Hace algunos días se cumplieron 47 años de uno de los momentos más trágicos del automovilismo. El 1 de agosto de 1976, la vida de Niki Lauda cambió drásticamente en el Gran Premio de Alemania en el peligroso circuito de Nürburgring.

Conocido como el 'Infierno Verde', este trazado de más de 22 kilómetros se convirtió en el escenario de una intensa batalla por el campeonato entre Lauda y su rival, James Hunt. Lauda lideraba con 58 puntos, mientras Hunt lo seguía de cerca con 35.

La lluvia complicó la carrera y Jochen Mass sorprendió a todos al optar por neumáticos secos. Tras una desafortunada parada en boxes, Niki Lauda se rezagó y se embarcó en una ardua remontada con neumáticos lisos.

Sin embargo, un trágico accidente cambió el rumbo de los acontecimientos: la suspensión de su Ferrari se rompió en una curva, y el coche ardió en llamas con él adentro. Otros pilotos colisionaron involuntariamente con él.

A pesar de sufrir quemaduras en el rostro y daños en los pulmones debido a la inhalación de humos tóxicos, Lauda sobrevivió a un escenario apocalíptico. Aunque perdió parte de su oreja derecha, cejas y pestañas, el espíritu indomable de Lauda lo llevó a regresar al volante después de solo seis semanas, para defender su título.

Finalmente, en la última carrera de la temporada, James Hunt se coronó campeón, pero la valentía y determinación de Lauda lo convirtieron en un ícono de la Fórmula 1. Su increíble regreso inspiró a todos, recordándonos que la vida y la perseverancia son más valiosas que cualquier título. Lauda se convirtió en un ejemplo de coraje y pasión por este deporte que nunca será olvidado.

El piloto que pasó a la historia de la Fórmula 1 se retiró definitivamente de la competición en 1985 y falleció el 20 de mayo de 2019, a la edad de 70 años, en un hospital en Zúrich.

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