La gran duda que tiene en vilo a Brasil pareció despejarse con un fallo del máximo tribunal de justicia del país el miércoles: todo indica que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva puede ir preso por corrupción en los próximos días.

El Supremo Tribunal Federal (STF), la máxima corte brasileña, negó un habeas corpus pedido por la defensa de Lula para evitar su arresto mientras se agotan todas sus apelaciones judiciales.

El fallo dividido del STF, por seis magistrados contra cinco, deja a Lula expuesto a un pedido de prisión por el juez de la causa para que cumpla una pena de 12 años y un mes de prisión.

La decisión se da en medio de una fuerte tensión en Brasil, donde el comandante del Ejército lanzó el martes un mensaje por Twitter de "repudio a la impunidad" que fue criticado por muchos como una presión indebida sobre el Supremo y contra Lula.

Pese a la condena que enfrenta, el líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) está al frente de las encuestas para las elecciones de octubre y su figura polariza Brasil.

Diversos analistas, sin embargo, creen que el fallo del Supremo, sin ser vinculante, prácticamente extingue sus posibilidades de volver a la presidencia.

"Queda más remota la posibilidad de que consiga ser candidato", dice Cristiano Noronha, analista político de la consultora Arko Advice en Brasilia, a BBC Mundo.

Sin embargo, advierte que "su influencia sigue" de cara a las elecciones.

Últimos recursos

Lula gobernó Brasil durante ocho años consecutivos y dejó el cargo en 2010 como el político más popular del país, gracias al boom económico y las reformas sociales que sacaron millones de la pobreza.

Pero el proceso judicial de este exobrero metalúrgico que creció en la miseria se volvió un drama en el país, con parte de la sociedad que recuerda sus logros y críticos que creen que se corrompió como tantos otros políticos.

Lula aún puede agotar los recursos ante el tribunal de segunda instancia que en enero ratificó su condena y hasta aumentó su pena.

La defensa del expresidente tendrá hasta el fin del próximo martes (10 de abril) para presentar esa suerte de apelación, pero el mismo tribunal de Porto Alegre ya rechazó un recurso previo en marzo.

Y si el tribunal se mantiene en la misma línea, una orden de prisión de Lula podría ser dictada por Sérgio Moro, el implacable juez que condujo la colosal causa sobre sobornos en la petrolera estatal Petrobras.

Es probable que Lula presente nuevos recursos ante tribunales superiores, pero todo indica que deberá hacerlo desde la cárcel.

Fue el propio Moro quien en primera instancia encontró a Lula culpable de haber recibido un apartamento en la costa de São Paulo por parte de la constructora OAS, como retribución de contratos con Petrobras.

El expresidente sostiene que es inocente y que buscan sacarlo de la carrera electoral, pero evitó pronunciarse públicamente tras la decisión del Supremo en la noche del miércoles, que siguió rodeado de su círculo íntimo.

"Intervenciones pretorianas"

Las divisiones políticas que genera la situación de Lula en Brasil quedaron en evidencia en los últimos días, con manifestaciones a favor y en contra suya que siguieron hasta el miércoles.

La semana pasada, los buses de una caravana del expresidente fueron atacados a tiros en el sur del país.

A eso se sumaron los dos tuits del comandante del Ejército, general Eduardo Villas Bôas, señalando que su fuerza comparte "el anhelo de todos los ciudadanos de bien de repudio a la impunidad y de respeto a la Constitución, a la paz y a la Democracia, así como se mantiene atento a sus misiones institucionales".

El mensaje generó expresiones de apoyo de otros generales y tenía 57 mil "me gusta" hasta la noche del miércoles, pero también amplias críticas en un país que tuvo una dictadura militar entre 1964 y 1985.

Incluso un ministro del STF, Celso de Mello, advirtió en la sesión del miércoles al votar a favor del pedido de Lula que "las intervenciones pretorianas en el ámbito político" han llevado a una inflexión en el desarrollo de las libertades fundamentales.

Esto, a su vez, motivó una crítica del general de la reserva Paulo Chagas, quien preguntó a Celso Mello vía Twitter "cómo puede no ser político un juzgamiento en que se intenta la argumentación de presunción de inocencia a un criminal, condenado y mundialmente reconocido, como Lula da Silva".

Un escenario especial

Las encuestas muestran un gran desencanto de los brasileños con la política tras años de escándalos de corrupción que salpicaron a distintos partidos y al actual gobierno de centro-derecha del presidente Michel Temer.

En este escenario, tienen posibilidades de pasar a la segunda vuelta de las elecciones aspirantes presidenciales como Jair Bolsonaro, un político de extrema derecha que muestra nostalgia por la dictadura.

La decisión sobre si Lula podrá presentarse en las urnas pese estar condenado en segunda instancia ?algo que la ley señala como un impedimento? depende del Tribunal Superior Electoral.

Pero incluso si su candidatura fuera rechazada y fuera preso como se prevé, Lula podría ser un factor clave en los próximos comicios.

"Detrás de las rejas tal vez sea más influyente que si quedara en libertad. Va a ser visto como un mártir por una gran parte del electorado", dice Mauricio Santoro, un analista político de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, a BBC Mundo.

Por lo pronto, Lula ha evitado decir claramente a quién apoyaría si él quedase fuera de carrera, pero dio una señal política el lunes, durante un acto en Río de Janeiro: "Si no me dejan hablar, hablaré por las bocas de ustedes. Andaré con las piernas de ustedes", dijo.

Y calificó como "un lujo" que haya precandidatos como Manuela d'Ávila, del Partido Comunista de Brasil, o Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad y miembro del Movimiento de Trabajadores Sin Techo.

Los analistas creen que, sin Lula como candidato, la izquierda brasileña podría apoyar a alguna de esas figuras o a Ciro Gomes, un exministro del Partido Democrático Laborista.

"Si Lula fuera preso y quedara de manera evidente que no es candidato, va a haber una disminución de la tensión", dice Santoro. "Hay un rechazo personal a Lula muy grande, pero no tanto a las ideas que él defiende".

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