Después de que la comida del avión y el aire reciclado de la cabina dejan el metabolismo a la velocidad de una cinta transportadora de equipaje, es lógico que el viajero solo quiera salir lo más rápido posible hacia el hotel o la casa.
La frustración aumenta aún más cuando esa hipnótica cinta parece negarse a reunir al pasajero con su maleta.
Y, en algunos casos, nunca se vuelven a ver, aunque dado el enorme volumen de valijas que pasan por los aeropuertos del mundo, una tasa de 993 piezas entregadas a sus dueños de cada 1.000 entregadas a sus dueños no suena como una estadística demasiado mala.
Sin embargo, esas siete maletas por cada mil que se quedan sin propietario se van acumulando y, al final, tienen que terminar en algún lado. En ocasiones su destino son las casas de subastas que las rematan, llevándose una comisión por la venta y entregándole a la línea aérea el resto de los ingresos.
En el Reino Unido hay cuatro casas de subastas dedicadas a ese mercado. Una es Tooting Greasby’s en Londres.
Cada dos martes cerca de 150 personas pagan un depósito del equivalente a US$150 por un número laminado que les da derecho a participar en la subasta.
Al fondo de un pequeño cuarto hay 20 maletas y bolsos de viaje. Algunos de las valijas son nuevas, otras en mal estado, pero todas son el centro de atención de los postores.
En una sesión reciente, al lado de las maletas se colocaron paraguas, andaderas, patinetas de niños e incluso pañales desechables.
Se trata de objetos que no fueron reclamados, que fueron dejados atrás durante controles de seguridad o que simplemente se perdieron en las salidas.
Incluso había una cortadora de césped y una lámpara de techo antigua estilo marroquí.
Búsqueda sin resultados
"Es increíble lo que la gente trae de vuelta de sus vacaciones", le dice a los potenciales compradores la subastadora Christine Sachet, quien ha estado trabajando aquí desde hace cuatro décadas.
Cuando un pasajero reporta que perdió su maleta, se activa el sistema de búsqueda de equipaje World Tracer, que usan todas las aerolíneas del mundo.
El sistema intenta rastrear la valija buscando emparejar el número de etiqueta, el color y la marca con los detalles acumulados en su gigantesca base de datos digital.
Idealmente, consigue unir la maleta correcta con su dueño. Sin embargo, en ocasiones –una vez cada 3.000 para ser exactos– no lo logra.
"Las líneas aéreas buscan activamente a los dueños del equipaje durante 100 días. Después de eso, la maleta se da por perdida", dice Nick Gates, director de SITA, una compañía que provee servicios tecnológicos a la industria aeronáutica.
"Para entonces, la aerolínea ha hecho todo lo que puede para conseguir al dueño. En algunos países el equipaje se destruye. En el Reino Unido las líneas aéreas tienden a mandarlos a subastas".
Lotería de maletas
Aquí en Geasby’s en la primera hora de la sesión se subastan, a precios relativamente bajos, artículos que incluyen propiedad robada recuperada por la policía, objetos de compañías que quebraron o, simplemente, proveniente de vendedores privados.
Pero la sala se llena de vida cuando el lote de aeropuertos está por subastarse.
El precio inicial es de cerca de US$15. Hablando tan rápido como una ametralladora, la subastadora va aumentando el monto en US$3 o US$7.
Muchos artículos se venden en menos de 30 segundos. Tienes que ser rápido y escoger, sin saber lo que hay dentro. Aunque los postores pueden observar las maletas cerradas antes de la subastas, no se permite ver su contenido.
Pero a pesar del alboroto, las posibilidades de terminar nadando en relojes Rolex o en artículos Gucci de lujo son escasas.
Greasby’s dice que los objetos valiosos, como joyas o artículos electrónicos, se sacan de las maletas y se venden por separado en lotes distintos en la misma subasta.
Lo que sí se queda es la ropa y zapatos de marca.
En todo caso, los compradores dicen que vale la pena. Según los que están aquí, se pueden conseguir buenos ingresos al revender los artículos de una simple maleta con ropa.
La realizadora londinense Meli Iconic-Alonzi ha estado en cuatro subastas y consiguió adquirir dos maletas, una por US$28 y otra por US$46, más el IVA.
Iconic-Alonzi compra lotes para proyectos audiovisuales y amigos que trabajan en departamentos de vestuarios de casas productoras. Sin embargo, agrega que la calidad de lo que se encuentra no está garantizada.
"Me salieron unas maletas llenas de toallas baratas y ni siquiera las tiendas de caridad las querían", dice.
"Uno no puede ver lo que hay dentro, así que todo es cuestión de suerte".
Y suerte fue la que tuvo Nicole Moss, de 17 años, quien está en su primera subasta y ahora es la orgullosa dueña de unos zapatos y un vestido de Chanel.
"No entiendo como la gente deja cosas tan bonitas", dice.
De whiskey a anillos de matrimonio
No todas las casas de subasta tienen el mismo procedimiento.
En Commercial Valuers and Auctioneers, en la ciudad inglesa de Bristol, los potenciales compradores pueden revisar los equipajes antes de poner sus ofertas.
"Revisamos todo cuidadosamente", señala su director asociado, Sam Ewing. "Vemos todos los lotes y los reclasificamos en sus respectivos grupos".
Los artículos de mucho valor, como joyas y aparatos electrónicos, también se subastan por separado.
Antes de las maletas, se rematan artículos que se quedaron en los controles de seguridad y no fueron reclamados o quedaron confiscados.
En ese lote se incluyen teléfonos inteligentes, correas, relojes, botellas de champaña, whiskey, vodka e incluso cartones de cigarrillos con advertencias de salud mostrando el idioma del lugar donde se compraron y, presumiblemente, el destino vacacional del propietario.
Entre las joyas subastadas hay un anillo de matrimonio muy usado que quizás se quedó abandonado en una última llamada para abordar el avión o que era demasiado pequeño para encontrarlo.
Alex Fennel gastó unos $1.150 en maletas y espera vender su contenido por internet al doble o triple del precio, en menos de un mes.
"Para mí esto es un negocio. Lo que es emocionante es poder revolver todo con la esperanza de encontrar algún tesoro oculto ahí", señala. "A veces lo que consigues es ropa interior sucia".
A pesar del entusiasmo que despiertan entre los participantes, es posible que estas subastas tengan sus días contados.
Y es que gracias a la avanzada tecnología de rastreo los aeropuertos ya no pierden tantas valijas como antes. De hecho, el número se ha reducido a la mitad en ochos años.
Pero por ahora, si eres un viajero frecuente seguramente tendrás la sensación de que es solo cuestión de tiempo antes de que tu maleta preferida termine desapareciendo o quizás en una casa de subastas como ésta.
Sin embargo, hay una forma de asegurarse de que no se pierda en tus próximas vacaciones. Vuela hacia Osaka, Japón. El Aeropuerto Internacional de Kansai no ha perdido una sola maleta desde que fue inaugurado 1994.