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"Blanca oscuridad": estrenan documental centrado en la tragedia de Antuco

"Blanca oscuridad": estrenan documental centrado en la tragedia de Antuco
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El trabajo audiovisual de Juan Elgueta Ortiz llega a las salas locales el jueves 4 de mayo.
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Han pasado casi 12 años de la tragedia de Antuco, donde 45 soldados murieron de hipotermia en la que es considerada la peor catástrofe vivida por militares chilenos en tiempos de paz.

Y el cineasta Juan Elgueta Ortiz fue el encargado de reconstruir las circunstancias del lamentable episodio a través de inéditas imágenes de archivo de los jóvenes dos meses antes de su muerte y de testimonios de sobrevivientes y familiares. Así, compone un infierno blanco en el que, entre reflexiones y nuevas luces, también detalla cómo funciona el proceso de la hipotermia a través de un didáctico cortometraje.

"Blanca oscuridad" es el título de este trabajo y éste forma parte de los estrenos del programa Miradoc. Recorrerá el circuito de salas -desplegadas en todo el país- a partir del 4 de mayo.

La génesis del documental

La tragedia de Antuco es uno de los episodios más recordados por la memoria colectiva chilena reciente. Ocurrida el 18 de mayo de 2005, difícilmente se borrará de la memoria de un país que durante ese fin de semana largo siguió a través de los medios lo que parecía la crónica de una muerte anunciada. Confirmada la muerte de los 44 jóvenes conscriptos y un sargento, se decretaron tres días de duelo nacional.

El origen de "Blanca oscuridad" se remonta a la ópera “Viento blanco”, de Sebastián Errázuriz. “Mis amigos Felipe y Rodrigo Ossandón me pidieron realizar un documental sobre la composición, escritura y puesta en escena de la ópera. Esta fue realizada para la conmemoración de los 150 años del Teatro Municipal de Santiago y relataba la historia de la tragedia de Antuco”, cuenta Elgueta, a lo que agrega que "fue trabajando en ese documental, ‘Huellas en la nieve’, que me fui sumergiendo en la historia de esta tragedia y me fui dando cuenta que ya habían pasado 5 años. Aparte de las noticias y uno que otro programa de TV, nadie había producido un documental que abordara esta historia desde una perspectiva más profunda y menos mediática, que lograra impedir que se olvidara rápidamente, como el Estado así pretendía”.

El director confiesa que las historias que algunos de los sobrevivientes "me contaban de su experiencia post tragedia me hicieron recordar la mía tras un accidente automovilístico que tuve a mis 21 años y que casi me cuesta la vida”, a lo que añade que “poco a poco me empecé a sentir de alguna manera conectado con sus vivencias, lo que le dio mayor sentido a mi necesidad de meterme en este proyecto”.

En el fondo, de acuerdo a su director, "Blanca oscuridad" habla sobre jóvenes que, para hacer reales sus sueños o simplemente huir del letargo de la pobreza, concentran sus vidas en la carrera militar, una existencia alternativa con el fin de cambiar sus destinos "que parecen irreversibles".

5 años de trabajo

El proceso de investigación para este documental se realizó en Los Angeles con el contacto de las familias de reclutas fallecidos y sobrevivientes, y el trabajo en total se llevó a cabo en 5 años.

“Íbamos a marchas, conmemoraciones y velatones, en las cuales tanto las familias de fallecidos como sobrevivientes buscaban tener respuestas de lo sucedido, agruparse, como también buscar indemnización, tratamientos sicológicos o simplemente una empatía por parte del Estado de Chile”, declara el realizador, añadiendo que “en estos eventos era donde conocimos a nuestros personajes y a quienes nos ayudaron en la investigación".

Para el director era importante hacer un documental que no tuviera como misión buscar culpables, dar datos judiciales y enfocarse en el melodrama, sino que desarrollar una perspectiva más filosófica de la condición humana: "buscábamos una reflexión en nuestra sociedad sobre la manera en que hoy en día lidiamos con este tipo de eventos y que, en mi opinión, debido al mundo en el que vivimos, siempre impera el ‘tenemos que seguir adelante’, ‘sin detenerse’ o ‘no parar’, lo que no nos da cabida a tener, aunque sea por un momento, la posibilidad de vivir el dolor sin presiones y sin culpas”.