AFP

Centenares de miles de personas están convocadas este domingo en manifestaciones independentistas por toda Cataluña en ocasión de la Diada, la fiesta "nacional", mientras sus dirigentes liman sus diferencias para afrontar la fase decisiva de su plan de secesión de España.

Más de 340.000 personas se inscribieron para participar en las movilizaciones bajo el lema "A punto - Adelante República Catalana" que tendrán lugar en cinco pueblos y ciudades de esta región mediterránea: Barcelona, Tarragona (sur), Lleida (este), Berga (centro) y Salt (norte).

Los meses previos estuvieron marcados por las divisiones entre los partidos separatistas justo cuando el gobierno regional debe empezar a tomar las medidas necesarias para conseguir la independencia de esta región de 7,5 millones de habitantes en el noreste de España.

"Esta Diada Nacional es importante (...) para encarar un curso político en el que será necesario tomar decisiones que garanticen que Cataluña podrá escoger en libertad su camino", aseguraba el presidente regional Carles Puigdemont en un discurso institucional emitido la víspera.

Después de años intentando obtener el permiso de Madrid para celebrar un referéndum de autodeterminación como hizo Escocia en el Reino Unido, los líderes separatistas apostaron por romper unilateralmente con España tras obtener la mayoría absoluta del parlamento catalán hace un año.

Antes de mediados de 2017 se propusieron preparar su administración para ser un Estado, aprobar las leyes para desvincularse de Madrid y convocar elecciones constituyentes para iniciar la redacción de la constitución catalana.

Pero el plan se truncó en junio cuando el Gobierno de coalición de Puigdemont perdió el apoyo del sector más radical del independentismo, el pequeño partido anticapitalista CUP.

Con la Diada pretenden reagrupar sus filas y acelerar este proceso que se está haciendo muy lento para muchos de sus militantes.

Desde hace cinco años, esta fecha, el 11 de septiembre, que recuerda la derrota de Barcelona ante las tropas borbónicas en 1714 y la consecuente pérdida del autogobierno catalán, presenció masivas manifestaciones independentistas.

En 2012 colapsaron el céntrico paseo de Gracia de Barcelona, en 2013 formaron una cadena humana de 400 km y en 2014 dibujaron una "V" gigante de "victoria" en dos grandes avenidas de la capital catalana.

En esta ocasión, la celebración será menos espectacular.

A las 17:14, los manifestantes simularán con cartulinas amarillas el latido de un corazón mientras unos grupos de "castells", una tradición catalana, levantan enormes torres humanas, simbolizando que la nueva república nace con pilares sólidos.

Los líderes independentistas asistirán, incluido Carles Puigdemont y su vicepresidente Oriol Junqueras, y también la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, aliada del partido de izquierda radical Podemos, la única gran fuerza española que acepta un referéndum.

Ambigua sobre la independencia, Colau se mostró el sábado muy crítica con "el inmovilismo crónico" del actual gobierno español de Mariano Rajoy, que apenas se abrió a dialogar con Barcelona.

La situación difícilmente cambiará ante el bloqueo político en Madrid, con un ejecutivo en funciones desde diciembre y la amenaza de celebrar las terceras elecciones en un año por la incapacidad de los partidos de acordar un nuevo gobierno.

En cambio, en las últimas semanas la coalición gubernamental de Puigdemont y la CUP acercaron posiciones. En julio desafiaron conjuntamente al Tribunal Constitucional español aprobando en el parlamento la hoja de ruta hacia la independencia.

La prueba de fuego será el 28 de septiembre cuando el presidente Puigdemont se someterá a una moción de confianza convocada tras perder la mayoría. La CUP está dispuesta a darle de nuevo su apoyo aunque probablemente a cambio de convocar desde Barcelona un referéndum de independencia a mediados de 2017.

Entre tanto, desde Madrid puede llegar un nuevo revulsivo para el movimiento independentista si, como todo apunta, se abre una causa penal contra la presidenta del parlamento catalán, Carme Forcadell, por permitir la aprobación de la hoja de ruta secesionista.

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