Copa Mundial Femenina de la FIFA o Copa América…¿Cuál está viendo? ¿Está seguro de su elección? ¿Se cortaría la mano antes que sintonizar el canal del fútbol femenino? ¿Es usted hombre o mujer? ¿Machista o feminista?
Y hasta cabría preguntar si es colombiano o colombiana, porque el seleccionado femenino de su país ganó 2-0 a Francia y el miércoles enfrentará al de Inglaterra, mientras que el equipo masculino perdió 0-1 ante Venezuela. Los dos resultados fueron grandes sorpresas del fin de semana, aunque en BBC Mundo explicamos que la victoria venezolana era más previsible que la derrota de Francia.
(Colegas colombianos nos cuentan del fastidio ante el tono condescendiente de ciertos relatores, de sus "mira que lindo le pega la niña" y otras expresiones que pretenden ser alentadoras, pero que mortifican a sus destinatarias.)
¿Aburrido?
Llegará un día en el que se pueda hablar del fútbol femenino sin mencionar al juego masculino, sin hacer comparaciones sexistas entre ambos y sin ponerle apodos de varones a las jugadoras: "la Messi de los Balcanes", cosas así.
Pero dado que el fútbol femenino aún está en su etapa de consolidación, el debate, como la gripe y los impuestos, no se puede evitar. Y hasta puede resultar estimulante.
El periodista británico Rod Liddle, que tiene un estilo provocativo (a eso debe parte de su éxito profesional), escribió en el Sunday Times que la pobreza del juego en el mundial femenino no justifica el bullicio mediático.
"No veo cómo se puede avanzar la causa de la igualdad pretendiendo que, en este momento, las mujeres juegan bien al fútbol", escribió. En su opinión, el "marketing" del mundial estaba marcado por la corrección política.
Este juicio sobre calidad no tiene en cuenta algo crucial en este momento del juego femenino: el desarrollo del profesionalismo en cada país.
Horas de práctica
En el juego masculino de alta competición destaca la facilidad de los pases de primera, en movimiento, resultado de incontables sesiones de "rondós", algo que muchas mujeres no pueden entrenar porque se están ganando la vida en otras actividades.
Algo parecido ocurre con otros aspectos del juego, pero la diferencia se reduce mucho en los países más avanzados, como Estados Unidos, Alemania, Suecia, Japón y otros que desde hace tiempo estimulan el juego femenino.
La entrenadora sueca Marika Domanski-Lyfors, que dirigió las selecciones de su país y de China, asegura que existen más semejanzas que diferencias a medida que aumenta el nivel de profesionalismo.
"En términos de actitud la diferencia es mínima; la mujer suele ser más seria, tal vez demasiado, porque también es necesario relajarse. En el plano emocional, creo que hay tantas diferencias entre hombres como entre una mujer y un hombre", dijo Domanski-Lyfors a FIFA World.
"Hay diferencias en fuerza, claro, algo que resulta evidente en los tackles (o placajes), y también en velocidad. A muchos equipos femeninos, con la notable excepción de Alemania, les cuesta dictar la velocidad del juego."
"En cuanto a la táctica", prosigue la DT sueca, "su entendimiento fuera del campo es similar para hombres y mujeres, pero los hombres suelen reaccionar con más rapidez durante el juego. En líneas generales hay muchas jugadoras que son tan hábiles como los hombres, pero hay tantos hombres hábiles [tras décadas de desarrollo continuo] que muchos creen erróneamente que ellos están naturalmente más dotados para jugar al fútbol."
Cuestión de tiempo
Este es un punto de vista rechazado por los "machistas" (generalizamos por razones de economía) con el argumento de que las diferencias apuntadas por la DT sueca, fuerza, velocidad y versatilidad táctica, son cruciales en el juego, que marcan su calidad en vez de ser elementos secundarios.
Otro factor que señalan los machistas es la irregularidad, la falta de consistencia evidente, por ejemplo, en el juego de la portera del equipo francés en el partido ante Colombia, que cometió un error de colegiala en el minuto 48 del segundo tiempo, que resultó en el segundo gol colombiano.
