Un lobo gris solitario se toma unos segundos para observar alrededor. La imagen fue tomada por una de las cámaras automáticas instaladas en la zona de exclusión.
Lo que alguna vez fue la zona de exclusión de uno de los peores desastres nucleares de la historia hoy se ha vuelto a poblar de vida silvestre.
Cámaras automáticas instaladas en la parte ucraniana de la zona de exclusión de Chernóbil están proporcionado una visión nunca antes vista de aquellos habitantes que han hecho del paisaje contaminado su casa.
Aunque un ciervo como este sería un buen candidato para un collar de rastreo, es logísticamente difícil atraparlo para instalárselo.
Las cámaras se están instalando en 84 posiciones, lo que permite a un equipo de científicos registrar el tipo de animales que pasen por la zona y los que tienen su hogar allí.
Esta semana las autoridades ucranianas informaron que unas 400 hectáreas de bosques dentro de la zona de exclusión resultaron afectadas por un incendio que, al parecer, fue prendido intencionalmente.
En los primeros cuatro meses desde que se desplegaron las cámaras, el equipo ha "atrapado" más de 10.000 imágenes de animales, lo que sugiere que la zona de 30 kilómetros, establecida poco después de la explosión de un reactor nuclear que expulsó material radiactivo en el radio circundante y a través de la atmósfera en abril de 1986, es ahora el hogar de una rica diversidad de vida silvestre.
Manadas de lobos grises han sido retratadas a lo largo de la zona de exclusión. Parecen haberse adaptado a las condiciones, alejados de los humanos.
Caballos Przeswalskis, una especie en peligro de extinción, fueron dejados sueltos deliberadamente en la zona como parte de un proyecto de conservación.
El zorro rojo es otra especie que parece estar sacando provecho del medioambiente alejado de los humanos.
Un alce herido, posiblemente por un cazador furtivo.
El hábitat circundante ofrece un telón de fondo perfecto para este venado.
La red de cámaras está reuniendo datos que ayudarán a los científicos elegir las especies más apropiadas para ponerles collares que registren el nivel de exposición radiactiva que el animal recibe a medida que viaja a través de la zona.
"Queremos un animal que se mueva sobre áreas de diferente contaminación, que es la clave que necesitamos", explicó el líder del proyecto Mike Wood de la Universidad de Salford, Reino Unido.
A finales del año pasado, uno de los colegas ucranianos de Wood, Sergey Gashchak, capturaró lo que se cree que es la primera evidencia fotográfica de osos pardos en el lugar.
El proyecto de Wood es parte de un programa de cinco años de investigación llamado Transferencia, Exposición, Efectos (Tree, que en inglés significa también árbol), que tendrá como objetivo "reducir la incertidumbre en la estimación del riesgo para los humanos y la vida silvestre asociados con la exposición a la radiactividad y reducir el conservadurismo innecesario en cálculos de riesgo".