Un inminente evento competitivo promete ser el heraldo del paso adelante más grande que se ha dado en la tecnología e inteligencia artificial por décadas.
Los contrincantes: Lee Sedol, el mejor jugador humano de Go del planeta durante la última década, contra AlphaGo, el primer programa de computador de la historia en vencer a un profesional en el milenario juego.
La cita: 5 partidos entre marzo 9 a marzo 15, 2016.
El lugar: Seúl, Corea del Sur (o en el sillón de tu casa pues los partidos serán transmitidos en vivo por el canal de DeepMind en YouTube).
Se trata del máximo reto de la inteligencia artificial (IA), el santo Grial de los expertos que se dedican a desarrollar máquinas que puedan hacer tareas que requieran del ingenio humano, como la percepción visual y lidiar con situaciones impredecibles.
¿Por qué?
Porque el Go es excepcional.
Es un juego de mesa estratégico cuyo origen es chino, se remonta a más de 2.500 años y sigue siendo muy popular en el Lejano Oriente.
En Japón también son muy aficionados y le llaman Igo.
Claro que no es por ninguna de esas razones que causa tanto revuelo entre los informáticos.
Resulta que, a pesar de ser increíblemente sencillo -sólo tiene dos reglas-, el Go es diabólicamente difícil de dominar.
Si lo comparamos con el ajedrez, que tiene 20 jugadas de apertura posibles, el Go tiene 361.
Y luego se vuelve aún más complicado.
Para que nos demos una idea, un juego de Go tiene más combinaciones potenciales que átomos en el Universo.
Número de combinaciones posibles en un tablero 19x19.
Pero hay un detalle aún más significativo: es impredecible y jugarlo bien requiere intuición y criterio, facultades para las que difícilmente hay logaritmos.
Es por eso que mientras casi 20 años después de que se creara la computadora que pudo vencer al más grande campeón de ajedrez del mundo, hacer una máquina que pueda ganarle a un campeón humano de Go ha sido un desafío impenetrable.
Neurocientíficos y "techies" a la vez
DeepMind, la firma que retó al legendario campeón de Go, Sedol, ya se anotó un tanto octubre de 2015, cuando su programa le ganó al campeón europeo Fan Hui 5 partidas a 0.
Fue la primera victoria sobre un profesional de la historia.
No obstante, eso contará como entrenamiento para lo que ocurrirá la próxima semana, que es comparable con el duelo entre Garry Kasparov y la supercomputadora de IBM Deep Blue.
Sin embargo, ¿cómo logró ganarle a Hui?
Pues gran parte de la respuesta está en la razón por la cual Google pagó cientos de millones de dólares en 2014 para ser dueño de la británica DeepMind, que desarrolló AlphaGo: la pequeña firma tenía una de las más grandes concentraciones de investigadores trabajando en "aprendizaje profundo" del mundo.
Sus dueños son expertos tanto en neurociencia como en ciencias de la computación lo que, a grandes rasGos, significa que sus programas se basan en la manera en la que funciona el cerebro humano.
Demis Hassabis estudió ciencias computacionales e hizo un doctorado en neurociencia cognitiva.
Demis Hassabis, cofundador y director ejecutivo de DeepMind, le explicó a la BBC que AlphaGo siguió un proceso de tres etapas.
Primero, le hicieron analizar 30 millones de movimientos en partidos jugados por humanos.
"Así aprende cuáles patrones ocurren generalmente, cuáles son buenos y cuáles malos. Se podría decir que es cuando el programa aprende la parte intuitiva de Go".
"Luego jugó contra diferentes versiones de él mismo millones y millones de veces, y cada vez se va volviendo mejor: aprende de sus errores".
"El paso final se conoce como el método Montecarlo, que realmente es la fase de planeación".
La cita en Seúl
La idea del juego es defender y conquistar territorio rodeando y sacando las fichas del oponente.
Ahora lo que sus programadores le tienen planeado es el más grande de los retos.
Y, según expertos independientes, como el profesor Zoubin Ghahramani de la Universidad de Cambridge, si AlphaGo sale victorioso, además de ser "un gran avance para IA", tendrá "repercusiones más amplias".
