Su reacción tras ganar el Abierto de Estados Unidos y recibir el cheque del premio en metálico dio la vuelta al mundo y demostró lo sorprendida que estuvo Sloane Stephens el pasado sábado sobre la cancha del estadio Arthur Ashe.
Fue un acto espontáneo, inocente, de una persona que nunca pensó que podría llegar a ganar el último Grand Slam del circuito profesional de tenis, por lo menos no el mismo año que pasó más de cuatro meses sin jugar recuperándose de una operación en su pie derecho.
Ni ella ni ningún aficionado o especialista en el deporte de la raqueta se podía imaginar que la aguerrida y para muchos desconocida tenista de 24 años completaría dos semanas de ensueño aplastando en la final a su compatriota y amiga Madison Keys (6-3 6-0).
Hace sólo seis semanas deambulaba en el puesto 957 de la clasificación tras perder primer partido cuando volvió a jugar en Wimbledon y no poder pasar de la primera ronda en Washington.
Momento que sirvió de punto de inflexión y que dio pie a un período completamente "loco", según reconoció ella misma.
Hace cuatro años
Stephens conquistó el Abierto de Estados Unidos tras pasar 11 meses sin jugar y 69 días desde que regresó al circuito.
"No hay palabras para describir cómo llegué aquí porque si le cuentas a alguien una historia así sería como que es una locura", admitió.
La primera vez que la joven tenista, nacida en 1993 en la ciudad de Plantation, Florida, acaparó los titulares fue hace cuatro años cuando sorprendió en los cuartos de final del Abierto de Australia a su compatriota Serena Williams.
Luego cayó con la entonces número uno Victoria Azarenka, a la postre campeona, pero para el mundo del tenis ya había nacido una futura estrella de la raqueta.
Sin embargo su progresión fue más lenta de lo esperado y no fue hasta 2016 cuando comenzó a mostrar el potencial que se le atribuía a su juego.
Ese año ganó tres títulos que le permitieron ubicarse cómodamente entre las 30 mejores tenista del mundo y en franco ascenso.
Pero una fractura por estrés en su pie derecho le impidió jugar en Flushing Meadows y puso fin a la que estaba siendo la mejor temporada de su carrera.
Intervenida quirúrgicamente en enero, Stephens pasó 16 semanas en muletas sin poder pisar y un mes antes de su reaparición todavía estuvo utilizando una bota protectora.
"No hay nada positivo en no poder caminar y estar con una sola pierna", recordó.
"No es divertido para nadie".
"Cuando me operaron no estuve pensando que podría llegar a estar cerca de ganar el título en Estados Unidos", agregó Stephens, quien se convirtió en tan sólo la quinta jugadora no preclasificada en ganar un Grand Slam.
"Tampoco es que haya pensado que iba a estar cerca de las 100 mejores jugadoras".
El deporte en las venas
La nueva campeona de Estados Unidos es hija de Sybil Smith, primera nadadora de origen afroestadounidense en ser seleccionada para la máxima división del deporte aficionado en Estados Unidos, y John Stephens, corredor que jugó en la liga profesional de fútbol americano con los New England Patriots, los Green Bay Packers y Kansas City Chief entre 1988 y 1993.
Su padre murió en un accidente de tránsito hace ocho años, por lo que fue su madre quien ha sido su mayor fuente de inspiración.
"Obviamente mi madre ha sido un gran apoyo durante toda mi vida", agradeció Stephens.
"Ha estado toda mi vida en mi esquina".
"He tenido muchos buenos momentos y muchos malos -algunos verdaderamente bajos-. En todos ellos mi madre ha estado al 100% conmigo".
Durante su rehabilitación Stephens aprovechó el tiempo para trabajar como comentarista para la televisión estadounidense, donde compartió plató junto a su exextrenador Paul Annacone, quien fue la mano derecha de Pete Sampras cuando el pistolero dominó el circuito entres finales de los años 90 y comienzos del nuevo milenio.
Annacone le dijo a la BBC que fue esa ausencia de las canchas, pero cercanía con lo que estaba pasando en ellas, lo que le dio ese elemento que le faltaba al juego de Stephens para impulsarla a la élite del tenis femenino.
"Creo que históricamente ella se ponía un poco nerviosa en ciertos períodos del partido y eso se hacía evidente cuando la situación se presentaba en su contra".
"Pero este año ella ha estado fabulosa frente a la adversidad y es le ha permitido saltar a la cancha con una implacable habilidad de luchar en esos momentos".
Su victoria en semifinales frente a Venus Williams fue un reflejo de eso al ser la octava vez desde que regresó, sin perder ninguna, en ganar un partido en el tercer y último set.
Stephens amaneció este lunes como la número 17 del mundo tras ascender 66 puestos en una clasificación que lidera por primera vez la hispano-venezolana Garbiñe Muguruza.
Su próximo objetivo es entrar entre las 10 mejores, pero también volver a ganar un Grand Slam.
"Claro que sí, ¿no viste ese cheque?", bromeó.