Ha sido el gran misterio del Sistema Solar del 2015: ¿qué son las manchas luminosos de Ceres, el cuerpo más grande del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter?

Y los científicos creen haber encontrado algunas respuestas.

Se trata de lugares en los que los impactos de otros objetos espaciales han perforado una capa salada de agua congelada debajo de la superficie del planeta enano, dijeron los investigadores a la revista Nature.

Las partes más brillantes corresponden a los impactos más frescos.

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La cámara de la sonda Dawn, de la agencia espacial de Estados Unidos (NASA), ha identificado unas 130 manchas en el planeta de 950 kilómetros de diámetro.

Pero de lejos, la colección más impresionante se encuentra en un cráter apodado Occator, en el hemisferio norte de Ceres.

Cuando la sonda llegó al planeta enano, la cámara estaba programada para registrar lo que suele ser una superficie oscura, negra como el asfalto.

Es por esto que las depresiones súperbrillantes dentro de Occator sobresaturaron el sensor del instrumento.

"Dijimos 'wow, ¿qué es eso? No esperábamos esto'", recuerda Andreas Nathues, el principal investigador de la cámara.

"La reflectividad estaba en un nivel de 0.25, es decir, cerca del 25% de la luz se reflejaba; y en el centro del núcleo interno [de la colección de manchas de Occator] todavía más: hasta un 50, 60% de la luz se reflejaba", explicó el científico del Instituto Max Planck para la investigación del Sistema Solar, en Gotinga, Alemania.

"Mientras que la superficie que quedaba era más bien oscura, en la que se reflejaba un promedio de 9% aproximadamente", dijo.

Hielo y sal en todo el planeta

Una posterior investigación indica ahora que hay una capa de hielo y sal en todo el planeta, debajo de los escombros rocosos que cubren Ceres.

Cuando un cuerpo del espacio impacta y penetra en esta capa, el hielo empieza a sublimarse (pasa directamente del estado sólido al gaseoso).

Este vapor liberado escapa de la superficie, levantando partículas de hielo y polvo, y produce una especie de bruma.

La sonda Dawn ha observado esta bruma durante el "día", ya ha tomado registros de Occator en unos ángulos muy oblicuos.

La conclusión es que las manchas de Ceres se desvanecerán con el tiempo a medida que la mayor parte del hielo se derrita y quede solo sal.

La sonda Dawn ve evidencias de sulfato hidratado de magnesio, o lo que llamaríamos "sales de Epsom".

Pero estas no son tan reflectivas como el hielo.

La emisión de agua, que por cierto concuerda ahora con algunas observaciones de Ceres realizadas por el telescopio espacial Herschel en 2013, es una reminiscencia de cometas, que entran en proceso de sublimación cuando se acercan al Sol.

"Es un poco como un cometa, pero se necesita entender que Ceres es en parte un cuerpo diferenciado. Tiene una estructura de concha", dijo el doctor Nathues en una entrevista para el programa "Science in action" del Servicio Mundial de la BBC esta semana.

"Es muy probable que haya una concha de hielo debajo de la corteza. Esta estructura es completamente distinta a la de los cometas. Los cometas son objetos primitivos, hechos de materiales originales que cambian muy sutilmente".

Origen lejano

En un reporte de la revista Nature, María Cristina De Sanctis eleva la posibilidad de que Ceres no se formó en el lugar en el que ahora se encuentra (a 417 millones de kilómetros del Sol), sino mucho más lejos en el Sistema Solar.

Ella ha estado observando los resultados del espectrómetro de mapeo de señales visibles e infrarrojas de la sonda Dawn.

Este ha detectado lo que se interpreta como filosilicatos amoniacales a través de grandes extensiones de la superficie del planeta enano.

Los filosilicatos son minerales de arcilla, que se producen cuando otros materiales rocosos son alterados por agua durante un tiempo prolongado.

Sin embargo, es la evidencia de amoniaco la que es muy interesante en este caso.

"Estos son filosilicatos que tienen algo de amoniaco en su estructura. Pero tener este tipo de estructura significa que el amoniaco debe haber estado disponible en algún momento. La única manera de que esto haya sido posible es que el material haya tenido un origen más frío", dijo la doctora De Sanctis, del Instituto Nacional de Astrofísica en Roma, Italia.

Este pensamiento viene de reconocer que los hielos de amoníaco no serían estables en la órbita actual de Ceres, alrededor del Sol. Estos hielos desaparecen rápidamente cuando la temperatura supera los 100 grados kelvin (-173 grados centígrados).

Así que para que Ceres haya retenido tanto amoníaco o hielo rico en nitrógeno, por tiempo suficiente para que se incorpore en el barro, es probable que haya ocupado una ubicación mucho más fría en algún momento de su pasado, dice la investigadora de la sonda.

"Es una posibilidad fantástica, pero coincide con modelos dinámicos para la evolución del Sistema Solar que prevén que los cuerpos migren hacia el interior de este", dijo a BBC News.

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