La película Dune (Duna), del director Denis Villeneuve, que se estrenará el próximo año, parece tener uno de los mejores elencos de todos los tiempos.
El nominado al Oscar Timothée Chalamet es su estrella; los actores de reparto incluyen a Javier Bardem, Josh Brolin, Oscar Isaac, Rebecca Ferguson, Charlotte Rampling y Jason Momoa.
El filme está basado en la novela de ciencia ficción de Frank Herbert, publicada en 1965.
Pero Villeneuve, el director francocanadiense de Sicario, La llegada y Blade Runner 2049, necesitará mucha ayuda si su película va a competir con una adaptación anterior de la misma novela.
No me refiero a la versión de David Lynch de 1984, que debería registrarse en el top de las listas de las peores películas de la historia. Tampoco me refiero a la miniserie del canal de cable estadounidense Sci-Fi (ahora llamado Syfy) en 2000.
La versión más significativa e impresionante del bestseller de Herbert es una que nunca llegó a realizarse.
El escritor y director de la película fue el chileno Alejandro Jodorowsky, un veterano del teatro de vanguardia que hizo dos de las películas más gloriosamente surrealistas de todos los tiempos.
"El Topo" (1970) era más o menos lo que obtendrías si Clint Eastwood adaptara Alicia en el País de las Maravillas como una película de vaqueros, y luego Monty Python la rehiciera como una sátira y después las escenas de ambas películas se montaran juntas, con azotes y desnudos adicionales.
"La montaña sagrada" (1973), financiada en parte por John Lennon, es aún más rara. Kanye West tomó prestadas sus imágenes psicodélicas cuando organizó su gira Yeezus en 2013.
En la década de los 70, "El Topo" y "La montaña sagrada" ayudaron a establecer el circuito de "películas de medianoche", que se apreciaban mejor a altas horas de la noche, preferiblemente después de ingerir sustancias que ayudaran a alterar el ánimo.
Ambas películas resultaron tan artificiosas como rentables. Gracias a ellas, en 1974 el productor francés Michel Seydoux contactó a Jodorowsky y le ofreció financia cualquier película que se le antojara hacer.
Jodorowsky eligió adaptar Duna. Seydoux aceptó y fue en ese momento en que el director chileno se dio cuenta de que tendría que sentarse a leer el libro.
La novela de Herbert narra la batalla por el control de un planeta desierto llamado Arrakis, o Duna.
Su héroe adolescente, Paul Atreides, lidera ejércitos y cabalga gusanos gigantes, por lo que, en la era previa a los efectos digitales, poner la saga interestelar de Herbert en la pantalla habría sido una hazaña colosal.
Pero Jodorowsky no solo quería adaptar un libro, quería "cambiar las percepciones del público ... cambiar las mentes jóvenes de todo el mundo". No estaría haciendo una mera película, recuerda en un documental de 2014. Estaría creando un "dios artístico y cinematográfico".
"Guerreros espirituales"
Este grandioso tono místico era típico del proyecto. Seydoux alquiló un castillo para que Jodorowsky escribiera, y cuando terminó su guión, el autor se dispuso a reclutar colaboradores o, como les decía, a otros "guerreros espirituales".
El primero de ellos fue Jean 'Moebius' Giraud, uno de los artistas cómicos más aclamados de Francia. Trabajando a lo que Jodorowsky ha llamado un ritmo "sobrehumano", Giraud dividió toda la película en un guión gráfico de 3.000 dibujos.
Comenzó con un plano secuencia inspirado en la apertura de "Sed de mal" de Orson Welles, la diferencia es que la cámara no solo recorre una ciudad, sino que cruza el universo. Y terminó con fotos de Paul asesinado y transformándose en un planeta sensible, que luego vuela para difundir buenas vibraciones en toda la galaxia.
No hace falta decir que nada de esto sucede en la novela de Herbert.
Jodorowsky reunió a sus otros "guerreros espirituales" en París. Para manejar los efectos visuales, empleó a Dan O'Bannon, quien había trabajado en la película debut de John Carpenter, Dark Star. Para crear el planeta natal de los villanos, eligió a HR Giger, un artista suizo que se especializó en horrores biomecánicos elegantemente siniestros.
La mayor parte de la música de la película estaría a cargo de las superestrellas del rock progresivo británico, Pink Floyd, que acababa de lanzar su octavo álbum, The Dark Side of the Moon.
Para visualizar la nave espacial de la película, Jodorowsky contrató a Chris Foss, un artista británico conocido por sus pinturas con aerógrafo en las portadas de las novelas de Isaac Asimov, y sus dibujos lineales en el innovador manual sexual "La alegría del sexo".
