La aldea alemana Patrick Henry Village (PHV), situada a las afueras de Heidelberg, no nació con ideales hippies. Más bien todo lo contrario.
De hecho, fue una base militar inaugurada por el ejército estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial, cuando sus tropas entraron en la ciudad.
Le debe su nombre a una de las figuras más importantes de la Guerra de Independencia de Estados Unidos, el exgobernador de Virginia Patrick Henry.
Quienes vivieron y trabajaron allí la describen como una pequeña porción de la sociedad estadounidense de la década de 1950, transportada a Europa.
Llegó a albergar a unos 16.000 estadounidenses y contaba con instalaciones que se extendían en sus más de 97 hectáreas: dos colegios, una sala de cine, una biblioteca, una clínica odontológica, dos iglesias y una oficina de correos, entre otras.
"Necesitamos probar cosas diferentes porque así es como las sociedades humanas progresan".
Carlo Ratti
Pero en 2013 el ejército estadounidense decidió clausurarla. Y, desde entonces, el gobierno alemán se ha estado preguntando qué hacer con ella.
Un experimento futurista
"La idea es transformarla en un experimento para la vida del futuro", le dice a la BBC Carlo Ratti, un arquitecto e ingeniero italiano que dirige un laboratorio de investigación sobre nuevas tecnologías en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), la universidad tecnológica más famosa del mundo.
"Necesitamos probar cosas diferentes porque así es como las sociedades humanas progresan", asegura Ratti.
Ratti está trabajando en un plan con su empresa Carlo Ratti Associati para convertir Patrick Henry Village en una "comuna progresiva para el siglo XXI" que se base en "múltiples formas de intercambio".
"Comenzamos este proyecto con una pregunta: ¿cómo sería una comuna basada en intercambios digitales? Y una isla de Estados Unidos en Europa parecía un buen lugar para probarlo", explica el arquitecto.
De hacerse realidad, albergaría a unas 4.000 personas en 1 kilómetro cuadrado.
Según el proyecto, los residentes compartirán alojamiento y espacios de trabajo, y producirán sus propios bienes de consumo y alimentos.
"Puede funcionar con cierta parte de la población, como con estudiantes y emprendedores. Y hay muchos en Heidelberg", dice Ratti.
Pero estará abierta a todo el mundo y quienes aspiren a vivir en la comuna deberán explicarán a través de internet las razones por las cuales quieren hacerlo.
"Hazlo tú mismo"
En el corazón de la misma estará Maker Square (la plaza de los creadores), una zona dedicada a la fabricación digital.
La cultura "maker" (fabricante, en español) es un movimiento contemporáneo basado en la tecnología "hazlo tú mismo" para que grupos e individuos fabriquen todo tipo de productos, desde electrónica reciclada hasta otras materias primas.
Y, cada vez en mayor medida, está haciendo que del uso de tecnologías modernas, como la impresión en 3D, la creación de industrias empresariales que produzcan en masa.
Para Ratti, una forma de vida comunal no debe ser solo sostenible, sino también más sociable.
"Si vives en una gran ciudad, tienes acceso a mucha gente con ideas afines a las tuyas, pero en comunidades más pequeñas puede que apenas haya unos cuantos de miles", explica.
"Así que, ¿por qué no crear una comunidad con ideas afines donde sea fácil conectar con la gente y donde el intercambio sea el factor clave?"
Ratti presentó recientemente su proyecto en la exposición de diseño alemana Internationale Bauasstellung (Exposición Internacional de Arquitectura, IBA).
Son los responsables de la IBA quienes tienen en su mano la decisión final sobre lo que ocurrirá con Patrick Henry Village.
Otras de las propuestas incluye un servicio de intercambio de automóviles para conectar la aldea con Heidelberg, usando un servicio de autocares autónomos.
"Queremos desencadenar un proceso de transformación", le dice a la BBC Kees Christiaanse, un arquitecto holandés que trabaja en ese proyecto.
"Hoy día estamos experimentando una automatización de la economía en unidades cada vez más pequeñas que trabajan complementando a grandes firmas globales".
"Cada vez dependemos más de empresas altamente especializadas a pequeña escala".
"Carlo propone un tipo de infraestructura para que esa interrelación tenga lugar, lo cual sería estupendo para el desarrollo del lugar", explica Christiaanse.
Está por ver si el proyecto de Ratti es capaz de crear una verdadera comunidad de intercambio, pero el especialista en marketing Russell Belk, de la Universidad de York, en Canadá cree que es importante averiguar, en primer lugar, por qué las personas querrían hacer intercambios.
"El consumo colaborativo trata más sobre el alquiler a corto plazo a través de servicios como Uber, Airbnb o Zipcar", explica.
"El verdadero intercambio es más parecido a lo que ocurre dentro de una familia y en algunos sitios comunitarios sin fines de lucro como CouchSurfing y Majorna (un servicio de intercambio de automóviles en Gotemburgo, Suecia).
"Parte de la diferencia es si hay un sentido de comunidad y de cuidado y no solo la simple conveniencia. Y las comunas es algo entre ambos".
"La mayoría de los negocios de intercambio son operaciones a largo plazo, a menos que incluyan incentivos tanto económicos como sociales".
A finales de 2015, Patrick Henry Village se convirtió en un refugio temporal para refugiados de Oriente Medio y del norte de África. Y, si la idea de Ratti ve la luz verde, podría convertirse en una comunidad muy diferente. Al menos, en lo que respecta a la tecnología.
Vida experimental en otros lugares del mundo
The Farm (la granja): fundada en el Condado de Lewis, en Tennessee, por 300 "flower children" (niños de las flores) de San Francisco, esta comuna es ahora la más antigua de Estados Unidos. Todavía alberga a unas 200 personas y mantiene sus ideales originales de no-violencia y respeto por el entorno.
Christiania: probablemente la más famosa de Europa, esta comuna es un barrio de unos 850 residentes en la capital danesa, Copenhague. Temporalmente abandonado en 2011, ahora abrió de nuevo. Ha sido una fuente de controversia para el gobierno danés desde que abrió en 1971, principalmente por el comercio de cannabis.
Arcosanti: esta ciudad experimental fue construida en la década de 1970 en un intento de fusionar arquitectura con ecología. Todos los edificios son diseñados para trabajar en armonía con el entorno y muchos reflejan las estaciones cambiantes, por lo que penetra la máxima cantidad de luz durante el invierno y muy poca en verano. Muchos usan energía solar para calentar, enfriar y generar electricidad.
Auroville: esta ciudad en el sur de India fue fundada a fines de la década de 1960 para trabajar en la "unidad de la humanidad" y en la "transformación de la conciencia". Vista por muchos como un microcosmos de paz mundial experimental, sus 2.000 residentes provienen de 40 países diferentes.
Findhorn Ecovillage: fundada en la década de 1960, esta aldea en Escocia decidió en los 80 convertirse en una comunidad respetuosa con el medio ambiente y ahora dice que tiene la huella ecológica más pequeña de cualquier ciudad del mundo moderno.