AFP
Kenia amaneció bajo la tensión el domingo después de las violentas protestas que dejaron 11 muertos tras el anuncio de la reelección de Uhuru Kenyatta, un resultado cuestionado por la oposición.
"No vamos a ser intimidados, no vamos a ceder", advirtió el sábado Johnson Muthama, uno de los dirigentes de la Super Alianza Nacional (NASA) de Odinga.
Desde el martes la oposición no ha cesado de denunciar el fraude en los comicios en los que Kenyatta obtuvo el 54,27% de los votos, frente a 44,74% de Odinga.
Según un recuento de la AFP, desde el viernes en la noche el balance de víctimas mortales en los enfrentamientos se eleva a 11 personas.
En total 17 personas han muerto desde la jornada electoral del martes en un país que hace diez años sufrió una ola de violencia en la que murieron más de 1.100 personas y 600.000 abandonaron sus hogares en dos meses de enfrentamientos tras la reelección de Mwai Kibaki.
La represión policial ha sido feroz, aunque el ministro del Interior, Fred Matiangi, aseguró que la policía no había efectuado "un uso desproporcionado de la fuerza contra ningún manifestante en ningún lugar del país".
Sin embargo un fotógrafo de la AFP vio a la policía disparando contra los manifestantes en el barrio marginal de Kibera, a las afueras de Nairobi.
La ONG Médicos Sin Fronteras informó que ha tratado a 54 personas heridas a bala, siete de las cuales provenían del barrio marginal de Mathare, en Nairobi.
Un llamado a la calma
El sábado la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, felicitó a Kenyatta por el resultado. El mandatario también recibió el apoyo de Londres, antigua potencia colonial de la cual Nairobi se independizó en 1963.
"El martes fue un día histórico para Kenia, en el que millones de kenianos acudieron a votar para las elecciones generales. El Reino Unido felicita calurosamente al presidente Kenyatta por su reelección", dijo en un comunicado publicado el ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson.
En su mensaje, Johnson también expresó que su país comparte el duelo de Kenia por los muertos e hizo un llamado a la calma.
Los disturbios actuales difieren sin embargo del conflicto de hace 10 años. Aunque si muestran viejas divisiones tribales, de momento están circunscritos a los bastiones de la oposición.
El contexto político también es distinto: tras los comicios de 2007, la mayoría de los enfrentamientos opusieron a los kibuyu de Kenyatta a los kalenjin, dos etnias que son aliadas hoy en día. De hecho, el vicepresidente William Ruto es un kalenjin.
Actualmente sólo la etnia Luo, a la que pertenece Odinga parece estar movilizada.
Las misiones internacionales de observadores dieron su visto bueno a los comicios. El sábado el grupo independiente ELOG, que desplegó a 8.300 personas para realizar conteos paralelos y observar el desarrollo de las elecciones, publicó un comunicado respaldando los resultados.
Todavía no queda claro cuál va a ser el próximo paso que tome Odinga, que sigue sin pronunciarse. Los dirigentes de su formación sin embargo, han señalado que no van a recurrir a la justicia, como lo hicieron en 2013.
Ahora queda esperar una declaración de Odinga, que a los 72 años participó probablemente en su última contienda electoral, tras cuatro derrotas en su intento de llegar a la presidencia.