La controvertida reforma fiscal promovida por Donald Trump podría desencadenar una guerra tributaria internacional.

Al recortar la tasa corporativa, reducir las lagunas que las firmas usan para proteger las ganancias en el exterior y revisar el trato hacia las empresas multinacionales, Estados Unidos se encamina a convertirse en un lugar más atractivos para hacer negocios.

Pero algunos de los nuevos artículos, incluido un beneficio para los exportadores, pueden violar normas y tratados internacionales. Ministros de finanzas europeos ya han expresado su preocupación sobre algunos de los planes.

Es probable que EE.UU. enfrente desafíos a algunas medidas y la combinación de cambios podría presionar a otros países para que reescriban sus propias reglas, tal vez reduciendo los impuestos, explica Reuven Avi-Yonah, profesor de derecho en la Universidad de Michigan.

"Hay aguas turbulentas por delante", afirma, "la verdadera pregunta es cómo reaccionarán otros países".

Expertos en la materia afirman que tomará al menos un año entender las implicaciones de los efectos a nivel internacional.

¿Cómo pretende EE.UU. ser más atractivo para las empresas?

En el corazón del plan se encuentra una reducción en la tasa corporativa del 35% al ??21%. También cambia la forma en que las empresas representan ciertos tipos de gastos.

Según las propuestas, Estados Unidos también dejará de gravar las ganancias que obtienen las empresas estadounidenses en el exterior, un cambio que lo pone en línea con los regímenes tributarios de otros países.

Estas medidas podrían costarle más de US$1,4 billones en ingresos.

Para compensar, se impone un impuesto único sobre las ganancias mantenidas en el exterior, gravadas al 15,5% por efectivo y al 8% por activos ilíquidos.

Esto, según quién lo vea, captura un impuesto que de otro modo las empresas habrían evitado o proporciona a las compañías un quiebre importante en lo que, de otro modo, tendrían que pagar.

¿Evitará esto que las empresas mantengan ganancias en el extranjero?

Para desalentar que las firmas se lleven sus ganancias a otros país, se impondrá un impuesto mínimo de alrededor del 10% sobre el ingreso intangible global, como patentes, y se endurecerán las reglas relacionadas con los pagos a subsidiarias extranjeras.

Se espera que esto afecte a las compañías farmacéuticas y de tecnología, que actualmente evitan impuestos al guardar ganancias atribuibles a la tecnología en jurisdicciones de bajos impuestos.

Pero no está claro cuán efectivas serán las reglas. Analistas consideran que podría alentar a las firmas a mover importantes inversiones tangibles, como fábricas, en el extranjero, ya que la ley exime de impuestos a algunas de esas ganancias obtenidas.

Debido a que el impuesto mínimo se calcula sobre una base global, afirman que hace poco para contrarrestar el atractivo de los refugios fiscales.

"No veo que esto aumente la carga tributaria para muchos, especialmente para cuando todo esto termine", señala Kimberly Clausing, profesora de economía del Reed College.

El abogado fiscal Robert Misey, director del departamento internacional en la firma de abogados Reinhart Boerner Van Deuren, apunta que podría haber oportunidades para eludir los nuevos gravámenes.

Algunas de las normativas se aplican a las empresas con más de US$500 millones en ingresos en un plazo de tres años, es decir aquellas que pueden pagar el mejor asesoramiento fiscal.

"Afrontémoslo", agrega. "esas son las compañías que intentarán descubrir cada ángulo para evitarlo".

¿Desencadenará una guerra de impuestos?

El proyecto de ley permite a las empresas estadounidenses reclamar una deducción por el dinero obtenido de las exportaciones, lo que reduce la tasa de exportación a alrededor del 13%.

Es probable que la Organización Mundial del Comercio (OMC) vea este cambio como un subsidio ilegal y podría generar desafíos legales.

"Esperaría que los países extranjeros se sintieran algo ofendidos por este estatuto", dice David Rosenbloom, un abogado de Caplin & Drysdale y exfuncionario impositivo, quien añade que los legisladores estaban usando el plan fiscal para sus objetivos "aislacionistas".

Tras la reforma también aumentará la responsabilidad tributaria de las subsidiarias estadounidenses que realizan pagos a empresas extranjeras. Esa medida tiene a compañías preocupadas en lugares como Alemania.

La profesora Clausing afirma que esas reglas eran vulnerables a desafíos (o negociaciones) y podrían diseñarse para fortalecer la mano estadounidense en discusiones internacionales sobre impuestos.

"Mucha gente lo ve como una táctica más política", sentencia.

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