En pleno centro de Pristina, se levanta una gran iglesia ortodoxa inacabada, proyectada por el antiguo régimen ultranacionalista serbio de Slobodan Milosevic. Su puerta está cerrada con candado y, en su interior, la maleza sirve de refugio a perros errantes.
El controvertido templo, ubicado en un campus universitario al lado de la biblioteca nacional, es considerado por las autoridades kosovares como la prueba física de las "intenciones genocidas" del difunto hombre fuerte de Belgrado "que quería erradicar a la comunidad albanokosovar, su cultura y su historia".
Más de dos décadas después de la mortífera guerra entre los independentistas albaneses y las fuerzas serbias (1998-99), Kosovo reclama la soberanía de todo su territorio, incluida la responsabilidad de las iglesias y monasterios de la Iglesia Ortodoxa Serbia (SOC).
La cuestión es explosiva: Serbia nunca reconoció la independencia de Kosovo en 2008 y considera que es la cuna histórica de la ortodoxia serbia, donde se encuentran algunos de sus monasterios más importantes.
La construcción de la iglesia de Pristina empezó durante el régimen de Milosevic en 1992, en una época en que los profesores y alumnos albaneses eran expulsados del sistema educativo tras la revocación del estatuto de autonomía de Kosovo.
"Esta iglesia tiene que ser destruida porque fue construida específicamente para alentar a los albaneses a huir de Kosovo", opina Jahir Islami, un obrero retirado de 77 años.
De momento, está en marcha una amarga batalla legal entre la iglesia y la universidad, que quiere recuperar el terreno.
En junio, el clérigo ortodoxo serbio de Kosovo celebró la primera liturgia en el lugar ante una docena de personas, lo que indignó a Pristina. El día siguiente, un grafiti apareció en la puerta de la iglesia. "Jesús odia a los serbios", decía.
La pintada fue rápidamente borrada por las autoridades, que habían denunciado una "provocación" de Serbia. En cambio, la Iglesia acusó a Kosovo de querer "ocultar el alcance del odio y la discriminación" contra ella.
"Puede ocurrir cualquier cosa, ya han arrasado iglesias, les han echado aceite para incendiarlas", dijo a la AFP Tomislav Markovic, un jubilado serbio de 80 años.
Al contrario, Pristina asegura que ya no hay tensiones y que la situación no es comparable a la época en que un rumor podía desencadenar disturbios.
"Oasis de paz"
Por esa razón, el nuevo primer ministro kosovar, Albin Kurti, pidió a la Unesco que retirara cuatro monasterios ortodoxos de su lista de patrimonio en peligro, en la que estaban inscritos por la "inestabilidad política".
Pero Kosovo también pidió a la Unesco que establezca que "el Estado responsable de los cuatro monumentos es Kosovo y no Serbia, porque de hecho están en el territorio de la República de Kosovo", explicó a la AFP el ministro de Cultura, Hajrulla Çeku.
Según el ministro, el último incidente grave contra una iglesia ortodoxa ocurrió en 2007. En 2020, de 57 incidentes, en su gran mayoría robos sin motivación étnica o religiosa, ocho se produjeron en lugares ortodoxos y 45 en lugares musulmanes, según la policía de Kosovo.
De hecho, la KFOR, la fuerza de la OTAN encargada de la seguridad territorial, solo sigue protegiendo el monasterio de Decani, del siglo XIV. Antes, protegía todos los lugares importantes.
"Es un indicio muy importante de que la situación está mucho mejor que en el pasado", dijo el general italiano Franco Federici, excomandante de esta fuerza de seguridad.
Pero Serbia rechaza estos argumentos. Pristina "quiere presentar a Kosovo como un oasis de paz", dijo Petar Petkovic, jefe de la oficina de Serbia para Kosovo.
"Cuando Kurti dice que quiere proteger las iglesias serbias, me gustaría recordarles que desde 1999 se han quemado y destruido más de 135 iglesias y monasterios", añadió.
Los líderes de la comunidad islámica replicaron afirmando que 225 de las 600 mezquitas fueron objeto de vandalismo durante el conflicto.
El ministro Çeku dice que ha invitado al clero ortodoxo local a dialogar, pero que no ha recibido respuestas hasta ahora.
"El enfoque del gobierno serbio no ha cambiado mucho" en tres décadas, denunció el ministro. "Milosevic utilizó la iglesia para reforzar físicamente las líneas divisorias entre comunidades". Belgrado lo utiliza ahora "para reclamar ciertos derechos de propiedad en el territorio de lo que ahora es un país soberano e independiente", añadió.
La Iglesia Ortodoxa Serbia no ha respondido a las preguntas de AFP.
Mientras tanto, en Pristina muchos se oponen a la destrucción de la iglesia y prefieren que se convierta en lugar de memoria.