El sueño puede hacer que los animales sean vulnerables a la depredación. Un equipo científico hizo un seguimiento a una colonia de pingüinos barbijo mientras anidaban en la Antártida y observó que estos duermen más de 11 horas al día, pero en microsueños que duran en promedio tan solo 4 segundos.
Son unas 10.000 'cabezadas' diarias, una peculiar manera de dormir que los pingüinos utilizarían para permanecer vigilantes y proteger a sus crías. Los resultados de esta investigación se publican en la revista Science, en un artículo liderado por Paul-Antoine Libourel, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS).
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Un patrón de sueño muy particular
El equipo de Libourel, además de científicos del Instituto de Investigación Polar de Corea, estudiaron el comportamiento del sueño de una colonia de pingüinos barbijo ("Pygoscelis antarcticus") en la Antártida; en concreto, obtuvieron datos de 14 aves durante 11 días.
Para ello utilizaron electroencefalogramas -monitorización remota- y otros sensores no invasivos, así como observaciones directas y en vídeo continuo.
Los científicos identificaron que estos animales, que deambulaban libremente, anidaban y estaban expuestos constantemente a un depredador y a la agresión de otros pingüinos, tenían patrones peculiares de sueño.
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Así, descubrieron que las aves no dormían durante períodos prolongados, sino que se quedaban dormidas con frecuencia, acumulando más de 11 horas de sueño al día en más de 10.000 microsueños de solo 4 segundos de duración media (el sueño más largo registrado fue de unos 45 segundos).
Los períodos prolongados de sueño pondrían en riesgo sus nidos y su descendencia.
El número de microsueños, explica a EFE Libourel, puede variar según la hora del día o cuando no están incubando, pero no en gran proporción. "Solo cuando las aves están buscando alimento en el mar parece que reducen drásticamente su cantidad de sueño".
"La inversión en microsueños por parte de los pingüinos reproductores sugiere que los beneficios del sueño pueden acumularse de forma incremental", escriben los investigadores en su artículo.
Esta peculiar manera de dormir podría tratarse probablemente de una adaptación a la necesidad de permanecer vigilantes para proteger sus huevos contra los ataques de los págalos subantárticos, detalla Libourel, quien apunta que también podría ser un efecto secundario de dormir en una colonia ruidosa y agitada.