Eso es porque, aunque ésta no sea la primera vez que una computadora venza a un humano, lo que realmente marca la diferencia en esta ocasión no es sólo la habilidad del programa de jugar un juego más complicado, sino la manera en la que lo juega.
"La idea técnica subyacente es la de aprendizaje por refuerzo autónomo: hacer que las computadoras aprendan a mejorar su comportamiento para alcanzar metas", le dijo Ghahramani a la BBC.
"Eso podría ser útil para problemas de toma de decisiones, para ayudar a los médicos a hacer planes de tratamientos, por ejemplo", explica.
Precisamente ese es el paso siguiente que tiene en mente DeepMind: aplicar esa tecnología a la vida real, no sólo juegos.
"La idea es que estos algoritmos sirva para fines generales y que puedan traducirse en nuevos campos, como el cuidado de la salud y la ciencia, y acelerar descubrimientos en esas áreas ayudándole a los humanos a lograr más", dice Hassabis.
Gane quien gane
Varias compañías están intentando lograr lo que DeepMind espera confirmar la próxima semana.
Respecto a la carrera de las firmas de internet por monopolizar los mejores cerebros en la investigación de IA, Ghahramani puntualiza: "Esto no quiere decir que Google lleva la delantera; hay muchas inteligencias artificiales".
"Facebook ha logrado algunos resultados espectaculares en otras áreas de IA, pero creo que Google ganó en este desafío, que es particularmente importante", apunta.
En opinión de Rohan Silva, ex asesor de Tecnología del gobierno británico, "cuando los historiadores escriban sobre el siglo XXI, yo creo que se referirán a este evento como un momento crucial en nuestra relación con la tecnología".
"Gane quien gane, es probable que las máquinas inteligentes van a tener un impacto profundo en el mundo que nos rodea", le dijo a la BBC.
"Y aunque pueda sonar como ciencia ficción, ahora sí puede que esté a la vuelta de la esquina".
En la memoria colectiva por mucho tiempo
Si este 15 de marzo la computadora vence al campeón por excelencia, marcará un hito en la larga contienda entre los seres humanos y las máquinas, como lo hizo Deep Blue cuando enfrentó al maestro de ajedrez en 1987.
Ese momento inolvidable, cuando el humano no pudo más.
"Recuerdo cuando vi la noticia en esa época", le dijo a la BBC el dramaturgo Matt Charman, quien escribió una obra de teatro sobre el encuentro.
"Parecía increíble que un hombre se hubiera enfrentado a una computadora y hubiera perdido. Fue un momento excepcional y a la vez incómodo: nuestro mejor y más brillante talento, vencido", añadió.
No era la primera vez y, por supuesto, no sería la última.
La desgarradora leyenda del héroe afroamericano John Henry, que se enfrentó al "martillo de vapor", para salvar su trabajo y el de sus colegas en los ferrocarriles, y pagó su victoria con la muerte, es quizás una de las más románticas de estas batallas que lidiamos una y otra vez tanto en ficción como en la vida real.
La de John Henry ilustra el primer shock: la máquina superándonos físicamente, una preocupación muy extendida en el siglo XIX.
La de Kasparov fue la del siglo XX. Ya habíamos aceptado que las máquinas nos podían reemplazar en muchas tareas pesadas y repetitivas, pero nos quedaba nuestra mente.
"Fue el momento en el que la computadora alcanzó a la ciencia ficción", comentó Charman.
Y no paró
En nuestra esquina: Lee Sedol. En la otra: el futuro. ¿No tiene pérdida?
En 2011 el computador IBM Watson venció a dos campeones humanos en el juego Jeopardy, que puso a prueba el conocimiento y comprensión del lenguaje de la máquina.
En 2014 CubeStormer 3, un robot hecho con módulos de lego y un teléfono inteligente, batió el récord de resolución del cubo Rubik resolviendo el icónico rompecabezas de los años 80 en poco más de 3,25 segundos. El récord humano es de 5,55 segundos.
Este tipo de retos, "en su forma más pura, implican poner a uno de nosotros a que represente a toda la humanidad", según Charman.
Y ese uno, ahora, es Lee Sedol.