AFP
Los mandatarios de la región Asia-Pacífico se reunieron este domingo en Port Moresby, en el último día de una cumbre anual marcada por un tira y afloja entre China y Estados Unidos, en un contexto de lucha de influencias en la región.
Pekín y Washington están inmersos en una guerra comercial potencialmente devastadora para la economía mundial, según los expertos.
El sábado, dieron cuenta de sus divergencias en sendos discursos el presidente chino, Xi Jinping, y el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, antes de la apertura de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
Este domingo, los 21 países miembros (que representan en conjunto el 60% del PIB mundial) tendrán que ponerse de acuerdo para emitir un comunicado conjunto. Pero, a unas horas del cierre, los diplomáticos apenas lograban hallar un consenso, especialmente en lo tocante a políticas comerciales. Algunos admitían, en privado, que quizá no hubiera declaración común.
No se sabía si esas dificultades se debían a los desacuerdos entre Xi y Pence.
Pence, en un discurso ofrecido en un foro de empresarios, instó el sábado a los países de la zona a no ceder a las sirenas de una diplomacia de chequera por parte de China "en el mejor de los casos, opaca".
"Nosotros no ahogamos a nuestros aliados en un mar de deudas", afirmó. "No oprimimos, no corrompemos, no comprometemos vuestra independencia".
Unos minutos antes, el presidente chino, estrella incontestada de la cumbre en ausencia de Donald Trump y de Vladimir Putin, defendió el titánico programa de inversiones eurasiáticas de su país y recalcó que no se trataba "de una trampa, como lo presentaron algunos".
'Conversación franca'
Pese a los encendidos discursos, la cumbre comenzó sin sobresaltos y los dirigentes terminaron la jornada con la tradicional foto de familia, vestidos este año con camisas amarillas o rojas estampadas.
Xi y Pence hablaron brevemente en la cena de gala.
"Hablé dos veces con el presidente Xi durante esta conferencia. Tuvimos una conversación franca", declaró el domingo a los periodistas el presidente estadounidense.
Por otro lado, Washington anunció el domingo un proyecto conjunto con Australia, Japón y Nueva Zelanda para acelerar la red de electricidad en Papúa Nueva Guinea y que el 70% de la población tenga acceso a ésta (frente al 13% actual).
Papúa Nueva Guinea es uno de los escenarios de la guerra de influencias librada por Estados Unidos y China en el Pacífico. Xi, por su parte, inauguró el viernes en Port Moresby un "Bulevar de la Independencia" financiado por Pekín.
En los últimos meses, Washington, y después Pekín, impusieron aranceles aduaneros punitivos sobre sus respectivas importaciones, pero el excedente bilateral chino no ha hecho más que seguir rompiendo récords.
El líder chino se erigió en paladín del multilateralismo al atacar directamente al "proteccionismo y al unilateralismo".
Combativo, Pence respondió que Washington no cederá sobre las cuestiones aduaneras "hasta que China cambie sus maneras".
Ante la ausencia de Trump, la cumbre tiene un perfil relativamente bajo y el foco se puso en la elección de Port Moresby como sede, una ciudad con unas altas tasas de criminalidad.
Como medidas de seguridad, pero también por razones logísticas, funcionarios y periodistas se alojan en tres enormes cruceros atracados en el puerto, procedentes de Australia.