En la introducción de Jodorowsky a un libro posterior sobre las pinturas de Foss, el director explica lo que esperaba del artista:
"Quería joyas, máquinas-animales, mecanismos del alma... naves de útero, recámaras para renacer en otras dimensiones, naves-prostitutas conducidas por el semen de nuestras apasionadas eyaculaciones, ornitópteros de colibríes que nos llevan a beber el antiguo néctar de las estrellas enanas que nos dan el jugo de la eternidad... autos guiados por orugas tan grandes que sus colas desaparecerían en el horizonte... máquinas más grandes que soles vagando enloquecidas y oxidadas, gimiendo como perros en busca de un amo... ruedas pensantes ocultas detrás de meteoritos, esperando, camufladas como rocas metálicas, a que una gota de vida pase a través de esas perdidas franjas galácticas para calmar los tanques sedientos con secreciones psíquicas". ¿Cómo podría resistirse Foss?
Ahora todo lo que Jodorowsky necesitaba eran actores. En el papel del mesiánico Paul, eligió a su propio hijo, Brontis, quien luego fue sometido a dos años de entrenamiento intensivo en artes marciales. (Brontis Jodorowsky interpretó a Nicolás Flamel en Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald, en 2018).
Pero el director miró más allá para completar el elenco. Contrató a leyendas como Mick Jagger, David Carradine, Udo Kier y Orson Welles.
Welles aceptó aparecer en la película después de que Jodorowsky prometiera comprarle la cena en su restaurante favorito de París todas las noches del rodaje.
Dalí y sus exigencias
Pero Welles no era la estrella más grande ni más exigente de la película. Para el papel de emperador de la galaxia, Jodorowsky busco nada menos que a Salvador Dalí. Cuando se encontraron en el Hotel San Regis en Nueva York, Dalí le dijo a Jodorowsky que estaba interesado, pero que tenía algunas condiciones.
El trono del emperador tenía que ser "un inodoro hecho de dos delfines cruzados". Los propios amigos de Dalí tenían que interpretar a los cortesanos del emperador.
Dalí también advirtió que no seguiría el guión de Jodorowsky."Mis ideas son mejores que las tuyas", le dijo el pintor.
También soñaba con ser el actor mejor pagado de la historia de Hollywood, por lo que pidió US$100.000 por hora. Jodorowsky aceptó. Luego recortó las escenas del emperador para que Dalí no fuera necesario por más de una hora, y el resto de sus líneas las diría un robot.
Se derrumba el sueño
Dune se estaba volviendo muy sofisticada, pero también muy cara. A fines de 1975, Jodorowsky y Seydoux volaron a Los Ángeles para obtener los últimos 5 millones de dólares que necesitaban antes de que la película pudiera comenzar a producirse.
Trajeron con ellos un libro de tapa dura especialmente impreso del tamaño de un ladrillo. El libro contenía el guión, los guiones gráficos de Giraud y los diseños de Giger, Foss y O'Bannon. Cada detalle estaba allí.
Aun así, nadie confiaba en que Jodorowsky lograrla sacar adelante el filme. "Todo era genial, excepto el director", recuerda Seydoux en el documental.
Esto puede parecer monstruosamente injusto, teniendo en cuenta la preparación metódica que Jodorowsky había realizado. Pero su negativa a reducir el tiempo de duración de la película podría haber sido un factor negativo.
Hollywood quería que Dune durara dos horas. Jodorowsky pensó que 10 o 12 horas sería más apropiado. En estas circunstancias difícilmente se puede culpar a los ejecutivos del estudio que decidieron que si iban a financiar una ópera espacial con un planeta desértico y un joven héroe que desarrolla poderes psíquicos, entonces no sería Dune. Iba a ser la Guerra de las Galaxias.
En todo caso, el trabajo de Jodorowsky no se desperdició. Él y Giraud reciclaron muchos de sus conceptos para una serie de novelas gráficas, The Incal, que comenzó a publicarse en 1980. O'Bannon hizo Alien con Ridley Scott, y trajo a tres de sus colegas de París con él: Giraud, Foss y Giger.
Mientras tanto, el guión ilustrado de Dune circuló por Hollywood, y se puede notar su influencia, ya sea consciente o inconsciente, en películas como Flash Gordon, Terminator, El quinto elemento y muchos otros éxitos de ciencia ficción.
La locura visionaria de Jodorowsky tuvo un gran impacto en una película que no se hizo. Si se hubiera concretado, quién sabe cuán fuerte habría sido ese impacto.
Puedes leer la versión original de este artículo en inglés en BBC Culture.