Uno de los hombres más ricos de India renunció a su fortuna para seguir una vida espiritual de total austeridad.
Bhanwarlal Doshi, un empresario que desarrolló el comercio de plásticos valorado en US$600 millones por la revista Forbes, fue recibido como monje del jainismo, una de las religiones más estrictas de Asia.
El jainismo no solo exige la renuncia de bienes materiales, sino que también profesa una absoluta no violencia que incluye no hacerle daño a los insectos, inclusive microbios.
De tener esposa pasará a ser célibe, de estar vestido de lujo ahora escasamente tendrá una túnica y caminará descalzo, el ajetreo social dará paso a la introspección y meditación y casi toda su gran fortuna será donada para obras de esa fe.
De millonario a monje
La búsqueda de un camino espiritual es algo común en India, pero el cambio radical en la vida de Doshi para alcanzar su moksha, o salvación, no tiene precedentes, según Amresh Dwivedi, del Servicio Hindi de la BBC.
Tampoco fue una decisión tomada repentinamente, a causa de alguna crisis mental o moral que el empresario pudo estar sufriendo.
Bhanwarlal Doshi llevaba décadas considerando el abandono de su riqueza y la entrega a la espiritualidad.
Discutió sus planes con su familia que, al comienzo, rechazó la idea. Él quería recibir la diksha o ceremonia de consagración hacía tres años, pero no se lo permitieron.
Le tomó todo ese tiempo para convencerlos pero, al final, fue iniciado como monje de esa fe en una ceremonia de tres días, en la ciudad de Ahmedabad en el occidente de India.
"Estamos orgullosos de él. El honor y respeto que recibió cuando anunció su decisión es algo que hay que ver para creer", comentó su hijo Rohit al diarioAhmedabad Mirror, en India.
Estricto régimen
De alguna manera Doshi actuó en imitación de uno de los precursores del jainismo, Majavira, un rey que vivió entre los siglos 6 y 5 A.C.
Amresh Dwivedi, del Servicio Hindi de la BBC, lo describe como un monarca que abandonó su reinado, atormentado por la miseria que lo rodeaba, para dedicarse a hacer el bien por la humanidad.
Dwivedi explica que dos grandes religiones surgieron en India más o menos por la misma época: el jainismo y el budismo.
Éste último se extendió hacia el este, con gran aceptación en China, Tibet, Japón, etc.
Pero el jainismo, por su estricto régimen, no encontró el mismo apoyo y está concentrado en una pequeña zona occidental de India y el número de practicantes ha ido disminuyendo casi hasta la extinción, dice el periodista del Servicio Hindi.
Iniciado como monje, Doshi ahora enfrentará una vida de celibato y completa austeridad, sin ninguna de las comodidades ni elementos que consideramos indispensables en la vida moderna, como teléfonos, relojes, ornamentos o ropas elaboradas.
Se levantará todas las mañanas a las 4 a.m. para practicar el rito de alochana, o autocrítica, en la que considerará las actividades del día y las veces en que pudo haber herido algún animal, como un insecto.
Extremos religiosos
Esa consideración por los seres vivientes es la razón por la cual los seguidores del jainismo no usan calzado, para no pisar por error algún pequeño invertebrado en el camino.
Algunos adeptos extremos se cubren la boca para evitar que una mosca pueda volar en ella o hasta para no inhalar microbios del aire que puedan morir.
Es obvio, entonces, que sean vegetarianos pero no se pueden dedicar a la agricultura por temor de matar los bichos que viven en la tierra.
La profesión exclusiva de los jaina es el comercio, porque consideran que con éste no le hacen daño a nadie ni a nada, señala Amresh Dwivedi.
Bhanwarlal Doshi es precisamente un comerciante, dueño de DR International, una de las más grandes productoras de plástico en India.
No obstante, ha donado casi toda su fortuna para obras de caridad del jainismo.
No es un paso fácil, pero es uno que ha sido elogiado y le ha traído honor y respeto y, posiblemente la liberación espiritual total.