El documental que reveló el lado oscuro de las "competencias de cosquillas"
De todos los deportes que son poco probables a considerarse para las próximas Olimpiadas en Tokio 2020, "la competencia de resistencia a las cosquillas" podría encabezar la lista.
Sin embargo, el documental "Tickled" ("Cosquilleo", en español), estrenado recientemente en EE.UU., analiza el fenómeno y sus participantes luego de que un reportero neozelandés de TV, David Farrier, no solo descubriera un deporte estrafalario sino toda una industria.
Y, además, un bajo mundo con acusaciones de acoso cibernético.
Hace dos años, Farrier se enteró de la existencia en internet de unos videos titulados como "cosquilleo de resistencia competitivo".
Mostraban a hombres jóvenes que vestían ropa deportiva haciéndose cosquillas mutuamente.
Una compañía con sede en Estados Unidos, Jane O'Brien Media, estaba produciendo los videos y ofrecía montos considerables de dinero a los seleccionados para participar en las grabaciones en Los Ángeles (California).
"Justo al principio pensaba que era algo completamente inocente, quizá con un subtexto", le dijo Farrier a la BBC.
"Pensé que era la idea de alguien de un deporte extraño y divertido porque se producía en un estudio profesional de fotografía. Todos los hombres llevaban ropa de hacer ejercicio, entonces pensé que era alguna idea rara de hacer una liga de las cosquillas".
"Estaba intrigado y pensé en hacer un video de dos minutos para mi programa", añadió. "Así que los contacté. En serio, solo quería hacer un video corto".
Farrier, quien es bisexual, recibió en cambio unos correos electrónicos respondiéndole que la compañía no quería lidiar con un "periodista homosexual".
"Estaba un poco molesto pero a una parte de mí le pareció cómico", dijo. "No entendí cómo una compañía que solo produce videos de hombres haciéndose cosquillas podría decir eso".
Las cosquillas como parte de la industria del porno |
Entre las diversas categorías que existen dentro de la industria pornográfica, las cosquillas es una de ellas. Varios medios estadounidenses definen la práctica como un "fetiche". Los contenidos para adultos que incluyen cosquillas no se producen únicamente para el público masculino homosexual. En los videos también participan mujeres y parejas heterosexuales. En algunas ocasiones llevan ropa y en otras no. |
No necesariamente por placer
El "instinto, la intriga y la fascinación" impulsaron a Farrier y a su codirector, Dylan Reeve, a investigar más acerca de estos videos, a pesar de que varios representantes de la productora estadounidense volaron a Auckland (Nueva Zelanda) a advertirles con emprender acciones legales.
Farrier reunió suficientes fondos para hacer el documental a través de una campaña de crowdfunding en internet.
"Probablemente nos metimos en esto de una manera bastante ingenua", dijo.
"Nunca esperamos toparnos con lo que encontramos. El documental no es realmente sobre cosquillas, sino sobre poder", agregó.
"Nos interesaba la psicología de lo que hacía que estos hombres participaran en estos videos. Eran jóvenes atletas o militares que provenían de estados más pobres".
Aunque recibir cosquillas a menudo provoca risa, la ciencia ha estudiado si esta es una respuesta involuntaria.
Hace diez años, un estudio de la Universidad de California en San Diego concluyó que las cosquillas no producían placer necesariamente, solo la apariencia externa de que sí.
Alan J. Fridlund, psicólogo clínico y social, señaló que el hecho de que sea agradable o no "depende del contexto social de las cosquillas".
"Charles Darwin creía que las cosquillas que nos hacen cuando somos niños son la base de nuestro humor como adultos, y yo concuerdo", le dijo a la BBC.
"Pero el lado malicioso de las cosquillas aparece si el que las hace tiene un motivo perverso. Va a interpretar las reacciones reflejo como una señal de aprobación, incluso cuando el contexto social se torna oscuro".
Para Fridlund, el fuerte cosquilleo puede tornarse en algo desagradable hasta causar cataplexia, un debilitamiento generalizado de los músculos estriados.
También se le conoce a esta sensación como "cosquillas torturadoras".
Así se refiere a las cosquillas que recibió el participante de estos videos, llamado TJ, quien le dijo a Farrier en cámara que le pidieron que participara "para un proyecto, ya que la tortura con cosquillas se consideraban una táctica militar".
"Me pareció que eso era falso", dijo en el filme.
Sin embargo, TJ decidió involucrarse porque "estaba desesperado por el dinero". "Era joven en aquel entonces y no lo pensé demasiado. Me pagarían US$2.000", recordó.
"El día que fui, noté que todos éramos hombres y no sabía que me iban a amarrar. Pero había atletas, fisicoculturistas y un par de actores que había visto en TV. Es decir, gente normal. Aún así pensé 'espero que nadie se entere de esto'".
"Dolor por el cosquilleo"
En el documental, TJ alega que luego de que los videos aparecieron en internet, le pidió a la productora que los quitara y fue objeto de una campaña de abuso y acoso que incluyó emails enviados a su empleador en una escuela secundaria.
El filme argumenta que otros involucrados en los videos de cosquillas han sufrido abusos.
Sin embargo, la productora Jane O'Brien niega con vehemencia haber causado cualquier daño.
La palabra con la que el realizador David Farrier resume toda la experiencia de grabación es "extraña".
"Estaba desconcertado con lo que descubrimos. Algunos han creído que esto es un documental falso, de lo increíble que es".