Esta es una mirada a lo que una vez fue un mundo de opulencia casi cinematográfico.

La región de Shekhawati, en India, concentró una vez enormes fortunas. Y su mayor expresión está en las havelis o mansiones tradicionales, casas dotadas de significación histórica y cultural.

Hoy se está derrumbando. Y sus desgastados frescos son el único vestigio de la desaparecida belleza de la zona.

Te lo mostramos.

Colección de frescos

Con pinturas que cubren casi cada centímetro de las impresionantes havelis, las ciudades y pueblos de Shekhawati presumen de la mayor colección del mundo de frescos magníficos en una sola región.

Para proteger del derrumbe las que una vez fueron grandes fincas, dos distritos de Shekhawati prohibieron la venta de las havelis a quien pueda perjudicar su aspecto tradicional.

El objetivo: conservar y promover Shekhawati como destino turístico.

El auge del éxito mercantil

Fundada a fines del siglo XV por Rao Shekha, jefe del clan guerrero Rajout,Shekhawati prosperó enormemente a principios del XIX.

La región redujo los impuestos para atraer a los comerciantes y desvió todas rutas comerciales de los cercanos centros comerciales de Jaipur y Bikaner.

Los comerciantes de las comunidades de Marwari y Bania, un prestigioso grupo étnico en India, se trasladaron a Shekhawati y amasaron grandes fortunas gracias a un floreciente comercio de opio, algodón y especias.

En esa época, las casas de comerciantes modestos comenzaron a transformarse en grandes mansiones.

La riqueza y el arte

Cuando el comercio pasó de las caravanas a rutas marítimas y ferrocarriles en la década de 1820, los centros comerciales de Rajastán estaban cayendo en picado.

Pero los comerciantes emprendedores de Shekhawati siguieron el rastro del dinero y se trasladaron a las incipientes ciudades portuarias de Bombay y Calcuta, en la costa, enviando enormes cantidades de dinero a sus casas en Shekhawati y dando lugar a una era de havelis pintadas de forma única que les servían para reflejar su riqueza.

La mayoría de las havelis fueron construidas con un estilo arquitectónico similar; normalmente, un edificio de dos pisos que tenía de dos a cuatro patios abiertos, dentro de un bloque rectangular.

Cada patio y las correspondientes habitaciones estaban diseñadas para fines específicos.

El primer patio después de entrar a la casa era para los hombres y sus negocios, el segundo para las mujeres, y los otros dos eran para cocinar y para los establos de animales.

Pero los comerciantes no dejaron ningún cabo suelto a la hora de dar a sus mansiones un aspecto distintivo, con entradas talladas en madera, pomposos espejos y el elemento diferenciador principal: las ostentosas pinturas que representaban escenas de la vida cotidiana y de la mitología.

Frescos que adornan cada superficie

Inspirados por los frescos ocres introducidos por los reyes de los Rajput de Jaipur en Amer Fort en el siglo XVII, los comerciantes encargaron complejas pinturas en cada centímetro de las paredes de las mansiones, incluidos exteriores, interiores, techos e incluso los espacios bajo los arcos y aleros.

Escenas de las antiguas epopeyas hindúes de Mahabharata y Ramayana –junto a una gran cantidad de diseños florales y patrones decorativos– son los motivos más comunes que aparecen en los frescos de gran parte del siglo XIX.

Los pintores fueron contratados al principio en la ciudad de Jaipur, pero, tras darse cuenta del creciente interés en los frescos, miembros de la comunidad de alfareros en Shekhawati comenzaron a aprender el oficio y crearon una proliferación de estilos distintivos en diferentes pueblos.

Todavía no se sabe con seguridad si los artistas tenían libertad total sobre sus diseños o si les daban instrucciones específicas para elegir los modelos y las escenas mitológicas.

A mediados del siglo XIX, los pigmentos tradicionales, hechos a base de minerales y vegetales, dominaban los colores de la paleta, con intensas sombras de rojos, granates, añil, lapislázuli y azul cobre, además de un intenso amarillo supuestamente hecho de orina de vaca.

A partir de la década de 1860, comenzaron a utilizarse pigmentos sintéticos, que eran más económicos y ofrecían una gama mayor de nuevos colores.

Mezclando lo mítico con lo moderno

A principios del siglo XX, los frescos comenzaron a representar influencias europeas y avances modernos; recuerdos de lo que los comerciantes viajados habían visto en las grandes ciudades.

En algunos casos particulares, los pintores eran enviados para observar y recrear las escenas.

Entre los motivos tradicionales, hay frescos de la reina Isabel, de Jesús, querubines, máquinas de vapor y gramófonos, así como creaciones extravagantes que mezclaban mitología con inventos modernos, como dioses hindúes en autos con chofer.

Abandonadas para siempre

Las havelis y frescos de Shekhawati florecieron hasta principios del siglo XX.

Después, los ricos magnates de los negocios dejaron los páramos del desierto en busca de mejores oportunidades en bulliciosas metrópolis como Bombay y Calcuta, o incluso en el extranjero.

Una vez que el comercio se trasladó a otra parte, hubo poco desarrollo en las áridas tierras de Shekhawati.

Y las havelis fueron abandonadas para siempre.

Algunos de los nombres más importantes en la escena comercial de India y del mundo hoy en día –incluidos el magnate del acero Laxmi Mittal; el presidente de la compañía Aditya Birla Group, Kumar Birla; el multimilllonario de la industria farmacéutica Ajay Piramal; o el único multimillonario de Nepal, Binod K. Chaudhary– tuvieron sus orígenes en pueblos de Shekhawati.

De hecho, según Forbes, cerca de un 25% de las 100 personas más ricas de India eran de Shekhawati.

El alto costo de mantenimiento

Hacia la década de 1950, las prósperas ciudades que habían levantado estos multimillonarios estaban cayendo en un deterioro imparable.

Vender o renovar esos bungalós familiares rurales –algunos de los cuales podían albergar hasta 50 familias al mismo tiempo– era un trabajo difícil.

El costo de mantenimiento es alto y muchas de estas propiedades, normalmente compartidas entre varios herederos, se han visto envueltas en disputas legales.

Pero como las "havelis" son propiedades privadas, el gobierno no puede hacer mucho para preservarlas.

Una nueva vida para las mansiones de Shekhawati

Por suerte, la belleza y la importancia cultural de estas coloridas havelisno se perdió en todos los casos.

En 1999, la artista francesa Nadine Le Prince compró la haveli Nand Lal Devra, construida en 1820 (que ahora se llama Centro Cultural Nadine Le Prince) y la restauró cuidadosamente, como la antigua gloria que era en la ciudad de Jaipur.

En las ciudades vecinas de Dunlod y Nawalgarth las havelis de Seth Arjun y Das Goenka, así como las mansiones familiares de Shri Jairam Dasji Morarka, también fueron restauradas y se convirtieron en museos que la gente puede ir a visitar.

Algunas otras havelis convertidas en museos se encuentran en las periferias de Shekhawati y algunas como Malji ka Kamra, Koolwal Kohti y el Castillo de Mandawa fueron transformadas en hoteles.

Puede que algunas de los havelis se hayan convertido en cenizas, pero su gloria todavía vive en otras.

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