A menos de una semana del plebiscito por una nueva Constitución y en el primer aniversario del estallido social, Chile vuelve a estar en el foco de la prensa internacional, esta vez en las páginas del Wall Street Journal.

La visión del proceso, sin embargo, no es para nada alentadora. "Es probable que una nueva Constitución haga al país más pobre, más corrupto y menos libre", se lee en la columna "La Misión Suicida de Chile" escrita por la editora del medio, Mary Anastasia O'Grady, quien plantea que "de todos los esfuerzos para explicar por qué Chile está en la cúspide del suicidio político y económico colectivo, esta obviedad tiene más sentido".

La periodista norteamericana señala que el proceso que comenzaría con la victoria del "Apruebo" este domingo será un desastre, y advierte que una nueva Carta Magna terminaría con el modelo de capitalismo democrático, que permitió reducir la pobreza en el país del 70% en 1990 hasta el 10%, en poco menos de cinco décadas.

"Es difícil entender por qué existe un respaldo popular para hacer estallar un sistema que ha tenido tanto éxito", dice la reflexión de O'Grady, quien también arremetió con fuerza contra la expresidenta Michelle Bachelet.

A su juicio, "una pista" de por qué redactar una nueva Constitución cuenta con tanto apoyo sería la lentitud económica que tuvo Michelle Bachelet en su segundo mandato, con impuestos más altos y una fuerte regulación. Pero el último gobierno de la mandataria no sería el único motivo.

"Sin duda, fuertes dosis de adoctrinamiento marxista en las universidades chilenas y la 'igualdad' de ingresos de los intelectuales y los medios de comunicación han inclinado al país hacia la izquierda", afirma la editora del WSJ, quien también reconoce un descontento generalizado en la población, pero se lo atribuye a la exmandataria.

En su columna, indica que "a medida que la población ha mejorado, aunque dañada por el estancamiento económico provocado por la Sra. Bachelet, también se ha enojado más", a lo que agrega que "muchos chilenos parecen creer que una nueva Constitución arreglará las cosas, al estilo de la Venezuela de Hugo Chávez de principios de la década de 2000. La analogía no es perfecta pero, como observó Mark Twain sobre la historia, rima".

En este escenario, la periodista advierte que aunque ahora el proceso cuenta con una amplia mayoría, "los chilenos seguramente se sentirán decepcionados si el objetivo es un nivel de vida más alto y mayores oportunidades", y alega que "la nación tendrá suerte si termina el ejercicio a la par del empobrecido estado benefactor argentino".

Pensando en qué esperar sobre la nueva Carta Magna, O'Grady proyecta que el texto tratará de satisfacer el clamor populista por la justicia social aumentando el poder monopolista del estado para redistribuir la riqueza. En su opinión, "a menos que los chilenos demuestren ser excepcionales en su capacidad para evitar esta tentación, espere un documento que se lea como una letanía de aspiraciones inalcanzables".

La editora del WSJ destaca que el texto final lograría moderarse gracias a grupos minoritarios de izquierda y de derecha, pero advierte que a menos que la versión final también requiera la aprobación de dos tercios de la convención existe una alta probabilidad de que "la nueva Constitución sea un desastre incoherente".

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