-Han pasado dos meses de gobierno y quizá es un momento oportuno para analizar cómo ha sido el desempeño del comité político. ¿Cuál es tu visión?
-Una evaluación que se puede hacer es que evidentemente el tema de la inseguridad, la falta de control del orden público, la violencia en La Araucanía, todos asuntos que dependen del ministerio del Interior, están marcados por Temucuicui. Es como cuando vas a la playa y partiendo se te pincha un neumático.
-¿Interior no ha logrado recuperarse de ese inicio?
-El gobierno intentó subirse a la agenda por la parte correcta y no por detrás. Pero no le resultó. El orden público ha estado bastante huérfano de un horizonte. Tenemos a un subsecretario, Manuel Monsalve, que ha jugado de stopper, pero el gobierno no ha pasado a la ofensiva en ningún minuto con respecto a la seguridad.
–El Presidente llamó a un acuerdo transversal. ¿Cómo lo interpretas?
-Yo diría que el acuerdo de seguridad es como la confesión, el emblema de que existe un déficit tremendo, que se viene arrastrando hace mucho tiempo. Este gobierno, a partir de Temucuicui, siente el bajón y se da cuenta que no tiene la espalda ni política ni legislativa para poder llevar a cabo una agenda transformadora en este campo.
-La muerte de Francisca Sandoval, baleada el 1 de mayo, ¿es una evidencia de que la violencia está casi fuera de control?
-O sea, el gobierno ha estado marcado por este tema en estos 60 días, y la situación se corona con la muerte de la joven periodista, que es lo último que faltaba. Que una periodista muera a manos de un vendedor ambulante en una situación irregular, y aún no sabemos bien lo que pasó, dice mucho del déficit en esta materia .
Relacionado a esto, hay otro problema gravísimo, pero que no se ve: lo que está ocurriendo en el norte con el crimen organizado en Arica, Iquique y Antofagasta. Las señales son preocupantes. Pero no sale en las noticias. Hay un clima de temor constante. El miércoles hubo un tiroteo en un colegio de Antofagasta; la situación es crónica y habla de un estándar de no control del orden público bastante potente.
-¿Crees que falta una estructura de inteligencia más robusta?
-Veo que la designación del nuevo director de la ANI (Agencia Nacional de Inteligencia), Luis Marcó, fue una opción conservadora y quizá se necesitaba a alguien que estuviera más a la vanguardia. Es alguien del establishment, que trabajó con Villalobos. Entonces, ahí creo que el gobierno podría haber arriesgado un poquito más.
-Es casi un lugar común decir que a la izquierda le cuesta mucho tener mano firme para controlar el orden público. ¿Pero es evidente?
-En general las izquierdas del mundo siempre han tenido un problema con el deslinde entre el respeto de los derechos humanos y el uso legítimo de la fuerza. En Chile el trauma del 73 formatea a toda una generación que es heredera de ello. O sea, todo lo que tenga que ver con seguridad, infiltración, se relaciona a la CNI y la Dina. No es un trauma ideológico, sino que viene de la experiencia. Y se ha traspasado a distintas generaciones.
-En este sentido ¿Izkia Siches aún no logra posicionarse en el cargo y el tema de la seguridad está sobrepasando al ministerio?
-No sé hasta cuándo el gobierno va a esperar a Izkia. Esa es la pregunta que todos se hacen. Porque se requiere liderazgo para pasar a la ofensiva en la agenda de seguridad. El acuerdo nacional es una muy buena idea que no está siendo bien interpretada o bien ejecutada.
–Carlos Peña dijo que no se necesitaba un pacto, sino ideas y decisión.
-Recuerdo que hicimos una encuesta en 2020, sobre temas de seguridad, y mucha gente apoyó un gran acuerdo contra el narcotráfico, porque la población intuye que se requiere un marco de legitimidad que vaya más allá de un gobierno. Una política de estado, un poco lo que se hace en las relaciones internacionales. Un acuerdo que establezca, en términos de inteligencia, cuáles van a ser los límites. Y esos límites no los puede poner un gobierno. Lo tiene que hacer el conjunto de los actores políticos.
-¿La seguridad es el principal problema del gobierno?
-Yo diría que la seguridad y el orden público son el principal problema del país.
-Sin embargo, en la última encuesta de Tú Influyes, aparece la inflación en primer lugar entre las preocupaciones.
-El gobierno tiene una gran noticia: que Mario Marcel es muy valorado por todos los sectores. Porque se entiende que ahí hay una persona que está a cargo y que lo está haciendo bien. Es decir, todo lo que ocurre en Hacienda no ocurre en Interior.
-Por otro lado está Giorgio Jackson, que tiene un papel fundamental en el gobierno, y que también ha recibido críticas de parlamentarios.
-Yo creo que Jackson debería tener un diseño de ser un complemento de los ministros sectorialistas en términos de objetivos de la agenda. El proyecto de estado intermedio debería ser un proyecto de Interior, donde la responsabilidad sea de Interior. Pero lo que no haría es centrar la eficacia legislativa en una sola persona.
En el tema tributario, por ejemplo, no creo que pase por Giorgio Jackson la reforma, pasa por Marcel. Así como Marcel se preocupa y genera sus propias votaciones, otros ministros tienen que asumir liderazgos también. El diseño de que Jackson es el encargado de toda la agenda legislativa me parece insuficiente.
-¿Crees que es necesario un cambio de gabinete antes del plebiscito?
-Los gabinetes se cambian cuando se tiene conciencia de los déficit. Y cuando tienes reemplazantes que puedan ser mejores que los que estás sacando. Lo primero es tener un diseño. Hay ministros que todavía no aparecen en escena, que deberían haber aparecido hace rato ya.
-¿Quiénes?
-Habría esperado que el MOP fuera mucho más presente, sobre todo en momento de crisis económica, con una agenda de infraestructura e inversiones que sea robusta.
Faltan ministros sectoriales que aparezcan. El gobierno lo están tirando Camila Vallejo y Marcel. Y detrás, la ministra del Trabajo. Y Monsalve, por ahí.
-El otro elemento es la Convención. Dijiste que cuando se acabe la Convención va a bajar el Rechazo. ¿Por qué?
– Porque en ese momento va a empezar a llegar oxígeno al Apruebo. A un grupo importante de gente se le cruzaron los constituyentes y la Convención. En la medida que se despersonalice eso y deje de plebiscitarse a los constituyentes y empiecen a plebiscitarse los contenidos, va a estar más parejo el asunto. De todos modos, si fuera gobierno no uniría mi suerte a la de la Convención y al Apruebo.
– Boric ha sido más protagónico, pero las encuestas siguen siendo esquivas para él. Según Tú influyes el 50% desaprueba la forma en que está conduciendo su gobierno (+14), mientras que el 32% aprueba (-6). ¿Qué explica este desencanto?
-Estamos con una población en Chile que espera resultados más allá de señales. Y los resultados económicos y de orden público no son los esperados. Los retiros y el IFE fueron generando una cultura de política directa al bolsillo que ha hecho que la población tenga menos paciencia. Cuanto te ponen plata en el bolsillo, no hay política pública que sea reemplazable por esa. Viene una época larga de acostumbrarnos a otro tipo de plazos y de timing. La población tiene muy poca paciencia desde el estallido social en adelante. Mucha gente que se declara favorable al gobierno dice que no le gusta el gobierno. Es como cuando dices que te gusta la Unión Española, pero no te gusta como juega.