¿Se puede frenar a un pedófilo antes de que abuse de un niño?
Ese es el objetivo de un particular ensayo clínico en Suecia, que tiene como propósito intervenir en las vidas de los posibles abusadores antes de que cometan un delito.
El ensayo en el Instituto Karolinska, una de las universidades médicas más importantes del mundo, va a reclutar hasta 60 personas en riesgo de convertirse en delincuentes sexuales, antes de que hayan violado la ley.
El equipo, dirigido por el doctor Christoffer Rahm, investigará si se puede usar un medicamento para reducir el riesgo de un individuo de cometer abuso infantil.
"Hasta ahora la mayor parte de la atención se ha centrado en cómo hacer frente a los autores (una vez detectados), pero a esas alturas ya se ha perjudicado a los niños", dice Rahm.
"Quiero cambiar el enfoque y explorar los métodos para prevenir el abuso sexual infantil desde el principio".
Este planteamiento, no obstante, genera una serie de cuestiones éticas y legales acerca de si las sociedades pueden adoptar terapias para los delincuentes más peligrosos antes de que hayan llegado a cometer un delito.
Los tratamientos farmacológicos para los delincuentes sexuales, conocidos como castración química, no son nuevos. Hay una serie de países en los que los hombres pueden ser obligados a tomar estos medicamentos para eliminar su deseo sexual.
Pero nadie sabe si tales tratamientos se pueden utilizar para prevenir el primero de los abusos.
Y ahí es donde el programa del doctor Rahm, que está buscando apoyo financiero colaborativo ("crowdfunding"), pretende entrar.
Procedimiento
En el transcurso de dos años, los 60 voluntarios se dividirán en dos grupos.
Un grupo recibirá un medicamento que reducirá rápida y drásticamente los niveles de testosterona, mientras que el otro recibirá un placebo.
Ni el equipo investigador ni los voluntarios sabrán quién está recibiendo el medicamento.
Este enfoque es clave en los ensayos clínicos porque nadie sabe lo que se está consumiendo hasta el final, lo que significa que nadie puede prever los resultados y las conclusiones del estudio.
Por lo tanto, en teoría, si la prueba funciona, los investigadores podrían acercarse a establecer qué tipos de delincuentes realmente se beneficiarían de estos medicamentos como parte de su terapia.
Reclutar voluntarios
Entonces, ¿cómo exactamente reclutarán a los voluntarios y cómo van a medir su comportamiento?
El Instituto Karolinska tiene en funcionamiento una línea de ayuda nacional para potenciales agresores, Preventell, que buscará los voluntarios para el estudio clínico.
Una vez que acepten participar, el grupo de tratamiento recibirá un medicamento llamado Degarelix, que según el doctor Rahm, deja al 97% de los hombres que lo toman sin testosterona detectable en tres días.
Y eso lleva a dos importantes cuestiones éticas.
¿Por qué no todos los voluntarios reciben el medicamento y qué pasa si el ensayo demuestra que en algunos hombres no funciona y los niños están expuestos a un riesgo?
Para aquellos fuera del mundo científico, puede parecer raro no dar a alguien un medicamento que puede ayudarle.
Pero el argumento ético es que los que toman placebo no están en un estado peor que cuando aceptaron tomar parte de la investigación.
Están en una situación en la que no han cometido un delito y, además, iban a recibir el tratamiento como primera opción.
Pruebas continuas
En cuanto al riesgo de que cometan un abuso, el equipo investigadora buscará señales de cambios en los voluntarios.
Harán pruebas para la reducción de la excitación sexual, de la impulsividad (potenciando el autocontrol ) y también medirán la empatía hacia las posibles víctimas.
Cada voluntario se someterá a un escáner cerebral periódicamente para documentar sus reacciones a imágenes generadas por ordenador que muestren a niños y adultos en bañador o ropa interior.
El doctor Rahm explica que la investigación incluye un test con preguntas cuidadosamente diseñadas para descubrir si alguno de los hombres está riesgo de cometer un abuso tanto al comienzo como durante el estudio.
Cualquiera que sea el resultado el psiquiatra forense Donald Grubin de la Universidad de Newcastle-upon-Tyne, en Inglaterra, considera que la sociedad necesita llegar al fondo de las grandes cuestiones éticas y legales sobre cómo ofrecer prevención sin asustar a aquellos que necesitan ayuda.
"El problema es la confidencialidad", apunta. "Si alguien dice que quiere ayuda y el médico tiene que informar a la policía, entonces no van a dar el paso".