El secuestrador que desvió un vuelo interno de Egipto al aeropuerto de Lárnaca, en Chipre, el martes por la mañana, utilizó un cinturón de explosivos falso, confirmaron las autoridades.
Todavía no hay claridad sobre sus motivos reales, pero el presidente chipriota, Nicos Anastasiades, descartó que se tratara de un hecho terrorista, al tiempo que dijo con una risa en una rueda de prensa que podría tratarse de un asunto de "mujeres".
El secuestrador, identificado como Seif Eldin Mustafa, inicialmente pidió hablar con su exesposa chipriota, a quien las autoridades trajeron hasta el aeropuerto, pero luego hizo una serie de demandas "incoherentes".
El drama también cobró un matiz de ligereza absurda con la publicación de una fotografía de un pasajero sonriente al lado del secuestrador con el supuesto "cinturón suicida".
La insólita foto del británico Ben Innes parado al lado de Seif Eldin Mustafa durante las críticas horas de negociación en el aeropuerto de Lárnaca, Chipre, se volvió viral.
Innes, que trabaja en el sector petrolero en Escocia y fue uno de los últimos pasajeros que salieron del avión, dijo que estaba tratando de ver más de cerca el dispositivo y que quería mantenerse "alegre frente a la adversidad".
Dudas sobre la seguridad
Todo esto lleva a preguntarse cómo Seif Eldin Mustafa, de origen egipcio, pudo secuestrar la aeronave de EgyptAir con un explosivo falso que pasó sin problemas por los sistemas de seguridad del aeropuerto Borg El Arab, en Alejandría.
El Ministerio de Turismo egipcio insistió en que las medidas de seguridad en la terminal aérea estaban en "completo funcionamiento", antes del despegue del vuelo MS181 en la mañana del martes.
Imágenes de circuito cerrado de televisión del aeropuerto muestran a Mustafa siendo revisado en dos puntos de seguridad y pasando un pequeño bolso por el detector de rayos X.
El blanco y abultado "cinturón suicida" conectado con cables que traía resultó ser un engaño.
Tras la liberación de todos los pasajeros y la tripulación, uno de los cuales escapó por la ventanilla de la cabina de mando, Mustafa salió con las manos en alto y se entregó a las autoridades.
Por lo menos significa que, esta vez, Egipto no puede ser acusado de permitir la entrada de explosivos a un avión comercial, como sucedió en octubre del año pasado en el aeropuerto de Sharm el Sheikh, que resultó en el derribo de un jet ruso con 224 personas a bordo.
Pero los críticos dicen que es preocupante pensar que un pasajero, descrito por las autoridades chipriotas como "mentalmente inestable", pudiera entrar en un avión cargado con materiales suficientes para hacer creer que tenía una bomba.
Implicaciones
Y, ¿qué podría evitar que, en el futuro, un pasajero igualmente desarmado declare en pleno vuelo que posee un dispositivo listo para detonar?
No es un escenario que le sienta muy bien al maltrecho turismo egipcio, que aún no se recupera del atentado contra el avión ruso de octubre.
El corresponsal de la BBC en Egipto, Youssef Taha, dice que el país ha tomado medidas para mejorar la seguridad aeroportuaria desde entonces.
Estas incluyen una inversión de US$1.000 millones más al año y un contrato con la empresa de asesoría británica Control Risks para revisar sus procedimientos en los aeropuertos de El Cairo, Sharm el Sheikh y Marsa Alam.
A pesar de esto, el corresponsal de la BBC dice que las inspecciones continúan siendo inconsistentes.
Muchos pasajeros exclusivos (VIP) y parlamentarios se resisten a ser revisados, explica, y personal de las aerolíneas y del aeropuerto eluden algunos puestos de inspección.