Diez científicos recibirán el Premio Leibnitz correspondiente a 2015, informó el pasado 17 de diciembre en Bonn la Sociedad Alemana de Investigación. Cada uno recibirá 2,5 millones de euros que serán utilizados en el mejoramiento de las condiciones en que desarrollan sus proyectos.

Uno de los científicos premiados es Frank Bradke. El profesor de neurobiología en la Universidad de Bonn tiene 46 años de edad, y dirige también a grupos de trabajo en el Centro Alemán para las Enfermedades Neurodegenerativas. Ahí se ocupa de estudiar cómo crecen las células nerviosas. Y por tanto, también aborda cómo dichas células pueden regenerarse, por ejemplo, después de un accidente.

Extremidades sí, médula no

Bradke y su equipo de trabajo han investigado cuáles procesos en la biología molecular son responsables de que algunos nervios puedan volver a crecer tras resultar dañados, mientras que otros no se pueden recuperar. La capacidad regenerativa está altamente relacionada con la ubicación de dichas células. Si éstas forman parte de las extremidades, el tronco o la nariz, tienen altas posibilidades de recuperar sus funciones de manera total o por lo menos parcial. 

En cambio, los daños en las células nerviosas del cerebro o de la médula espinal tienen consecuencias a largo plazo e irreversibles, como puede ser la parálisis luego de un ataque al corazón o en casos de paraplejia. Bradke se ha dado a la tarea de descubrir qué factores impiden la regeneración de los llamados axones, es decir, los apéndices de las células nerviosas ubicadas en esas zonas del cuerpo.

La cicatrización es la clave

“En los tejidos de las cicatrices que se producen luego de una herida surgen sustancias químicas que bloquean el crecimiento”, explica el biólogo molecular. Así, luego de un accidente podría regularse el proceso de cicatrización.

En esta fase, algunos medicamentos usados contra el cáncer podrían ser de utilidad, según descubrió Bradke: inhiben la cicatrización y promueven así la regeneración de células nerviosas. El método ha mostrado resultados claros en experimentos con animales: en ratas con lesiones en la médula espinal, el movimiento mejoró notablemente.

“Con toda seguridad, falta mucho camino para que el procedimiento pueda ser aplicado a pacientes”, indica Bradke. Pero la investigación en este campo podría ayudar a “desarrollar sustancias activas específicas que quizá algún día puedan ser parte de tratamientos clínicos”.

El premio Leibnitz será entregado a los diez científicos galardonados el 1 de marzo de 2016, en Berlín.

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