"Chile está pagando las consecuencias del deterioro fiscal y bajo crecimiento de los últimos cuatro años". Con esas palabras el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, reaccionó a la baja de calificación crediticia realizada por la agencia Moody's. La decisión de pasar de la categoría Aa3 a A1 se tomó en el marco del deterioro "gradual" pero "amplio" del perfil crediticio del país.
Aunque la clasificadora ve indicios de mejoras en el corto plazo, no se espera que Chile recupere la fortaleza crediticia que tuvo en años anteriores.
El secretario de Estado argumentó que entre 2014 y 2017 la economía creció un 1,7% promedio anual y que el deterioro fiscal experimentado en ese periodo fue "evidente".
"Primero, y por lejos, no se cumplió el compromiso del gobierno de eliminar el déficit estructural, que aumentó cuatro veces. Segundo, la deuda a PIB se duplicó —pasando de US$35 mil millones a US$70 mil millones entre fines de 2013 y 2017, llegando a un nivel cercano a 24% del PIB. Tercero, la reforma tributaria no rindió sus frutos y cuarto, el déficit fiscal subió hasta 2,8% del PIB en 2017", aseguró.
Larraín además añadió que la baja en la calificación llega a destiempo, ya que debió ocurrir el año pasado y recalcó que la economía ha tenido un crecimiento en los últimos meses: "Siempre hemos dicho que recuperar la clasificación de riesgo es una carrera de largo aliento. Como Gobierno y Ministerio de Hacienda seguiremos trabajando en fortalecer nuestra posición fiscal y mejorar nuestro crecimiento, pilares para el bienestar de todos chilenos", aseveró.
La agencia Moody's se encarga, junta a otras, de medir la capacidad crediticia de los países, considerando la capacidad que tienen para pagar su deuda y el riesgo que conlleva invertir en esa deuda. Asimismo, Chile, que tiene pasó de tener una perspectiva "negativa" a "estable", quedó ahora al nivel de país como República Checa; Estonia, Israel, Japón o Arabia Saudita, entre otros.