams, profesora de nutrición humana de la Universidad de Reading, alegar que la evidencia era insuficiente es "equivocado y potencialmente peligroso".

¿Entonces?

Hay algo en lo que los expertos parecen estar de acuerdo: el equilibrio es la clave de una buena dieta.

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El asesoramiento nutricional moderno deja claro que ningún nutriente o tipo de alimento es el villano por excelencia. Dejar de ingerir grasas o excluir el azúcar o cortar los carbohidratos no es la manera de mantenerse bien o perder peso saludablemente.

La mayoría de los dietistas concuerdan en que no existe la súper comida. No hay nada, por más exótico que sea, que pueda proveer todos los nutrientes que necesitamos.

¿Qué debemos poner en nuestros platos?

  • Muchas frutas y vegetales
  • Un poco de pan, pasta y otros alimentos ricos en almidón
  • Añade algo de carne, pescado o lentejas
  • No demasiada grasa, sal o azúcar

¿Y qué pasa con la leche y los productos lácteos?

Debido a que son buenas fuentes de proteína y calcio, la leche y los productos lácteos pueden formar parte de una dieta sana.

Pero deben consumirse con moderación. El queso, por ejemplo, puede contener mucha sal y grasa.

Comida mediterránea

Varios expertos aseguran que la mejor manera de poner todos estos consejos en un plato es disfrutar menús de estilo mediterráneo.

La dieta mediterránea ha sido vinculada repetidamente a beneficios para la salud, como reducir el riesgo de enfermedades del corazón.

Se caracteriza por la abundancia de vegetales, frutas frescas, cereales integrales, aceite de oliva y nueces, así como pollo y pescado, más que carne roja y mantequilla o grasas animales.

No obstante...

No hay una fórmula invariable para una buena dieta. Tus necesidades nutricionales dependen en parte de tu edad y cuán activo eres.

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Lo que sí es claro que a medida que los niveles de obesidad suben, no hay un tipo de comida que por sí solo tenga toda la culpa.

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