Retrasos generalizados se registraron durante todo el día de votaciones de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en Argentina. La mayoría de ellos en la ciudad de Buenos Aires, donde se implementó por primera vez la Boleta Única Electrónica, un sistema de sufragio digital para elegir a las autoridades de la capital trasandina, más no para la elección nacional de los candidatos presidenciales.

No sólo la brecha general afectó el fluido funcionamiento del sistema electrónico. También hubo máquinas que simplemente no funcionaron este domingo 13 de agosto. La precandidata de Junto por el Cambio y ex ministra de seguridad, Patricia Bullrich, tuvo que intentar en varias oportunidades sin éxito. Se veía su rostro de incertidumbre y de incomodidad mientras el traspié técnico era transmitido en vivo por las cámaras de televisión a todo el país. Al tercer intento fallido cambiaron la máquina para que finalmente cumpliera con su derecho cívico. Al salir de la votación calificó esta experiencia como “un desastre”.

Pasado el mediodía, la vicepresidenta Cristina Fernández llegó a ejercer su voto a 2.500 kilómetros al sur de Buenos Aires, hasta la Provincia de Santa Cruz, bastión del kirchnerismo. Incluso sólo con voto en papeleta, la Señora K tuvo que esperar cerca de un hora y media en la fila desde donde comentó: “Es un día de muchas emociones, tal vez personales (…) vamos a esperar que opine la gente y luego sabremos cómo será la próxima elección”.

Por la tarde, diversos videos en redes sociales denunciaron la manipulación y destrucción de boletas del partido de Javier Milei, La Libertad Avanza. El economista liberal que busca llegar a la Casa Rosada alertó en Twitter: “es un escándalo el intento de robo o destrucción de boletas nuestras (…) Todas las boletas donde sea clara la intención del votante son válidas. No importa si están rotas o no. No se dejen engañar”. Las autoridades electorales no se han referido a esos incidentes por ahora.

Al cierre de las mesas, a las 18 horas, se estimó un 68,3% de participación del padrón electoral, una de las cifras más bajas para procesos de primarias argentinas. Pero que coincide con las proyecciones de analistas sobre el aumento del ausentismo en esta primera cita del calendario electoral.

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