El próximo 18 de mayo se cumplen 19 años de la tragedia de Antuco, en la que 45 soldados murieron tras una marcha forzada en medio de una tormenta de nieve. Pese a que ya han pasado casi veinte años de la tragedia, las heridas se abren cuando se repiten algunas historias.
Tras la muerte del conscripto Franco Vargas en Putre, Carlos Álvarez, presidente de la agrupación de sobrevivientes de Antuco, en una entrevista con El Mercurio, habló de los recuerdos que aún viven en su memoria tras los difíciles años y el abandono que ha sentido por parte del Estado.
Según el relato de Carlos, quien ingresó al Ejército como voluntario esperando surgir y tener mejores oportunidades, señaló que -luego de esta tragedia- varios sufrieron en solitario, cayendo en el alcoholismo y la depresión. "Como no tuvimos tratamiento psicológico, es complicado. Hemos tenido que ir aprendiendo a llevar todo con el paso del tiempo". Sin embargo, a menudo se repiten situaciones que reviven su historia.
La muerte del conscripto Franco Vargas en Putre
La muerte del conscripto Franco Vargas, de la Brigada Motorizada N° 24 de Huamachuco, el 27 de abril en Putre, tiene bastantes similitudes con lo que les pasó a ellos, dice Carlos. "Por lo que he leído y escuchado, también es un tema de egos (...) porque los que son superiores se creen como dioses y se tiene que hacer lo que ellos dicen. Nosotros, cuando marchamos (en Antuco), perfectamente en algún momento podríamos habernos devuelto. Pero decidieron seguir. Aquí se ha dicho -las versiones hasta este momento- que los soldados andaban con polera, a las 7 de la mañana, en el desierto. Pensé que habían aprendido de lo que pasó con nosotros, que no pasó a la ligera que no tuviéramos la ropa adecuada para la nieve", expresa.
Con eso, espera que no se cometan los mismos errores y que "los
soldados que estuvieron ahí se puedan asesorar bien, porque nosotros no lo hicimos y nadie nos prestó una ayuda que era necesaria en ese momento", afirma.
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Además, valora las medidas que ha tomado el general Iturriaga, después de que llamara a retiro a los principales mandos militares del norte. Sin embargo, no cree que se asuman las responsabilidades penales. "Está bien la medida que los den de baja, lo que no pasó con nosotros. En nuestro caso, los enviaron a otras unidades y así los escondieron. Creo que ahora nadie pagará con cárcel. Y para la familia del soldado no hay consuelo", lamenta.
"Acá tuvimos un solo culpable, que fue Patricio Cereceda, a quien le dieron una condena de cinco años y un día, la cumplió en un recinto militar en Peñalolén, donde tenía todo tipo de beneficios, como estar con su familia. ¿Qué tipo de condena es esa? ¿Quién paga asi? Y Cereceda el año pasado, cuando comenzó la guerra entre Ucrania y Rusia, dio unas charlas explicando el conflicto. O sea, ¿cómo nos sentimos nosotros como sobrevivientes? ¿Cómo se sienten nuestras familias? Si ven que la persona que fue la responsable de lo que pasó, de 45 personas que fallecieron, está trabajando para el Ejército. Es casi como una burla, Además, fue el único culpable, y los demás que estuvieron ahí, que no ayudaron, que se arrancaron, no pagaron", expresa.
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Si bien, recibieron algunas compensaciones económicas, señala que no fue suficiente, además, afirma que hay cinco sobrevivientes a los que el Estado les dio una pensión de gracia. "En su momento se iba a buscar que fuera para todos, pero solo dieron esas". Después, el Ejército extendió dos pensiones a dos sobrevivientes de la Compañía Mortero.
"Con el paso de los años, cada vez nos van apareciendo más cosas". Las más repetidas son los dolores musculares y lumbares. "Hay compañeros que ya están con escoliosis, algunos leve, otros moderado, otros más grave, pero a todos en cierto modo nos está afectando".
Aunque fue en 2005 cuando vivió en carne propia el terror de la montaña, Carlos todavía tiene traumas y recuerdos que le provocan pesadillas y dolores. Según contó a El Mercurio, su pareja le propuso ver la película 'La Sociedad de la Nieve' y no fue una buena idea, ya que le dio una crisis y tuvo que ser contenido.
El frío de la octava región, en Los Ángeles, específicamente, tampoco le permite deja atrás algunos recuerdos, ya que le provoca dolores en manos, brazos y rodillas, incluso llega a despertar llorando del dolor de piernas por las bajas temperaturas. "No hemos tenido un tratamiento adecuado", relata.
Álvarez, pide que en este momento les den ayuda psicológica. "Ver a un compañero que se queda.. no es algo que vas a superar en un día, una semana o un mes. Necesitas una terapia y también ser constante. Si no, vas a perder la oportunidad de poder sanarte como corresponde, concluye.
Con esto, acusa que cuando tuvo que renunciar a la institución por crisis de pánico por estrés postraumático debido a la pandemia, nunca lo enviaron al Hospital Militar para chequeo psicológico.