La mayoría de nosotros ha oído hablar del tiburón blanco, el martillo o el tigre. Pero hay muchas especies más y un entusiasta se dedica a buscarlas: hasta el momento, ha logrado identificar 24 nuevos tipos de tiburón desconocidos hasta hace poco.

Dave Ebert tiene un mercado preferido en Taiwán: lleva visitándolo desde que era estudiante, hace 30 años.

Es un lugar caluroso, húmedo y bullicioso. Y oloroso también: los canastos de los puestos de venta rebosan de pescado de toda clase.

Las sombrillas ofrecen cobijo del sol y debajo se junta el agua formando charcos sobre el cemento.

"Comencé a ver muchas especies en estas tiendas y a preguntarme '¿qué diablos es esto?' Empecé a averiguar y en muchos casos los pescados eran de especies desconocidas. Especies para las que no teníamos nombre siquiera. Y la gente de aquí las había pescado y las tenía a la venta", recuerda Ebert de su primera visita al mercadillo.

"Coleccioné suficientes ejemplares raros para llenar maletas enteras. Los enjuagaba en agua, los conservaba en etanol y luego los envolvía en mis ropas para mantenerlos húmedos, cubiertos por bolsas plásticas para que no chorrearan".

Los pescadores al principio lo miraban con recelo y extrañeza, pero pronto aprendieron a convivir con él.

"Ahora, cada vez que voy, me vienen a mostrar si tienen algún ejemplar que se vea raro o sea inusual. Ya saben a qué me dedico. Y con su ayuda fue que encontré algunos pescados realmente impresionantes".

Ebert ha dado nombre a varias especies, como el "Chimaera bahamaensis" o tiburón fantasma de Bahamas.

Un tiburón sarda o toro (llamado tiburón lamia en España) en uno de los puestos del mercado.

"Es un caos organizado… hay 50 o 70 botes pesqueros a la vez y yo me siento a mirarlos entrar (al muelle). Básicamente, tengo a todo este pueblo pescando para mí", bromea.

Una decena de novedades

Solo en este mercado, Erbert ha hallado 10 especies desconocidas.

Y en total, a lo largo de tres décadas, ha dado nombre a 24 nuevas especies, entre las que se cuentan tiburones, rayas, peces sierra y tiburones fantasma – todos peces cartilaginosos relacionados entre sí.

El primer descubrimiento ocurrió durante un viaje de investigación por las costas de Namibia, a fines de la década de 1980.

Ebert en el desierto de Namibia, en 1987.

"Trabajé mucho allí. Nos íbamos, avisábamos que estaríamos de regreso en un mes y si pasaban 10 semanas y nadie había oído de nosotros salían a buscarnos".

"Vistábamos los pequeños pueblos para conseguir provisiones y luego salíamos de pesca para ver qué atrapábamos".

Nadie antes había hecho un censo de la fauna ictícola en esa zona. En uno de esos viajes se encontró con un tiburón fantasma de nariz en pico, al que cariñosamente apodó el Narigón Pete.

El "Narigón Pete", fotografiado por Dave Ebert.

Así es el tiburón anguila sudafricano.

En la misma costa, poco tiempo después se topó con una nueva especie, el tiburón anguila sudafricano (Chlamydoselachus africana).

"Estaba en el mar y pensaba 'esto sin duda es algo distinto'. Pero en el momento dudé si estaba alucinando o si verdaderamente estaba al borde de un descubrimiento. Me tomó 20 años, pero finalmente logré darle el nombre en 2009", relata Ebert.

A otro le puso el nombre de su sobrina, también amante de los tiburones, a modo de regalo de graduación: así se registró el Pristiophorus lanae o tiburón sierra de Lana.

Un tiburón nombrado en honor a su sobrina Lana.

Un error de museo

Otros hallazgos, en cambio, ocurrieron en escenarios menos exóticos y más cercanos.

Por ejemplo, cuando junto con un estudiante se dedicaba a clasificar nuevas especies de tiburones fantasma hallados en África.

Ebert y su asistente solicitaron a un museo que les enviaran especies similares de su colección para ayudar con la tarea de reconocimiento, pero lo que les llegó por correo no era lo que esperaban.

"Él abrió el paquete, le dio un vistazo y me dijo: 'no creo que esto sea lo que se supone que es, Dave'. Lo miré y quedé perplejo: no tenía idea de qué animal era ese".

En realidad, el espécimen se había etiquetado erróneamente y era una especie completamente nueva. Así que terminaron poniéndole nombre también a esa: Chimaera bahamaensis o tiburón fantasma de Bahamas.

Ebert estima que tiene otras 30 especies en su colección en California que esperan ser identificadas formalmente.

Los mantiene en jarros de vidrio con conservantes especiales, y se van alineando, fila tras fila, en los estantes del Centro de Investigaciones del Tiburón del Pacífico de los Laboratorios de Landing Marine, donde es director de investigación.

"Algunas veces tienes ese momento de iluminación en el que sabes positivamente que estás frente a un 'nuevito'. En la mayoría de los casos, sin embargo, lo que pasa es que uno revisa el ejemplar y se da cuenta de que todos los detalles no cierran y se pone a investigar más. Yo soy siempre un poco reacio a festejar un hallazgo de inmediato, hasta no estar seguro".

Ebert, ya en el laboratorio de California, con una de las especies descubiertas -y bautizadas- a partir de su trabajo.

En busca de un nombre propio

La identificación formal de una nueva especie puede demorar meses y hasta años. Exige comparar el ejemplar con otros similares, hacer mediciones, llevar una descripción detallada de sus características y de las condiciones en que fue hallado.

La tecnología no puede reemplazar a los métodos tradicionales, dice Ebert.

"Hay muchas herramientas de análisis molecular disponibles, pero hay que ser cuidadosos porque los datos son fáciles de manipular y malinterpretar".

Una vez que las características físicas y genéticas se hayan identificado, la especie necesita un nombre. Hace falta registrarla y lograr la aprobación de la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica.

"Hace 25 años, estos pescadores atrapaban lo que estaba a 100 y 200 metros (de profundidad). Ahora dicen que tienen que bajar hasta los 900 metros", señala el experto, y los científicos creen que esos tipos de tiburones antes desconocidos provienen de estas profundidades.

Ebert supo desde muy temprana edad que viviría observando el mar.

Hasta el momento se conocen 500 especies de tiburón. Una quinta parte de ellas ha sido identificada en la última década.

"Uno está haciendo la labor de un explorador. Sea en el mar o yendo a un mercado".

Ebert recuerda que sus padres le regalaron un libro sobre peces cuando tenía 5 años, que aún conserva.
"Me fascinó… Cuando tenía 10 años, le dije a mis amigos 'voy a viajar por el mundo estudiando tiburones'. Me dijeron que persiguiera mi sueño y eso es lo que hago. Me encanta".

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