Bastián García Santander, desde Chicago, Estados Unidos

De camino al centro de Chicago, a diez minutos de la salida del aeropuerto de O'Hare, en un letrero ubicado a varios metros de altura se lee una pancarta que dice "Señor Trump, muéstrenos sus impuestos". El mensaje no tiene dobles lecturas y se cuadra con la realidad local: el presidente de Estados Unidos ha escondido el valor de su patrimonio; y, al menos, quienes construyeron el afiche no están de acuerdo.

Probablemente los artistas que durante esta semana han desfilado por el lineup de Lollapalooza tampoco aprueban las políticas del jefe de gobierno. 

De hecho, fueron varios los músicos que utilizaron el escenario como discurso político. Ninguno nombró directamente a Trump o lanzó el dardo con nombre y apellido, pero el público agradeció cada uno de los gestos.

George Ezra fue uno de los primeros, cuando en la jornada de viernes le habló a la comunidad transgénero invitándolos a sentirse fuertes y orgullosos de sí mismos, justo después de que el presidente de Estados Unidos  anunciara que no permitirá a las personas transexuales a servir en el Ejército.

Este viernes, además, Mark Foster, el líder de Foster The People, lució una polera que rezaba "Jódete, racista; jódete, racista", al tiempo en que el dúo Run The Jewels dedica una de sus canciones a los ladrones, corruptos y asesinos.

En una emocionante presentación al término de la jornada de sábado, en tanto, Romy Madley Croft de The xx dedicó su show a la comunidad LGBTQ. Los apuntó entre el público y les dijo que esto, su música y su éxito, era para ellos, dándoles el apoyo, la fuerza y la visibilidad que sus demandas todavía no encuentran del todo.

 

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