Que se sepa, en Brasil hay tres comunidades yanomamis que no tienen contacto con el mundo exterior.
Han visto pasar aviones volando por encima de sus asentamientos, pero no mucho más.
Para asegurarse de que se mantengan así, en su mundo, las autoridades brasileñas y grupos conservacionistas realizan vuelos esporádicos por la zona.
Pero durante más de un año no se había tenido rastro de esta comunidad de 17 familias.
Los intentos por localizarla habían fracasado y se temía lo peor, que había entrado en contacto con lo que parece ser su peor enemigo: la minería ilegal.
Hasta que el pasado mes de septiembre los volvieron a localizar, muy cerca de la frontera con Venezuela.
"Estas son buenas noticias porque pudimos ver que están bien", le explica a BBC Mundo Sarah Shenker, de la organización Survival International.
No solo eso: la comunidad ha crecido en tamaño.
"Si te fijas en la foto, verás que cada rectángulo corresponde a una familia. Ahora hay hay dos más", agrega Shenker.
Pero los yanomamis viven en un territorio en el que hay una fuerte actividad de minería ilegal, que contamina los ríos, acaba con los animales y crea confrontaciones con los indígenas.
Además, los mineros traen enfermedades -como la malaria y gripes- que según los expertos pueden hacer desaparecer a una comunidad entera.
"Si los yanomamis entran en contacto con los mineros, sería una catástrofe", advierte la activista.
Y esta comunidad esta a "unas cuantas decenas de kilómetros de distancia" de mineros; lo que no es mucho.
Estos yanomamis aislados no parecen tener ningún interés por entrar en contacto con otras formas de vida humana.
Aunque para Shenker, el contacto con mineros es prácticamente inevitable.