“Quería ser una especie de consejera de la embajada”. Con estas y otras declaraciones el embajador de Chile en Francia, el ex diputado PPD Patricio Hales, salió al paso de las acusaciones de abuso sexual y laboral formuladas por Carolina Cosmelli, y que llevaron a la cancillería a aplicar un sumario, algo inédito en la institución.
La Segunda publicó parte del testimonio de Hales ante el embajador de Chile en Noruega, José Miguel Cruz, quien fue nombrado fiscal especial.
Según el testimonio de Cosmelli dado a conocer hace dos semanas por La Tercera, el embajador “me pedía cosas exageradas respecto de sus cosas personales”, como la preparación de alimentos, la entrega rigurosa de sus remedios incluso en días libres o el orden específico de su ropa. En caso de errores, declaró Cosmelli, Hales reaccionaba en forma airada. A esto, dijo, se sumaron insinuaciones de índole sexual, incluida una invitación a ver juntos “una película pornográfica”.
“Es absolutamente falso. No veo películas pornográficas. Me permito a invitarlo a que confisque todos mis cds, dvds, videos, en París y Chile. Es parte de mi cultura. No conozco el Crazy Horse ni el Lido (cabarets de París). Me reservo formular acciones criminales en contra de la denunciante”, dijo Hales frente a esta última imputación.
Ante las acusaciones de que la obligaba a despertarlo mediante contacto físico, el embajador dijo que “yo dormía con mi señora, no le pedí a ella jamás que me tocara. Niego rotundamente que le solicitara una manera especial de despertarme” y que “dadas las intrigas a los cuatro meses de llegada la señora Cosmelli yo dispuse expresamente que dejara de llevarme desayuno”.
Hales fue más allá: “Ella se resintió por mi instrucción, porque quería ser la única que llevara el desayuno. Cuando no conseguí que yo accediera a otorgarle un rol de supremacía, se concentró en darle afecto a mi señora de manera obsesiva. Llegó al extremo de decirle que la amaba; le mandaba mensajes con corazones. Pretendió extremar su confianza estimulándole sus celos hacia mí. Le decía que yo entraba mujeres a mi habitación”.
“Llegó a decirle que yo me habría acercado a ella. Mi señora primero se horrorizó, sintió celos y después, naturalmente, no se concretó nada”, aseveró.
Atribuye acusaciones a venganza
En la declaración, Hales dijo que desconocía las acusaciones, pero que podía presumirlas porque Cosmelli le habría hecho amenazas a través de una empleada.
“Dijo que se vengaría porque pensó que fue traída como amiga de mi señora y terminó como nana, aun cuando el objeto del contrato era evidente. Comentó, aquí en la embajada, que había sido una humillación hacerla trabajar de empleada”, testificó.
Hales negó haber explotado a la funcionaria y dijo que las labores extras que sobrepasaban las 45 horas correspondían a actividades propias de la embajada como recepciones y comidas. “Este esfuerzo adicional le era compensado con horas libres”. Luego que ella pidiera el pago de esas horas –dice Hales- se le compensó por horario y “simultáneamente” se le pagó por las horas.
“Ella quería ser una especie de dama de compañía, ser una especie de consejera de la embajada porque nos conocía desde 2003 y consideraba por encima de los empleados” y relata que en recepción a la presidenta “mientras los demás estaban cooperando con la recepción ella me sorprendió con un vestido negro, como si fuese una invitada más. Debía trabajar y no trabajó”, manifestó.
Por otro lado, descartó haberla privado de salir de la embajada durante su jornada: “Jamás, sería una conducta esclavista (…) Jamás le levanté la voz, jamás la ofendí. Ni siquiera la maltraté cuando ella menospreció a otros empleados”.