En 2017, Elena Manighetti y Ryan Osborne decidieron dar el paso con el que muchos sueñan: dejaron sus trabajos, compraron un barco y decidieron viajar alrededor del mundo.
Les pidieron a sus familias que se mantuvieran en contacto, pero pusieron una regla: nada de malas noticias.
La pareja, que vivía en Manchester (Reino Unido), cruzaba el océano Atlántico desde las Islas Canarias hasta el Caribe el mes pasado mientras, sin que ellos lo supieran, un nuevo y mortal virus se expandía por todo el mundo.
Después de 25 días en el mar, y con muy poca comunicación con el mundo exterior, Manighetti y Osborne planeaba atracar en una pequeña isla del Caribe a mediados de marzo.
Cuando recuperaron señal de teléfono, mientras todavía navehaban por la costa, descubrieron que las fronteras de la isla estaban cerradas y que el mundo atravesaba una pandemia de la que no habían oído nada.
"En febrero habíamos oído que había un virus en China, pero con la poca información que teníamos imaginamos que al llegar al Caribe todo habría terminado", relata Elena.
Ryan añade que sucedió todo lo contrario: "Nos enteramos que el mundo se había infectado".
Fronteras cerradas
La pareja durante todo ese tiempo tuvo muy poco acceso a internet y casi nada de contacto con familiares y amigos, por eso no tenían idea de lo grave que de la situación.
"Les dijimos a nuestros contactos en tierra que no queríamos escuchar malas noticias", recuerda Elena, cuya familia es de Lombardía, la región más afectada de Italia.
"Primero intentamos atracar en uno de los territorios franceses en el Caribe, pero cuando llegamos descubrimos que todas las fronteras estaban cerradas y que las islas no permitían el ingreso", añade Ryan.
En ese primer momento, la pareja pensó que solo sería una medida preventiva debido a la temporada alta, sin embargo no fue así.
De vuelta en su bote, la pareja desvió su viaje a Granada y finalmente llegó a un área en el mar donde su señal 4G fue lo suficientemente buena como para entender lo que estaba sucediendo.
Fue entonces cuando comenzaron a comprender la magnitud de la pandemia.
"Una amiga nuestra ya estaba en San Vicente, que es donde pretendíamos dirigirnos. Nos las arreglamos para ponernos en contacto con ella 10 horas antes de llegar al muelle. Nos dijo que nos negarían la entrada ya que soy ciudadana italiana, a pesar de que no había estado en Italia en meses", cuenta Elena.
Afortunadamente, la pareja había registrado el recorrido de su barco a través de la señal de GPS.
Pudieron exhibir su historial de viaje ante autoridades de San Vicente y demostrar que no solo no habían estado en Italia en meses, sino que también estuvieron aislados durante 25 días en el mar.
Solo así pudieron volver a pisar tierra firme.
Las familias
Tanto a Elena como a Ryan les resultó impactante escuchar cómo la pandemia afectó la vida de sus familias.
"Mi ciudad natal está en la región italiana de Lombardía, que ha sido una de las más afectadas en el mundo", cuenta ella.
La mujer recuerda que la conversación con su padre fue la más difícil.
"Me dijo que no entrara en pánico. Me envió un perfil del New York Times de nuestra ciudad natal, lo que hizo que todo se sintiera repentinamente real. Me sorprendió", comenta.
A Manighetti le resulto muy macabro enterarse que se habían acabado los ataúdes y no quedaba espacio en el cementerio o en el crematorio.
"Afortunadamente mi familia está segura en casa y estuvo encerrada durante más de seis semanas, pero personas que conocemos desde hace años han muerto", añade.
El viaje
Elena y Ryan están a salvo en Bequia, San Vicente, pero están preocupados por cuánto tiempo podrán permanecer allí.
"No queremos dejar San Vicente por ahora, ya que no hay ningún lugar abierto. Estamos acá por el momento con el objetivo de salir antes de que comience la temporada de huracanes a principios de junio", afirma la mujer.
Su esperanza es viajar al norte y continuar explorando el Caribe.
Pero por ahora las cosas parecen inciertas y la pareja es consciente de su realidad: están atrapados entre la temporada de huracanes y el virus.