Por Sébastien Blanc (France Presse)
Jonathan Pollard, un judío norteamericano que espió a favor de Israel, salió este viernes de prisión en Estados Unidos luego de 30 años de una reclusión calificada como desmesurada por el Estado hebreo, donde es visto como un héroe nacional por gran parte de la población.
El anuncio de su liberación llegó desde Israel donde, sin sorpresas, también se registraron las primeras reacciones de júbilo. "Puedo confirmar que Jonathan Pollard está libre", dijo sin dar más precisiones el portavoz de su principal grupo de apoyo en el Estado hebreo.
"El pueblo de Israel se felicita por la liberación de Jonathan Pollard", celebró por su lado el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. "Después de tres largas y difíciles décadas, Jonathan está por fin reunido con su familia", señaló.
"Luego de haber puesto este tema sobre la mesa con los presidentes estadounidenses durante muchos años, esperaba este día con impaciencia", añadió Netanyahu.
Jacques Semmelman, uno de los dos abogados de Pollard, que fue liberado antes del amanecer de la prisión federal de Butner, una pequeña ciudad de Carolina del Norte, confirmó esta noticia a France Presse.
El hombre, que cuenta actualmente con 61 años, fue durante varias décadas una manzana de la discordia entre Israel y Estados Unidos, donde sucesivos presidentes, desde Ronald Reagan hasta Barack Obama, habían rechazado hasta hoy su liberación anticipada.
Manifestantes israelíes pidiendo en 2014 la liberación de Pollard.
El ex analista de la marina estadounidense permanece aún sometido a una prohibición de abandonar el territorio nortamericano durante cinco años.
Ni hablar entonces de una partida con toda fanfarria de Pollard hacia Israel, donde un gran número de habitantes están dispuestos a recibir a quien consideran como un idealista que ha sacrificado su libertad por la seguridad de los israelíes.
Pero esa no es la opinión de altos responsables del Pentágono o de la agencia de inteligencia CIA, que jamas han olvidado que el espía entregó por dinero miles de documentos clasificados como secretos de defensa a su aliado estratégico.
Como muestra de que este caso aún resulta un asunto sensible, medios locales señalaron que Benjamin Netanyahu pidió a sus ministros que se abstengan de dar muestras de un exaltado triunfalismo por la liberación de Pollard, quien obtuvo la nacionalidad israelí en 1995.
Perfil bajo
Los abogados de Pollard mostraron en los últimos días una gran discreción, rehusando dar declaraciones o detalles sobre las intenciones de su cliente una vez puesto en libertad.
Ese mutismo fue compartido por las autoridades de la prisión de Butner, que solicitaron el jueves a los periodistas que permanecieran fuera del recinto y no dieron precisiones sobre la hora en que Pollard sería puesto en libertad.
El ahora ex prisionero habría asegurado que obtendría un empleo y que tendría un lugar de residencia en la misma región neoyorquina, aunque según sus allegados él desea establecerse en Israel con Esther Zeitz, una ciudadana canadiense con quien se casó mientras estaba en la cárcel.
Diplomado en Stanford, Pollard fue declarado culpable en 1987 de haber proporcionado a Israel, desde junio de 1984 hasta su arresto en noviembre de 1985, miles de documentos secretos sobre las actividades de espionaje de Estados Unidos, principalmente en los países árabes.
Los documentos que filtró habrían permitido a Israel, por ejemplo, bombardear en 1985 el cuartel general de la Organización para la liberación de Palestina (OLP), en ese momento exiliada en Túnez, y asesinar al número dos de esa agrupación, Abu Jihad, en Túnez en 1988.
Pero para Estados Unidos, el espía con motivaciones venales causó un daño considerable a los intereses norteamericanos en plena Guerra Fría. Según ciertas fuentes, Pollard habría entregado a otros países, además de a Israel, ciertas informaciones cruciales, que pudieron haber terminado en manos de la Unión Soviética.
La esposa de Pollard en Jerusalén en julio, tras anunciarse que el ex espía sería liberado.
Después del acuerdo iraní
Pollard obtuvo en julio pasado la promesa de su liberación condicional, unos días después del anuncio de un acuerdo entre las potencias occidentales y Teherán sobre el programa nuclear iraní. Los observadores habían sugerido en ese entonces que se trataba de un gesto de compensación de Washington hacia Israel.
Pero varios expertos consultados por France Presse descartaron esa hipótesis. "Esta liberación condicional probablemente ayude a las relaciones (israelo-estadounidenses) malheridas tras el acuerdo con Irán, pero no fue generada por ello", explicó Michael Brenner, director del Centro de estudios de Israel en la American University de Washington.