En las estepas del este de Kazajistán un área del tamaño de Bélgica fue el laboratorio nuclear de la Unión Soviética.

Durante 40 años - entre 1949 y 1989 - la URSS hizo explotar en secreto 456 bombas atómicas. Primero a cielo abierto, después en túneles subterráneos.

Se suponía que la zona de Semipalatinsk, conocido como El Polígono, estaba despoblada. Pero muchos de sus habitantes no fueron advertidos de la intensidad con la que fueron expuestos a la radiación.

Como los padres de Karipbek Kuyukov, que en los años 50 trepaban una colina para ver mejor el "espectáculo" de las explosiones.

Karipbek nació sin brazos y ha dedicado su vida a promover el desarme nuclear.

Se estima que 650.000 personas fueron afectadas por las pruebas nucleares soviéticas. Y los efectos -que se observan en segundas, terceras y hasta cuartas generaciones- perviven 25 años después del cierre oficial del sitio.

Tras el colapso de la URSS, los rusos abandonaron allí su peligroso armamento.

En 1991 Kazajistán decretó el cierre oficial de El Polígono y se convirtió en el primer país del mundo que renunció a su arsenal nuclear y lo desmanteló.

 

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