Por casi 30 años la isla de Rapa Nui (Isla de Pascua) estuvo viviendo casi exclusivamente del turismo, que le reportaba a sus habitantes cuantiosos ingresos con más de 150 mil visitantes al año. Sin embargo, y tal como confirmó en el lugar un equipo de T13, en 2020 todo cambió.
Debido a la pandemia de coronavirus, la isla se cerró por completo y el aislamiento del territorio ubicado a 3.800 kilómetros del continente fue mayor. Con sólo 3 ventiladores mecánicos en el servicio de salud, se resolvió no recibir turistas para evitar brotes de COVID-19.
Pasaron 872 días hasta la reapertura y se espera que de ahora en adelante la máquina de hacer dinero que era el turismo funcione más lento, pero ¿cómo hicieron los rapanui para sobrevivir sin la actividad que sostiene el 80% de su economía?
Ante la menor cantidad de vuelos que llegaban a la isla con productos básicos, los precios de algunos productos básicos se dispararon y la lechuga, sólo como ejemplo, llegó a venderse sobre los 5 mil pesos el kilo.
Cuenta Julio Hotus, representante del Consejo de Ancianos, que sólo una vez que faltaron los alimentos "nos percatamos de que no habíamos plantado, que no habíamos criado animales. Dependíamos completamente del puente aéreo".
La respuesta a eso estuvo en la cosmovisión. "Generamos la idea de autoproducción. Huertos familiares, pesca y lo que sea que estemos haciendo, compartir. Umanga se llama en rapa nui", describe el alcalde Pedro Edmunds.
Así, se crearon más de mil huertos con distintos alimentos para la población y se instauró una cultura de lo que en el continente conocemos como trueque.
De acuerdo a la tradición, Umanga significa ayudar sin pensar en una retribución.
Pese a la crudeza de la crisis generada por el COVID-19, las cuentas finales son más alegres. Una habitante rapanui entrevistada por T13 resume: "No fue tan malo, se vio mucho el umanga, el vivir en comunidad"