Un enorme retrato de la revolucionaria marxista Rosa Luxemburgo cuelga en la oficina de Nikos Samanidis, uno de los miembros fundadores de la Coalición de la Izquierda Radical.
O Syriza, como es más conocido entre los griegos.
Este partido de izquierda, fundado en 2004 como parte de una coalición de grupos y partidos, aparece en las encuestas como favorito para ganar en las elecciones generales de este domingo.
La profunda recesión económica de los últimos cinco años que ha dejado a un cuarto de la fuerza laboral griega desempleada y ha llevado al gobierno a aumentar los impuestos, parece haber empujado a la población a fijarse en el líder de esa coalición, Alexis Tsipras.
Tanto es así que, según los sondeos, el partido de Tsipras supera a la Nueva Democracia del primer ministro, Antonis Samaras.
Samaras ha insistido en su campaña en que, pese a los inconvenientes de la austeridad, Grecia está equilibrando su presupuesto y mostrando señales de recuperación.
El primer ministro básicamente ha seguido el libreto impuesto por la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo a cambio de un paquete de rescate.
A pesar de un severo programa de recortes al gasto público y más impuestos, ha habido algunos avances. Hay un excedente en el presupuesto y el país ya no está en recesión.
No obstante, el desempleo es del 26% y la clase media se siente maltrecha y agobiada por años de austeridad.
Tsipiras ha advertido a los mercados que tendrán que "bailar al ritmo" de un gobierno de Syriza y se ha mostrado dispuesto a plantarle cara a "las políticas de Alemania y Ángela Merkel", como han denominado al proceso de integración con el resto del continente.
Si las encuestas son acertadas, Grecia está a punto de elegir el primer partido antiausteridad de la eurozona. Si eso ocurre, el futuro de Grecia será otra vez incierto.
"El regreso de la izquierda"
"Tras décadas a la defensiva, la izquierda está protagonizando un regreso", dice Nikos Samanidis, en un su oficina de Salónica, la segunda ciudad del país.
"No solo en Grecia, sino también en Europa y Latinoamérica". Con muchos griegos hastiados por los programas de austeridad, el escenario parecía servido para el ascenso de un partido como Syriza, que se opone a las medidas que adoptó el gobierno a cambio del rescate financiero internacional de Grecia, el país más endeudado de Europa.
Nacida como una parte de una coalición de trece grupos y partidos que abarcaban un espectro que iba de maoístas, trotskistas y eurocomunistas a ecologistas, socialdemócratas y populistas de izquierda, Syriza tuvo muy poca influencia electoral antes de 2012.
De hecho, en sus primeros ocho años de vida, el grupo no llegó a pasar del 5% del apoyo de los griegos en los comicios.
Pero en 2012, con el auge de la crisis griega, Syriza alcanzó cerca del 27% en las elecciones generales y eclipsó a los socialdemócratas, convirtiéndose en el segundo partido del país y el principal opositor.
A medida que la crisis griega se profundizaba, también crecía la popularidad del partido y se consolidaba como fuerza política.
Hasta las elecciones europeas de 2014, en las que Syriza fue el partido más votado.
El empuje de Tsipras
Tsipras, el líder político más joven en la historia de Grecia –40 años–, ha sido fundamental en la transformación de Syriza.
Conocido por sus habilidades retóricas y su aversión a las corbatas, asumió el liderazgo del partido en 2008 y fue elegido parlamentario en 2009.
"La crisis económica y el colapso de los partidos tradicionales ciertamente ayudaron a que Syriza incrementara su influencia, pero fue Alexis Tsipras quien catapultó al partido", explica Christoforos Vernardakis, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Aristóteles, en Salónica, y fundador de la empresa de medición de la opinión pública VPRC.
"Esto ocurrió porque Tsipras es joven y no conoce el miedo. Tomó una izquierda que estaba a la defensiva y la convirtió en una opción creíble para gobernar".
Pese a su indudable carisma, muchos funcionarios y miembros de Syriza coinciden en describirlo como una "persona normal y respetuosa".
"Tengo una larga historia con Alexis. Solíamos salir juntos y puedo decir que es un tipo normal. Incluso como líder, a él le gustan los procesos y las decisiones colectivas", dice su compañero Samanidis.
Sin embargo, los críticos ven a Tsipras como una persona arrogante, sin experiencia y hambrienta de poder: un inconforme político dispuesto a sacrificar a Grecia para alzarse con el poder.
Otro viejo amigo de Tsipras, Nikos Karanikas, rechaza tal descripción y más bien parte lanzas por el "camarada presidente".
Tsipras –dice Karanikas– sigue viviendo en Kypseli, un vecindario de clase media de Atenas, y sigue trabajando como ingeniero civil.
"Aunque estaba claro desde el principio que era un líder, sí recibió estímulo de nuestra parte para dar un paso adelante y tomar el liderazgo. Él no tiene codicia de poder", dice Karanikas, miembro del buró político de Synaspismos, el mayor grupo de Syriza.
¿Vientos de cambio?
Tsipras se opone al rescate financiero internacional de Grecia y ha anunciado que quiere renegociar parte de la deuda griega y eliminar las medidas de austeridad impuestas en los paquetes de ayuda de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, lo que le ha granjeado la simpatía popular.
Según el corresponsal de la BBC en Grecia, Mark Lowen, muchos en el país parecen dispuestos a darle una oportunidad a Tsipras.
Sin embargo, hay quienes alertan que un triunfo de Syriza podría llevar a una seria confrontación entre Grecia y otros países de la Unión Europea.
Y su mensaje también ha generado nerviosismo en los mercados financieros que temen que las medidas propuestas por Syriza puedan conducir al país por un despeñadero.
Al partido también podría resultarle difícil encontrar aliados para formar una coalición en caso de no conseguir la mayoría absoluta, ya que sus representantes han declarado que no gobernarán con el apoyo de aquellos que miren con buenos ojos las políticas que llegan desde Europa.
Pero el líder de Syriza tiene claro que el "fin de la humillación" está cerca para los griegos, tal y como dijo el jueves pasado, en un multitudinario acto de de cierre de campaña en Atenas.
"El lunes, la humillación nacional habrá terminado", apuntó. "Acabaremos con las órdenes que vienen del exterior". "Puede ser la última oportunidad para Grecia".
Europa atenta
El electorado podría todavía optar por el estatus quo. Samaras ha hecho advertencias contra el izquierdista Syriza diciendo que “no nos convertiremos en una Unión Soviética, el comunismo no vencerá”.
Al fin de cuentas algunos se abstendrán de votar por la izquierda radical, pero las encuestas sugieren que la austeridad ha dejado a muchos cansados y resentidos.
Las elecciones del domingo podrían marcar un día importante para Europa donde, en tiempos difíciles, un partido alternativo al orden político toma el poder.
Esa victoria podría impulsar otros partidos de la extrema izquierda como Podemos en España. Tanto Grecia como el resto de Europa estarán atentos