Tras poco más de dos meses, la Corte Suprema determinó que será la justicia ordinaria, y no la justicia militar, la encargada de investigar la marcha de conscriptos en Putre que terminó con la muerte del joven Franco Vargas, y con una decena de soldados enfermos y con heridas.
El caso conmovió al país y la atención se centró en el Ejército que entregó versiones contradictorias de los hechos, las que posteriormente fueron aclaradas por el propio comandante en jefe, Javier Iturriaga, quien aseguró que la información entregada públicamente por la institución no había sido “precisa”.
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Esto llevó a que posteriormente seis oficiales que participaron de la marcha del regimiento Huamachuco de Putre fueran dados de baja, por su responsabilidad en el caso que terminó con la muerte de Franco Vargas.
La muerte de Franco Vargas
El joven conscripto falleció luego de descompensarse en una marcha militar en el sector de Pacollo, en Putre, que estaba realizando junto al resto de los conscriptos que realizaban su servicio militar. De acuerdo al relato de los propios jóvenes que posteriormente abandonaron el Ejército, no contaban con su equipaje adecuado, ni tampoco con las condiciones de higiene mínimas en el lugar.
Vargas habría presentado problemas de salud, pero no habría sido atendido oportunamente por el personal del Ejército en el lugar. Si bien desde la institución castrense aseguraron que el joven fue trasladado hasta el Centro de Salud Familiar de Putre (Cesfam) y había llegado con signos vitales al lugar, esto fue desmentido por el propio director del centro de salud.
Además, desde el Ejército aseguraron que los conscriptos tenían el equipamiento adecuado para afrontar las bajas temperaturas de la madrugada de Putre, lo que también ha sido desmentido por los mismos conscriptos que decidieron abandonar su servicio militar, y sus familiares.
“Hubo falta de diligencia y omisiones para pesquisar adecuadamente y en un tiempo prudente falsedades y tergiversaciones que conducen a las responsabilidad de mando de las máximas autoridades de la zona”, reconoció el general Iturriaga.
Consumo de alcohol y violencia de género en el Ejército
Un grupo de conscriptos que decidió abandonar el Ejército luego de lo ocurrido con el conscripto Vargas, y relataron distintas situaciones que ocurrieron aquellos días de su servicio militar, como consumo de alcohol por parte de sus superiores, maltratos y violencia.
En un querella ingresada por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) los soldados relataron estas situaciones sobre malos tratos, golpizas al menos a 45 soldados que habrían sido sometidos a golpes de pies y puños, y el no permitir utilizar la ropa adecuada para soportar temperaturas extremas durante el entrenamiento.
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Sin embargo, los conscriptos denuncian también maltrato verbal permanente por parte de sus instructores; ya sea dichos homofóbicos, frases de connotación sexual, o dichos crueles sobre el mismo fallecido soldado Franco Vargas.
“Todas estas situaciones ocurrieron dentro de un contexto de maltrato verbal permanente, con frases homofóbicas tales como: ‘eres niñita, maricón, amariconado, lesbiano’; otras frases de connotación sexual, como: ‘la maraca de tu polola está saltando encima de otro weón, pelao cornúo’, ‘te están cagando con otro, pelao cachúo’”, dice la querella.
“‘Hay que cruzar la frontera y violar a las peruanas, antes que vengan los peruanos a violar a tu mamá o a tu hermana’”, eran otras de las frases que decían los instructores según la querella.
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“En la ‘enfermería’ les trataban con desprecio con frases como ‘roto asqueroso’, y el trato permanente y habitual era ‘pelao culi...’ o ‘pelao conchetuma....’; así como repetían la frase ‘un pelao menos es mejor’ aún después del fallecimiento de uno de los jóvenes que se encontraba en campaña con ellos, Franco Vargas, situación que algunos de ellos presenciaron directamente”, añade la querella.
“En ocasiones los cabos, les decían cosas muy vulgares y denigrantes, y más que eso, cosas degeneradas y enfermizas. Les decían que, si estuviéramos en una guerra, los peruanos vendrían y violarían a sus familias; a sus mamás, hermanas, niñas y mujeres chilenas y que, antes que eso pasara, ellos tenían que pasar la frontera y violar a las mujeres peruanas”, relata en la querella otro de los conscriptos.