Con la Unión Europea buscando la manera de frenar el número récord de inmigrantes que se ahogan en el mar Mediterráneo, entre las medidas que se proponen adoptar está la lucha contra los traficantes de personas. ¿Pero quiénes son?
Los traficantes de seres humanos son el vínculo clave que los funcionarios europeos tienen como objetivo.
Sin embargo, se trata de complejas redes criminales que no saben de fronteras y que los expertos consideran "corporaciones multinacionales".
Los guardacostas libios creen que los contrabandistas de personas están cada vez más vinculados al crimen organizado en Italia.
Giampaolo Muscemi pasó dos años viajando con los traficantes por todo el mundo y es el coautor del libro electrónico "Confesiones de un contrabandista de personas".
Muscemi estuvo con un traficante egipcio que había desarrollado una enorme red en Libia, donde tenía más de 15 años de experiencia en el envío de barcos hacia Italia.
El hombre insistía que es de su interés proveer un viaje seguro.
Su mensaje, según Muscemi le dijo a la BBC, era: "No quiero que mueran mis clientes porque mi trabajo se basa en la reputación. Al principio de mi carrera tenía que buscar a los clientes pero ahora soy un gran contrabandista al que vienen por mi reputación de seguridad".
El negocio está evidentemente en expansión. Un récord de 35.000 inmigrantes han llegado a Europa en lo que va de año.
Negocio millonario
Entre el 1 de enero y el 15 de abril se calculaba que unos 900 habían muerto. A eso hay que sumar que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) da por fallecidos a otros 800 en el naufragio del domingo.
"Podemos decir que 800 murieron", afirmó Carlotta Sami, portavoz de Acnur. Eso, después de entrevistar a la mayoría de los 28 sobrevivientes.
Este martes se supo además que el capitán y uno de los miembros de la tripulación del barco naufragado el domingo fueron detenidos por sospechas de tráfico de personas.
Ambos estaban entre los 27 sobrevivientes del naufragio.
Muscemi estima que el tráfico de personas en el Mediterráneo es un negocio que mueve hasta US$650 millones al año.
"En Libia, los clientes son demasiados, no tienen alternativa más que poner su vida en la manos de los traficantes", dice.
"Así que los traficantes pueden bajar la calidad del servicio. No tienen por qué preocuparse de su reputación. Es cuestión de mercados; mientras haya demanda puedes hacer lo que quieras".
"Si no embarcas, te disparan"
Desde los años 80, Libia ha atraído a inmigrantes económicos de toda África, pero su rol ahora ha cambiado.
La agencia de fronteras de Europa (Frontex) señala que muchos de los que originalmente eran migrantes se han convertido en "reclutadores, que sirven de enlace entre la Libia controlada por bandas criminales y los aspirantes a cruzar el Mediterráneo".
Una vez en el país, los migrantes suelen ser forzados a dar todo su dinero y pasaportes, dejándolos a merced de los traficantes.
Alí, de Gambia, fue forzada a abordar en un barco muy poco seguro.
"El libio nos mintió", le relata a la BBC. "Nos dijo que iba a ser un gran bote. Todos pagamos mil dinares (US$728). Cuando llegamos al bote, nos forzó a entrar a punta de pistola y si no te subías, te disparaban".
Las autoridades libias raramente paran a los traficantes. Los guardacostas le reconocieron a la BBC que no tienen capacidad ante el volumen de barcos y que sólo actúan si el barco está en problemas.
Gran parte de Libia está de hecho fuera del control del gobierno y se cree que las milicias locales suelen estar asociadas a los traficantes.
El diario italiano La Repubblica publicó lo que asegura es la grabación de un policía de ese país europeo y un traficante de personas con base en Trípoli.
El eritreo Mered Medhanie dijo haber enviado 8.000 migrantes a la costa italiana en una conversación con otro traficante interceptada por la policía.
"Siempre hago embarcar a demasiados, pero son ellos (los migrantes) los que se quieren marchar cuanto antes", dice.
Enriqueciéndose
Mescumi dice que un malentendido común es pensar que los traficantes son como pescadores o patrones de barcos.
"Son empresarios", dice. "Son inteligentes, piense en ellos como alguien que nunca duerme y pasa 24 horas al día pensando en la mejor manera de llegar a Europa. Leen los periódicos, estudian las leyes europeas, lo que hace Frontex. Es probable que hasta lean esta nota".
Mescumi cree que la desesperación de los migrantes es un aliado de los altos beneficios que consiguen los traficantes a la hora de haber hecho que el problema se salga de control.
"Un traficante que entrevisté en una prisión europea nos dijo: ‘No nos vas a poder parar nunca. No puedes parar la migración’", recuerda.
"Cuando los gobiernos cierran rutas, el negocio se vuelve más rentable porque el viaje es más largo y peligroso. No se puede parar, lo único que puedes hacer es gestionarlo lo mejor posible".