En contraste, la portera colombiana, Sandra Sepúlveda, fue un ejemplo de consistencia durante todo el partido, salvando varias veces a su equipo; vaya esto por el error de Stephanie Castaño en el partido anterior ante México.
Pero también abundan los hombres que juran por el juego femenino.
Michael Hogan, un periodista del Telegraph, enumeró las razones por las que, a su juicio, el fútbol femenino es mejor que el masculino.
Entre ellas, el hecho de que las jugadoras no actúan como chicos malcriados y fingen menos, que el dinero que mueve el juego sea menos obsceno, que no esté contaminado por la corrupción y que en las tribunas no haya gamberros.
(Nos llamó la atención, durante los partidos que vimos el fin de semana, la presencia de niños de corta edad en las tribunas: madres con sus hijos, en vez de hooligans entonando estribillos ofensivos y arrojando proyectiles.)
Pero el elogio de Hogan no toca el tema más delicado de las diferencias técnicas y de personalidad en los respectivos juegos de mujeres y hombres.
Es diferente
La entrenadora italiana Carolina Morace, que dirigió al equipo canadiense en el mundial de Alemania 2011, dice que las diferencias culturales entre países son más pronunciadas que las existentes entre mujeres y hombres.
"Las jugadoras italianas, por ejemplo, hablan continuamente durante los partidos, mientras que las canadienses apenas lo hacen."
Agregó que en Canadá debió enfatizar la importancia de la nutrición y los límites de la preparación : "allí muchas chicas creían que 'más [entrenamiento] es mejor', esto forma parte de la mentalidad nacional".
Este enfoque fue resistido por la mentalidad italiana. Las jugadoras se quejaron de que en 2011 Morace les prohibió la manteca de maní (un gran favorito de ellas, que los nutricionistas de cualquier origen desaconsejan) y a eso atribuyeron el fracaso en el mundial de Alemania.
"Una clara diferencia entre hombres y mujeres, en todo el mundo", dice Morace, "es que los hombres comienzan a jugar seriamente muy jóvenes, desde los cuatro o cinco años ya aprenden aspectos técnicos y tácticos. Es por eso que suelen estar mejor preparados para las demandas del juego de elite."
"Los hombres también son más rápidos", prosigue. "Es esto lo que les permite tener un promedio tan elevado de posesión. Y cuando corren lo hacen en forma más racional, porque tienen más experiencia en el juego".
Otra entrenadora conocida, la inglesa Hope Powell, exseleccionadora de su país, dice que las mujeres son más receptivas al entrenamiento pero, al mismo tiempo, no tienen una percepción espacial tan aguda como los varones, especialmente los más jóvenes.
Agrega que las mujeres han progresado mucho en el aspecto físico, de fortaleza y velocidad, así como en la técnica de cabecear, por ejemplo.
"Esto hace que el juego femenino sea más lento", dice, "pero al mismo tiempo esto deja margen para desarrollar la habilidad, en comparación con el foco en el aspecto físico que vemos en el juego de los varones."
Agravio comparativo
Apenas se habla, y cuando se hace es para disminuir su importancia, sobre el rápido desarrollo de la organización del juego femenino en muchos países.
De Inglaterra, el caso del que tenemos datos, señalemos que el promedio de un abono anual de la Super League cuesta £32 (US$50), mientras que su equivalente para la Premier League de los varones llega a £508 (US$790).
En cuanto a asistencia popular, los amistosos del seleccionado femenino han estado atrayendo más público a Wembley (45.000) que algunos juegos del equipo masculino (40.181).
Para las mujeres persisten dos agravios comparativos que las ofenden mucho: la humillante "verificación de sexo", impuesta por la FIFA, y la obligación de jugar el Mundial en una superficie artificial, que entorpece el juego.
Pero estos ya son temas reglamentarios: habrá que ver si la FIFA encuentra el tiempo para abordarlos, entre escándalo y escándalo de los varones que pueblan sus numerosos comités.