Desde hace más de una década, cada vez que es el turno de hablar de las personas más longevas del mundo, el nombre de Celino Villanueva Jaramillo reflota como el ejemplo chileno, aunque para algunos bien podría tratarse de unon de carácter mundial.
Esta vez fue una nota del diario británico The Guardian, que rescató su historia y generó que una serie de publicaciones la replicarán.
“Probablemente, la persona más vieja del mundo”, dice el texto.
La condicionalidad de la frase tiene que ver con que el libro de los Récords de Guinness no incluye a don Celino en su lista. En ella es la francesa Jeanne Louis Calment la persona más longeva que ha vivido, con 122 años y 164 días (1875-1997), mientras que entre los hombres acredita al japonés Jiroemon Kimura, quien vivió 116 años y 54 días.
El año pasado, a propósito de la muerte de la italiana Emma Morano, considerada por el registro la persona más longeva viva hasta entonces y la última nacida en el siglo XIX, T13 consultó a los encargados de la publicación sobre el caso del chileno.
Respondieron que no habían recibido “ninguna evidencia para que se revisara su aplicación”
Para Celino Villanueva y su entorno, la única confirmación que vale es la que le dio el gobierno de Sebastián Piñera y que es la que aparece en su cédula de identidad, donde dice que nació el 25 de julio de 1896.
“Ha sido impactante el revuelo que generó la entrevista”, cuenta Ivonne Morales, una de las cuatro personas que vive con él en Mehuín, ubicada a 75 kilómetros al norte de Valdivia.
Las otras son su madre Marta Ramírez, su hija Valentina y Ariel.
Comparten techo desde que Celino tenía 99 años, cuando un incendio echó abajo la pequeña pieza que habitaba, donde se habría perdido también su certificado de nacimiento, y lo dejó en la indigencia.
Ivonne, junto a otra persona, fue la que lo sacó de las llamas y lo llevó a un centro asistencial para que lo atendieran de las quemaduras superficiales que sufrió. Después, con su madre, decidieron darle refugio.
Nunca pensaron que la relación se extendería por tanto tiempo.
“Al principio había cariño y también caridad, pero ahora hay amor”, dice Morales, para cuya hija Villanueva es el “tata”.
Es la celebridad de la pequeña localidad de poco más de un millar de habitantes, sobre todo después de aparecen en el programa "Lugares que hablan", de Canal 13.
Constantemente, con mayor frecuencia en el verano y los fines de semana largos, lo visitan turistas, que llegan al lugar y de inmediato preguntan por su domicilio. Si no es muy tarde y se encuentra presentable, los dejan entrar. Lo saludan y hasta le besan la frente, como si se tratase de un santo.
“Le piden una bendición”, asegura Ivonne. “A él le gusta eso”, añade.
A veces, también le traen regalos. Le gustan la Coca Cola, las frutas, los quesos y las galletas.
Su documento de identidad dice que tiene 121 años y su salud, salvo un duro episodio en el invierno, es mejor de lo que se esperaría.
Camina lento, ya casi no sale de la casa, pero se mantiene lúcido, hace preguntas y cuenta historias.
Claro que a mitad de año el panorama era diametralmente distinto. En julio sufrió una neumonía que lo obligó a pasar su cumpleaños hospitalizado. “Fue una semana de harto trabajo. Fue terrible. Había que limpiarlo. Fue un episodio de demencia senil. Pero se salió adelante”, explica Ivonne.
Celino Villanueva nunca se casó ni tuvo hijos. Ha contado que no tenía los recursos para hacerlo. Tampoco fue muy pololo, según se desprende de las respuestas que da cada vez que le preguntan al respecto.
Sí un hermano menor fallecido, al que solía visitar en el cementerio de Panguipulli.
Su longevidad se explicaría por un asunto familiar, en todo caso. “Dicen que su papá, el ‘Viejo pata de palo’, murió a los 115”, cuenta Morales.
Mayores explicaciones, no existen. Incluso, Celino ha reconocido que fumaba y se tomaba algunas copas, cuando la ocasión lo ameritaba.
Quien probablemente es el hombre más viejo del mundo vive en una pieza con baño privado que le ayudó a construir el gobierno de Sebastián Piñera. Recibe una pensión básica de 104 mil pesos y el alcalde de San José de la Mariquina, Rolando Mitre, pregunta frecuentemente por él y tiene a su disposición un vehículo se llega a necesitarlo.
Morales reconoce que, pese a ser conscientes de que la muerte es algo latente con Celino, no están listar para que suceda.
“Hace como seis meses salió en un diario electrónico de Puerto Montt que había fallecido, fue impactante. Me llamaron harto y tuve que subir a Facebook un posteo para desmentirlo. Ahí nos dimos cuenta que no estamos preparados para ese día. Cuando estuvo en el hospital lo echábamos mucho de menos”, sentencia.